Dinamita, cuchillos, pistolas y venenos: la revista más sangrienta y espectacular fue El Ojo de la Policía
/El Ojo de la Policía (L'Œil de la pólice, en francés) repartía cada miércoles grandes raciones de casquería, acuchillamientos y mujeres capaces de robar y asesinar. El logo era un espectacular ojo que todo lo veía: el de la implacable ley
Cuando salían a la calle, los franceses se llenaban de espanto. Vivían entre tinieblas y los peligros (acuchillamientos, bombas, venenos) estaban al orden del día. Lo decía el quiosco, especialmente una publicación con una espectacular portada en color que creó escuela en otras revistas y periódicos de medio mundo centrados en el mundo del crimen y los bajos fondos. Distribuido cada miércoles (el primer número salió el 25 de enero de 1908), El Ojo de la Policía, subtitulado «publicación nacional; novelas policiales y de detectives; hechos dramáticos, eventos apasionados o trágicos; los dramas del amor, los dramas de la vida, los dramas de la muerte», fue una creación del editor Jules Tallandier que se esconde detrás de la «Librería popular y moderna» y varios nombres más, todos ellos falsos (A. Chatelain, J. Fouqué, etc.). La dirección de la publicación, 10 rue Saint-Joseph en París, era su casa.
La revista se inspiró, al menos inicialmente, en Illustrated Miscellaneous, fundada en 1905: también tenía doce páginas y costaba solo 10 centavos. Se trataba de narrar hechos truculentos, especialmente asesinatos y matanzas, muchas veces a manos de mujeres, que aparecen en sus impactantes portadas provistas de cuchillos y navajas, con las que agreden y matan. También fue habitual la presencia de animales salvajes, que se abalanzan sobre familias enteras. Surgida en pleno pánico moral antiapache, las bandas de delincuentes que asolaban el país. La banda Bonnot y otras grandes figuras llenaron sus páginas, junto a dinamitadores, pirómanas, infanticidas y toda clase de asesinos y crueldades.
El Ojo de la Policía, al menos en sus inicios, decía estar al amparo de la policía, pero esta fórmula era habitual en las publicaciones pulp y true crime de la época; inicialmente se basaban en resúmenes de lo acontecido en los tribunales para dar paso a descripciones que eran pura escatología y casquería donde abundaba la sangre y el horror, todo ello junto a titulares sensacionalistas y, con frecuencia, altamente fantasiosos. La cabecera, el logo de la publicación, fue muy célebre: un ojo que todo lo veía y que había sido popularizado por agencias de detectives como la Pinkerton o incluso en la imaginería esotérica, especialmente de la masonería. Al cabo de un tiempo, debido a su contenido, la revista pasó a estar destinada a adultos y así se advertía.
El último número, titulado «Celebraciones trágicas», fue lanzado justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Tras 340 números, la publicación cerró: la Gran Guerra y su carnicería iba a soprepasar cualquier relato y noticia true crime.