Diseccionando al Hombre del Zodíaco

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha mirado al cielo en busca de respuestas. Revisando antiguos códices medievales, nos topamos con el Homo Signorum (literalmente "hombre de los signos"), una figura que representa las correspondencias entre las diferentes partes del cuerpo humano y los signos del zodíaco utilizada en la Baja Edad Media y en la época moderna para encarnar el poderoso influjo de los astros.


Inspirado en la astrología y derivado de las ciencias antiguas y medievales, el hombre zodiacal inspiró un gran número de representaciones en obras de finales de la Edad Media y del Renacimiento. Tomemos como punto de partida la ilustración de un hombre emulando a Cristo, rodeado por animales y símbolos alegóricos, perteneciente a un tratado de medicina del siglo XVIII. Posa erguido sobre un pez (Piscis), mientras un cangrejo (Cáncer) recorre su pecho y los gemelos (Géminis) sustentan sus brazos. Apostados entre sus articulaciones, descansa Capricornio y Sagitario tensa su arco. Y en lugar de un halo, Aries y Tauro se ciernen sobre su cabeza.

Obviando la evidente iconografía cristiana, la disposición de cada elemento encierra un significado didáctico: se trata de un calendario para programar las intervenciones quirúrgicas, a la espera de que las estrellas se alinearan con la parte del cuerpo sometida a tratamiento. Para aliviar los dolores de cabeza en la Inglaterra de la época, por ejemplo, se evitaba la sangría cuando la luna estaba en Aries, ya que este signo gobernaba la cabeza y el rostro.

“La anatomía del cuerpo del hombre, regida por las doce constelaciones”. Grabado en madera de Poor Richard's Almanack de Benjamin Franklin (circa 1750)

Tomando como referencia una ilustración similar localizada en Mundus Subterraneus de Athanasius Kircher (1678), podemos establecer las siguientes conexiones astrológicas:

ARIES: cabeza, ojos, glándulas suprarrenales y presión arterial. TAURO: cuello, garganta, hombros y oídos.
GÉMINIS: pulmones, nervios, brazos, cabeza y dedos.
CÁNCER: tórax, senos y fluidos corporales.
LEO: corazón, columna, parte superior de la espalda y bazo.
VIRGO: abdomen, intestinos, vesícula biliar, páncreas y hígado.
LIBRA: parte baja de la espalda, caderas, riñones y sistema endocrino.
ESCORPIO: órganos reproductivos, pelvis, vejiga urinaria y recto.
SAGITARIO: muslos y piernas.
CAPRICORNIO: rodillas, huesos y piel.
ACUARIO: tobillos y vasos sanguíneos.
PISCIS: pies y fluidos corporales.

Inspirado en la astrología y derivado de las ciencias antiguas y medievales, el hombre zodiacal inspiró un gran número de representaciones en obras de finales de la Edad Media y del Renacimiento.

Ars computistica de Heymandus de Veteri Busco (1488)

Grabado en madera atribuido a Arnao Guillén de Brocar, tipógrafo impresor, grabador de letras y editor francés, al servicio de Felipe I de Castilla (1495)

Recreación del grabado original de AG de Brocar para el Epílogo en medicina de Johannes de Ketham (1517)

A diferencia de otras prácticas esotéricas similares, resulta imposible acotar los orígenes del Hombre del Zodíaco a una región, religión o civilización específica. Lo mismo podemos encontrarlo en manuscritos persas (donde los signos aparecen como si nadaran en el torrente sanguíneo) que recopilados en las crónicas de Indias o textos apócrifos atribuidos a una de las tribus perdida de Israel. En un grabado de inspiración azteca, los signos del zodiaco náhuatl (cozcacuauhtli, el buitre, y tecpatl, pedernal o cuchillo de obsidiana) aparecen ensartadas en los ojos, los dedos de los pies, la boca y el pecho del modelo, mientras abrigol, la serpiente, se desliza amenazante hacia sus genitales.

Acuarela persa del siglo XIX.

Una versión mesoamericana del hombre zodiacal, reproducida en uno de los nueve volúmenes de Edward King, Antigüedades de México (1831-1848)

En Europa, este tipo de representaciones formaban parte de una episteme o constelación de conocimiento medieval mucho más amplia. El ser humano era concebido como un microcosmos, cuya salud estaba sujeta al movimiento de las esferas celestes; una creencia que establece paralelismos con las cosmologías babilónica, egipcia, china, védica o maya.

“El hombre de las venas” u Homo venorum ilustrado por Daniel Ricco (circa 1690)

Hombre derramando sangre que muestra la influencia del zodíaco y los planetas.

El ser humano era concebido como un microcosmos, cuya salud estaba sujeta al movimiento de las esferas celestes

Una página del manuscrito biográfico de Miguel de Rodas, que documenta sus cuatro décadas de viajes por mar, publicado en 1445. La imagen se relaciona con los tratamientos de sangrías que se practicaban de acuerdo con el signo regente del cielo nocturno.

Modelo anatómico de Très riches Heures du duc de Berry (1415) de los hermanos Limbourgh. Las inscripciones latinas describen las propiedades de los signos del zodiaco según las cuatro tipologías de complexiones corporales (caliente, fría, húmeda y seca).

Detalle del Allmanach auff das 1581 de Petrus Slovacius, incluyendo un glosario astrológico.

Dibujo del siglo XIV con información en latín sobre las propiedades del zodíaco.

Pergamino atribuido al poeta galés Gutun Owain (circa 1493).

Modelo anatómico rodeado por los doce símbolos del zodíaco.

Habit d'Astrologie de Gérard Valk. Grabado del siglo XVII.

Vista de la influencia celestial en el cuerpo de la mujer de Dodd Delin (circa 1800)