Los bailarines soviéticos del espacio exterior

Primeros b-boys en Moscú en los años ochenta

Primeros b-boys en Moscú en los años ochenta

Decenas de b-boys y grupos de breakers, perseguidos por la policía y golpeados por otras tribus, fueron uno de los grandes movimientos subculturales en plena época soviética. Así fue el sorprendente y valiente fenómeno del breakdance en la tierra del Kremlin


[Vía The Calvert Journal]

Zora Mikhailovna, una anciana que vivía en Arbat, una céntrica calle de Moscú, los conocía a todos: breakers, b-boys, bailarines extremos en una Unión Soviética cambiante y llena de contrastes. En su apartamento, a cambio de una pequeña suma, los bailarines que realizaban increíbles giros, o el clásico «robot» en una calle cercana, podían dejar sus mochilas y maletas. Sin embargo, cuando esto ocurría (comienzos de los noventa, con el Muro ya venido abajo) el breakdance soviético había recorrido un largo camino lleno de problemas, persecuciones y peleas.

TODOS CONTRA ELLOS

«También eran hostigados por otras subculturas urbanas, como punks y heavies, que con en ocasiones les atacaban o se peleaban entre sí»

Arbat, en los primeros ochenta, era el epicentro de un nuevo movimiento, lo mismo que los pasillos del mercado de Zvetnoy. Fue allí donde aparecieron los primeros b-boys, cuando aún la policía y los numerosos grupos de defensores de un estalinismo férreo no admitían «contaminación» cultural occidental y los enfrentamientos eran frecuentes. También eran hostigados por otras subculturas urbanas, como punks y heavies, que en ocasiones les atacaban o buscaban pelea. Las razones parecen oscuras. Ellos mismos eran a su vez golpeados no solamente por los agentes del orden sino por hooligans prosoviéticos adictos a los gimnasios, muchos de ellos clandestinos, verdaderas cacerías de chicos con el pelo largo y cadenas que ocuparon las portadas de la prensa. Los breakers, para punks y metaleros, representaban la «antimúsica» electrónica o la «frivolidad» consumista.


Un grupo de b-boys soviéticos en 1987

Un grupo de b-boys soviéticos en 1987

PIRATERÍA Y TRUEQUES

«Con el tiempo, aquella ropa colorida, casi un uniforme, se conoció popularmente como “utyuzhgka” (“ropa planchada”)»

Cuando la cultura callejera del rap, los primeros grupos de breakers y las pandillas que habían logrado crear su propia cultura, se imponían en el Bronx de Nueva York a mediados de los setenta, en pocos años, y a pesar del aislamiento, muchos jóvenes soviéticos comenzaron a interesarse por el breakdance. Conseguían la ropa (los chándales Adidas, las zapatillas Puma…) comprándosela a turistas o haciendo trueques con estos. Con el tiempo, aquella ropa colorida, casi un uniforme, se conoció popularmente como «utyuzhgka» («ropa planchada»).

Un colectivo de breakers soviéticos durante una «batalla» (1987)

Durante los primeros ochenta comenzaron a verse a alguno de ellos, que se hicieron populares por el cine. Más tarde, a mediados de los noventa, se fundó el colectivo de hip-hop Da Boogie Crew, pero para entonces las cosas eran ya infinitamente más sencillas y el breakdance un fenómeno accesible y popular. Antes, como decíamos, fue el cine el que visibilizó la existencia de algo tan extraño y raro para los soviéticos como la cultura hip hop y el breakdance. Llegaban, al igual que los bone records (discos clandestinos hechos con radiografías), copias piratas de películas clásicas de aquel mundo, como Breakin’ o Beat Street, pero fueron varios directores soviéticos los que lo convirtieron en algo fascinante.

En 1985 se estrenó Dancing on the Roof. La cinta mostraba el aburrimiento de un joven durante unas vacaciones veraniegas en Moscú. En una escena se encuentra con un grupo de breakers en plena calle. Lo mismo sucedió con el director Viktor Volkov y su éxito Article (1988) en la que una escena que fue filmada en Moloko, otro de los grandes lugares de concentración de bailarines. La escena fue supervisada por los mismos b-boys. O Courier (1986), de Karen Shakhnazarov, un canto a la rebelión juvenil en un clima de alienación y hostilidad, que incluye varias espectaculares escenas en que los bailarines parecen estar en Nueva York.

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Dos escenas de la película Courier (1986)

Dos escenas de la película Courier (1986)

No hay nada que los diferencie de otros tantos que, por entonces, encumbraban el breakdance a una merecida fama hasta contar con sus «batallas» entre breakers, competiciones multitudinarias entre colectivos de baile y breakers. Uno de los primeros fue el organizado en Palanga, en Lituania, en 1986: el legendario Papuga-86. El hip hop soviético, los bailarines del «espacio exterior» habían llegado para quedarse.