¿Cuando arderán los grandes almacenes de Berlín?


«Es preferible ver arder unos grandes almacenes que tener unos grandes almacenes», afirmaron los sospechosos de ser los auotores del suceso que dio origen a la guerrilla urbana de la RAF

El pasado 22 de mayo de 2017 se cumplió el 50 aniversario del incendio de los grandes almacenes L’Innovation, situados en la rue Neuve, en pleno centro de Bruselas. Aquel día, el fuego devastó el edificio, falleciendo 323 personas y provocando heridas a 150. Semanas antes, varios grupos prochinos habían hecho piquetes en sus puertas para protestar por una campaña de ropa americana. El comercio exhibía banderas de Estados Unidos en una época de gran conflictividad social. Prácticamente cada semana tenían lugar manifestaciones que acababan con fuertes choques con la policía. L’Innovation se convirtió en uno de los focos de la oposición contra la guerra de Vietnam, por lo que tras el incendio los periódicos del grupo empresarial Springer cargaron contra los activistas maoístas y anarquistas, a los que acusó de estar tras el incendio. Nunca se descubrieron las causas ni a los autores de este, aunque un testigo aseguró haber escuchado a una persona gritar «¡Voy a dar mi vida por Vietnam!» instantes antes de propagarse el fuego. Tampoco se demostró la responsabilidad de la izquierda alemana, que se preparaba para iniciar la larga marcha hacia el terrorismo de la RAF (Fracción del Ejército Rojo), donde la entonces escritora militante Ulrike Meinhof, a través de las páginas de la revista Konkret, analizó lo sucedido tras la campaña de represión y criminalización desatada por la prensa y las autoridades contra las organizaciones izquierdistas alemanas. El detonante fue, sobre todo, un provocador panfleto firmado por Kommune I, una comuna berlinesa en la que estaban algunos de los futuros miembros del grupo armado.

«Fritz Teufel, una de las principales figuras de Kommune I, había afirmado que era preferible "ver arder unos grandes almacenes que tener unos grandes almacenes"»,

Antes de este panfleto, habían detenido a varios miembros de Kommune I por fabricar artefactos incendiarios que, en realidad, eran un pudin que planeaban lanzar al vicepresidente estadounidense Hubert Humphrey, de visita en Alemania. Los detenidos fueron acusados de conspiración criminal, una acusación que defendió el grupo Springer. Ulrike, en una columna titulada «Napalm y pudin» respondió: «Parece ser que lo criminal no es lanzar bombas de napalm contra mujeres, niños y viejos, sino protestar contra esas bombas. Lo criminal no es la destrucción de cosechas vitales, destrucción que significa para millones de personas el hambre y la muerte; lo criminal es protestar contra eso. Lo criminal no son el terror y la tortura practicados por las fuerzas especiales, sino protestar contra eso […]. Se considera que no es elegante bombardear a los políticos con natillas y requesón, pero que es adecuado y necesario recibir solemnemente a políticos que mandan borrar aldeas del mapa y bombardear grandes ciudades. No es elegante discutir en las naciones y en las esquinas sobre la opresión del pueblo vietnamita, pero sí que lo es colonizar un pueblo entero en nombre del anticomunismo».

El panfleto, uno de los más famosos y pionero en lo que se conocería como «guerrilla de la comunicación», hacía referencia a la visita del polémico Sha de Persia poco después del incendio de Bruselas, que había acabado con violentas manifestaciones. Fritz Teufel, una de las principales figuras de Kommune I, había afirmado que era preferible «ver arder unos grandes almacenes que tener unos grandes almacenes», lo que avivó el debate. El panfleto se considera como el antecedente directo del inicio, no oficial, de las actividades de la RAF, pues juega con la insinuación de grandes catástrofes y acciones de terror, en este caso la quema de unos almacenes, como forma de traer «la guerra a casa».


¿CUÁNDO ARDERÁN LOS GRANDES ALMACENES DE BERLÍN?

Traducción de Pablo Argente

Hasta ahora, los yanquis morían en Vietnam por Berlín. No nos hacía gracia que esos pobres cerdos fueran derramando su sangre de Coca-Cola en las junglas vietnamitas. Así que primero marchamos penosamente por calles vacías portando pancartas, tirando huevos de vez en cuando a la embajada americana, y finalmente queríamos ver a HHH [Hubert Horatio Humphrey, vicepresidente de Estados Unidos] ahogándose en natillas. Tal vez meemos sobre el Shah cuando irrumpamos en el Hilton, y tal vez veamos lo agradable que es ser castrado, si todavía hay algo que le cuelgue... ¡Hay rumores perversos!

Si se bombardearon fachadas vacías y se ridiculizaron dignatarios o no, el público solo podrá decidirlo según las escabrosas historias de la prensa. Nuestros colegas belgas ya se han dado cuenta de cómo pueden realmente atraer al público hacia las lujuriosas actividades en Vietnam prendiéndole fuego a unos grandes almacenes. Trescientos ciudadanos saciados terminan sus fascinantes vidas y Bruselas se convierte en Hanói. Nadie que lea el periódico frente a un opulento desayuno tendrá que derramar más lágrimas por los pobres vietnamitas, ya que hoy solo tiene que ir a la sección de ropa de KaDeWe, Hertie, Woolworth, Bilka o Neckermann y encender discretamente un cigarrillo en un probador. No es estrictamente necesario que dicho comercio se haya volcado en una campaña publicitaria de productos norteamericanos, ya que... ¿a quién engaña todavía eso de «Made in Germany»?

Si próximamente hay un incendio en algún lugar, si algunos barracones vuelan por los aires, si la tribuna de algún estadio se viene abajo, por favor, no se sorprenda. Por lo menos no más que cuando los americanos cruzan la zona desmilitarizada, o cuando bombardean el centro de Hanói, o cuando los marines invaden China.