El «otro» Durruti: el hermano «anarcofalangista» de Buenaventura Durruti
/El controvertido Marciano Durruti, hermano del legendario Buenaventura, abandonó su militancia en el anarquismo para afiliarse a Falange, que acabó fusilándolo acusado de ser «anarquista»
No toda nuestra historia es pacífica. Hay lugares comunes, encuentros y desencuentros, omisiones, silencios deliberados. En suma, con frecuencia se tiende a polarizar la lucha política sin entender que, para ciertos sectores, existió un terreno militante donde se reconocían falangistas y anarquistas. Aunque minoritaria, este cierto terreno común va y viene a lo largo del tiempo, resucitándose en cada época. Bases Autónomas, organización neonazi muy activa a mediados de los ochenta, en 1986 llegó a celebrar (en realidad lo boicoteó) un 20N con un cartel en que aparecía Buenaventura Durruti para estupefacción del antifascismo y los anarquistas. La revista neonazi La Peste Negra, adscrita a Bases Autónomas, dedicó su portada a la conmemoración de la muerte del líder anarquista. Se leía «Durruti presente», junto a un retrato suyo. Aquella tendencia, autoproclamada por los grupos nazis como «anarcofascista», con todo lo que tiene de problemática esta palabra, pronto comenzó a usarse por la prensa y los ambientes militantes para referirse a un sector callejero y violento, disidente de la extrema derecha más ortodoxa, a la que calificaban de anticuada e incluso reaccionaria.
Tampoco ellos, muchos basistas acusados de participar en agresiones y escaramuzas, renegaban del término e imitaban la estructura de los grupos anarquistas, horizontales y sin líderes visibles, asamblearios y organizados mediante células, tal y como había sucedido con el terrorismo negro de los setenta. Las celebraciones del 20N eran calificadas por esta tendencia de «vergüenza nacional». Precisamente, en el número 2 del fanzine ¡A por ellos!, en un artículo titulado «Radicalismos», afirmaban lo siguiente: «Nosotros, revolucionarios del siglo XX, nos reclamamos herederos del espíritu que animó a las Revoluciones de nuestro siglo: el de los soldados rojos de la Revolución Soviética; el de los camisas negras del Fascismo; el que venía con las secciones de asalto hitlerianas; el que marchaba en los milicianos de Durruti; el de los hombres de la Larga Marcha de Mao». Existían ciertas afinidades ideológicas entre tendencias enfrentadas, como apunta Xavier Casals, uno de los mayores expertos en nuestro país en extrema derecha: «¿Es una mera anécdota la militancia antagónica de ambos hermanos? Quizá no lo fue en la medida que reflejó la ambivalencia falangista hacia el universo libertario español. Ya la bandera joseantoniana reflejó el afán de captar el ámbito obrero anarquista aglutinado por un sindicato no marxista y que pese a su carácter internacionalista llevaba la palabra “Nacional” en su rótulo: la Confederación Nacional del Trabajo [CNT]. De esta forma, la organización sindical y los fascistas españoles compartieron enseñas de colores rojinegros».
Su nombre ha pasado por la historia del movimiento libertario como un fantasma, una anomalía
LA EXTRAÑA CONVERSIÓN
Uno de los «héroes» del «anarcofalangismo» fue Marciano Durruti, descrito por Victoriano Cremer en El libro de San Marcos como «bajo y fuerte como un legionario romano de mirada insolente y penetrante, como todos los del clan, y palabra arrebatada, le mataron un domingo para más Inri». Su nombre ha pasado por la historia del movimiento libertario como un fantasma, una anomalía. Cuando su hermano mayor Buenaventura Durruti (que lo cita en muchas de sus cartas), quince años mayor que él, era ya una célebre figura del anarquismo nacional, a comienzos de los años treinta, mientras trabajaba de mecánico y chapista fue detenido en León acusado de participar en un intento de rebelión anarquista. Poco después llegó su extraordinaria conversión. Los falangistas locales desconfiaban de él. Su apellido y su historial libertario lo convertían en «peligroso» y un tipo poco fiable. Sin embargo, ingresó en Falange el 5 de febrero de 1936 con el aval, nada menos, de José Antonio Primo de Rivera, con quien coincidiría en la cárcel de Modelo de Madrid en julio de aquel año. Sin embargo, no tuvo muchos problemas y salió en libertad, sin que sepamos la razón de la indulgencia (se sospecha que quizás medió su hermano Buenaventura).
«Cuando fue detenido, no creyeron su rápida conversión de ferviente anarquista a irredento falangista. Para los fascistas era un infiltrado, un topo destinado a vigilar y desmoralizar a la retaguardia fascista»
Fue asesinado a manos de sus supuestos compañeros, que no vacilaron en aplicar la sentencia. Tampoco nadie terció en su defensa. Exaltado y seguidor acérrimo de Manuel Hedilla, el líder de la facción disidente falangista y acusado de una especie de golpe de Estado desde dentro de las filas del falangismo tras resistirse y oponerse a la polémica unificación de Falange Española con los tradicionalistas.
UN ANARCOFALANGISTA REPUDIADO POR TODOS
Cuando fue detenido, no creyeron su rápida conversión de ferviente anarquista a irredento falangista. Para los fascistas era un infiltrado, un topo destinado a vigilar y desmoralizar a la retaguardia fascista. En su causa, el Fiscal, en unos hechos que declaró probados y recogió la sentencia, afirmó que «el objeto era crear un partido fuerte para en su día adueñarse del Poder, que para ello contaba con la Guardia de Asalto y estaba preparando en Valladolid el personal designado para ocupar los cargos, que a toque de corneta se echarían a la calle todos los falangistas para llevar a cabo sus planes y que esto convenía hacerlo antes de que terminara la guerra. Que había que desprestigiar a la Guardia Civil diciendo para ello que en los primeros días del Movimiento había cometido asesinatos abandonando en los montes los cadáveres de sus víctimas. Que había en el Ejército muchas estrellas y que el Ejército ya quería mangonear a Falange» .
Su sitio era ninguno. Repudiado por los fascistas, tampoco fue acogido por anarquistas y socialistas. El periódico socialista Claridad, en abril de 1936, dio cuenta de su anterior detención: «En cuanto a la detención de un tal Marcelo [sic] Durruti en compañía de un pistolero a sueldo del fascio llamado Moldes hemos de decir que, aunque él se llama anarquista no es tal, pues los informes que de él tenemos son pésimos, y no hay más sino que nuestro querido compañero Buenaventura Durruti tiene la desgracia de ser hermano suyo, y este sinvergüenza trata de explotar el nombre limpio de su hermano, olvidando que este le tuvo que echar de su lado».
Fue condenado a morir ante un pelotón. Para la ejecución de la pena de muerte fue designado como lugar el Campo de Tiro de El Ferral (León), habiendo sido oficiado al jefe provincial de Milicias de FET y de las JONS para que designase el piquete que al mando de un oficial tendría que ejecutar la pena impuesta. Esta se cumplió el día 22 de agosto de 1937 a las diez y ocho horas y media.