Diseccionando al Hombre del Zodíaco
/Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha mirado al cielo en busca de respuestas. Revisando antiguos códices medievales, nos topamos con el Homo Signorum (literalmente "hombre de los signos"), una figura que representa las correspondencias entre las diferentes partes del cuerpo humano y los signos del zodíaco utilizada en la Baja Edad Media y en la época moderna para encarnar el poderoso influjo de los astros.
Inspirado en la astrología y derivado de las ciencias antiguas y medievales, el hombre zodiacal inspiró un gran número de representaciones en obras de finales de la Edad Media y del Renacimiento. Tomemos como punto de partida la ilustración de un hombre emulando a Cristo, rodeado por animales y símbolos alegóricos, perteneciente a un tratado de medicina del siglo XVIII. Posa erguido sobre un pez (Piscis), mientras un cangrejo (Cáncer) recorre su pecho y los gemelos (Géminis) sustentan sus brazos. Apostados entre sus articulaciones, descansa Capricornio y Sagitario tensa su arco. Y en lugar de un halo, Aries y Tauro se ciernen sobre su cabeza.
Obviando la evidente iconografía cristiana, la disposición de cada elemento encierra un significado didáctico: se trata de un calendario para programar las intervenciones quirúrgicas, a la espera de que las estrellas se alinearan con la parte del cuerpo sometida a tratamiento. Para aliviar los dolores de cabeza en la Inglaterra de la época, por ejemplo, se evitaba la sangría cuando la luna estaba en Aries, ya que este signo gobernaba la cabeza y el rostro.
Tomando como referencia una ilustración similar localizada en Mundus Subterraneus de Athanasius Kircher (1678), podemos establecer las siguientes conexiones astrológicas:
ARIES: cabeza, ojos, glándulas suprarrenales y presión arterial. TAURO: cuello, garganta, hombros y oídos.
GÉMINIS: pulmones, nervios, brazos, cabeza y dedos.
CÁNCER: tórax, senos y fluidos corporales.
LEO: corazón, columna, parte superior de la espalda y bazo.
VIRGO: abdomen, intestinos, vesícula biliar, páncreas y hígado.
LIBRA: parte baja de la espalda, caderas, riñones y sistema endocrino.
ESCORPIO: órganos reproductivos, pelvis, vejiga urinaria y recto.
SAGITARIO: muslos y piernas.
CAPRICORNIO: rodillas, huesos y piel.
ACUARIO: tobillos y vasos sanguíneos.
PISCIS: pies y fluidos corporales.
Inspirado en la astrología y derivado de las ciencias antiguas y medievales, el hombre zodiacal inspiró un gran número de representaciones en obras de finales de la Edad Media y del Renacimiento.
A diferencia de otras prácticas esotéricas similares, resulta imposible acotar los orígenes del Hombre del Zodíaco a una región, religión o civilización específica. Lo mismo podemos encontrarlo en manuscritos persas (donde los signos aparecen como si nadaran en el torrente sanguíneo) que recopilados en las crónicas de Indias o textos apócrifos atribuidos a una de las tribus perdida de Israel. En un grabado de inspiración azteca, los signos del zodiaco náhuatl (cozcacuauhtli, el buitre, y tecpatl, pedernal o cuchillo de obsidiana) aparecen ensartadas en los ojos, los dedos de los pies, la boca y el pecho del modelo, mientras abrigol, la serpiente, se desliza amenazante hacia sus genitales.
En Europa, este tipo de representaciones formaban parte de una episteme o constelación de conocimiento medieval mucho más amplia. El ser humano era concebido como un microcosmos, cuya salud estaba sujeta al movimiento de las esferas celestes; una creencia que establece paralelismos con las cosmologías babilónica, egipcia, china, védica o maya.