Cuando Marvel Comics se sumó a la fiebre del sábado noche

A finales de los años setenta, la industria del espectáculo creó a su propia superheroína para combatir al crimen organizado en la pista de baile. Desde su debut en viñetas a su frustrado salto a la gran pantalla, la historia detrás de Dazzler contiene generosas dosis de oportunismo, misoginia… y cocaína.


Estamos en 1979 y Marvel Comics acaba de publicar sus cómics de KISS, supuestamente impresos con sangre de los miembros de la banda y en los que Gene Simmons y Paul Stanley utilizan sus superpoderes de estrellas del rock para vencer al Dr. Muerte. La estrategia parte del despacho de Alice Donenfeld, consejera delegada de la editorial, quien busca expandir el mercado más allá de los lectores habituales de cómics. Los directivos de Casablanca Records están entusiasmados con las ventas y les proponen probar algo aún más ambicioso; la típica ocurrencia disparatada fruto de una de las largas reuniones impulsadas por la cocaína por las que el sello discográfico se volvería tristemente famoso: el lanzamiento de una nueva superheroína para promocionar la carrera musical de una diva de la música disco.

Inmediatamente llegan a un acuerdo presumiblemente beneficioso para ambas partes. Marvel se encargará de proporcionar un trasfondo para el personaje y publicará las historietas, mientras Casablanca se ocupa de producir y comercializar las canciones, grabadas por músicos de estudio, siguiendo el modelo que tan buenos resultados había dado a finales de los años sesenta con The Archies.

La editorial apuesta por Jim Shooter, recién ascendido a redactor jefe, para que asuma la dirección creativa del proyecto, y encarga el diseño de The Disco Queen a uno de los artistas más prometedores de la plantilla, John Romita Jr., quien se inspira primero en Grace Jones y más tarde en ABBA y Olivia Newton-John. En sus conversaciones iniciales con el dibujante y su guionista, Tom DeFalco, acuerdan dotar a su protagonista con superpoderes lumínicos y convertirla en una especia de bola de discoteca andante. De ahí el cambio de nombre a Disco Dazzler, que finalmente abrevian como Dazzler con motivo de su primera aparición en el número 130 de Uncanny X-Men: Alison Blaire, una joven aspirante a estrella del pop, descubre que puede usar sus poderes sobre el escenario, con el pretexto de que se tratan de efectos especiales y forman parte del espectáculo. Tras hacer méritos en un par de historietas de Spiderman, debuta con su propia colección llegando a vender 400.000 copias.

ILUSTRACIÓN DE JOHN ROMITA JR. CON UNA DAZZLER BASADA EN GRACE JONES, FINALMENTE DESECHADA POR MARVEL COMICS.

COMPARATIVA ENTRE EL LOOK ORIGINAL DE DAZZLER Y EL FINALMENTE APROBADO POR MARVEL COMICS.

John Romita Jr. se inspiró primero en Grace Jones, y más tarde en ABBA y Olivia Newton-John.

Al poco tiempo, Donenfeld recibe a Shooter en su despacho, en compañía del entonces presidente de la editorial, Jim Galton. Acaban de recibir una llamada del mismísimo Neil Bogart, y parecen bastante emocionados. Filmworks, la filial audiovisual de Casablanca Records, ha dado luz verde al episodio piloto para una serie de animación de Dazzler que contará con las voces de Robin Williams, Cher, Donna Summer, Rodney Dangerfield, Village People y los propios KISS. Y ahora las malas noticias: necesitan tener listo el tratamiento de guion en cuatro días. Alguien menciona a Harlan Ellison como posible candidato pero, como no hay tiempo que perder, Shooter lo escribe él mismo durante el fin de semana. «Esto no es un especial de media hora para televisión —exclama Bogart— ¡Es un largometraje!».

Y lo hubiera sido, si las deudas contraídas por el colapso de la música disco y su adicción a las sustancias ilegales no le obligaran a vender sus acciones de Casablanca y someterse a varias auditorías fiscales. En apenas un par de meses, el proyecto cae en un limbo de acreedores; pero Marvel aún conserva los derechos del personaje, así que Donenfeld se las arregla para reunirse con Bo Derek en el Festival Internacional de Cine de Cannes en mayo de 1980, y consigue que la actriz de 10, la mujer perfecta acepte interpretar a Dazzler. Podemos verla posando junto su esposo, John Derek, en la portada de la revista People. Observándola más de cerca, descubrimos que John lleva sostiene un puñado de comics Marvel.

Imagina a Bo Derek enfundada en una mallas de licra, lanzando rayos por los ojos en una “roller disco” y cantando ‘I Was Made for Lovin' You’ con Paul Stanley

Con la estrella más popular de Hollywood encabezando el reparto, los estudios inician una lluvia de ofertas para financiar la película. Como contrapartida, imponen como guionista a Leslie Stevens, responsable de la popular serie de televisión Buck Rogers, y prescinden del tratamiento original de Shooter. El primer borrador resulta ser un desastre y, por si fuera poco, Bo Derek exige que la dirija su esposo. Cualquiera que haya visto alguna de sus películas, como Tarzán, el hombre mono o Los fantasmas no pueden hacerlo, puede hacerse una idea del descalabro que podría organizar con un presupuesto de cincuenta millones de dólares de la época. Poco a poco los inversores se van echando atrás y el proyecto acaba en un cajón… hasta que el propio Shooter decide resucitarlo en formato de novela gráfica en 1984.

Tras la cancelación de la serie regular de Dazzler después de 42 números, Shooter llega a todo mal y tarde. Partiendo de una premisa fabulosa que combina la estética kitsch con los últimos estertores de la música disco, Dazzler, The Movie acaba resultando otra promesa incumplida, sin un ápice de interés, más allá de la espectacular portada de Bill Sienkiewicz, quien años más tarde recuperará al personaje de la mano del guionista Chris Claremont en Los Nuevos Mutantes. Una colección de tópicos machistas susceptibles de una relectura #MeToo y un par de chistes anacrónicos a costa de Archie y sus amigos que hacen que nos replanteemos lo que hubieran dado de sí en una sala de cine. Imagina a Bo Derek enfundada en una mallas de licra, lanzando rayos por los ojos en una roller disco y haciendo cantando I Was Made for Lovin' You con Paul Stanley en los títulos de crédito finales. El mundo es un lugar un poco más aburrido porque nada de eso existe, ¿verdad?