El «vicario del swing»: el reverendo que lideró una pandilla de rockers motoristas

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El reverendo Bill Shergold, con alzacuellos y chaqueta negra de cuero, se puso al frente de hooligans sobre ruedas y fundó el 59 Club, el club de motoristas rockers más famoso de la historia.


The Beatles reinaban con su música «enloquecida». Sus fans eran una nueva generación de jóvenes que tomaban la noche y se vestían de forma «escandalosa». No había semana en que la prensa no recogiera noticias que alertaban del salvajismo puramente juvenil, una violencia que calificaban de indiscriminada y arbitraria. Los jóvenes, afirmaban, habían declarado la guerra abierta al mundo a los adultos. Incluso el baile expresaba ese atavismo: el twist y sus numerosas derivaciones se bailaban en clubs que funcionaban casi como cónclaves proscritos. Los jóvenes yeyés, los teddy boys y los rockers, defendían un estilo de vida que tenía unos símbolos: la chaqueta negra de cuero, la ropa, las motos.

En 1962, un fenómeno provocaría el estupor en la prensa inglesa y en un sector de la Iglesia. Un sacerdote llamado Bill Shergold, contra todo pronóstico, lejos de atacar la nueva moda y las subculturas sobre ruedas, las apoyó montando su propio club de motos, lo que le valió el apodo del «vicario del swing». Su club era poderoso y estaba situado en Hackney, donde pululaban numerosos rockers sobre ruedas que solían meterse en líos o eran acosados por la policía.

Shergold en su iglesia junto a sus colegas rockers.

Shergold en su iglesia junto a sus colegas rockers.

«Tanto Shergold como el resto amaban la velocidad y las motos lo mismo que la vida según las palabras de Jesús»

No fue un fenómeno único, y en muchas otras ciudades decenas de vicarios apadrinaban clubs, y salían en formación al frente de las bandas con sus alzacuellos bien visibles, junto a sus chupas de cuero negro y su casco con el emblema del club. Tanto Shergold como el resto amaban la velocidad y las motos lo mismo que la vida según las palabras de Jesús, y pensaron que impulsar estos clubes era una manera de reconvertir ese hastío genuinamente subcultural en algo positivo.

Shergold, en medio y con alzacuellos.

Shergold, en medio y con alzacuellos.

El «vicario del swing» dirigía el 59 Club, fundado un poco antes por otro reverendo, John Oates, inicialmente como parte del Club Juvenil de su iglesia, hasta que creció tanto que sirvió de inspiración a decenas de otros clubs. En poco tiempo, se convirtió en uno de los clubs pioneros del mundo de los rockers y los ton-up. Había «bendecido» motocicletas, en espectáculos sorprendentes donde largas filas de máquinas recibían el agua bendita de sus propias manos, protegiéndolos contra accidentes y percances en la carretera. También casaba a parejas de motoristas. Más tarde, su nombre comenzó a verse en columnas y artículos de opinión en la prensa biker, como Motorcycle Magazine, y otras revistas especializadas. Deseaba conocer a otros entusiastas de las motos y rodar junto a ellos, intentando eliminar la nefasta mala imagen que estaban adquiriendo los motoristas desde que Marlon Brando popularizase el nuevo estilo con la epopeya llamada Salvaje.

Shergold, sentado justo en medio, en el Ace Cafe.

Shergold, sentado justo en medio, en el Ace Cafe.

«Su llamamiento no era excluyente. Shergold invitaba a unirse a su club a los leather jacketed hooligans de la zona»

Su llamamiento no era excluyente. Shergold invitaba a unirse a su club a los leather jacketed hooligans de la zona que solían frecuentar el célebre Ace Cafe, popular por ser un lugar de encuentro de camioneros, camorristas y rockers, que se juntaban en las afueras de las ciudades, en tradicionales paradas para transportistas donde podían verse sin la presión policial.

Shergold firmando autógrafos.

Shergold firmando autógrafos.

Shergold bendiciendo motocicletas.

Shergold bendiciendo motocicletas.

Organizó salidas visitando los lugares de encuentros de las pandillas más incontroladas, repartiendo flyers e invitaciones para sus encuentros y salidas. En octubre de 1962 abrió de par en par las puertas de su iglesia en Hackney, la Eton Mission, a los rockers sobre ruedas. El lugar se convirtió en uno de los epicentros del rock and roll y las motos. Había bar, una jukebox y una parte que funcionaba como salón recreativo. Su leyenda continuó hasta su fallecimiento en mayo de 2009.