El «pogo» antes del pogo
/El «pogo», el famoso baile punk, tenía su origen en un palo inventado muchas décadas antes. En España, donde los periodistas clamaron por «azotar» a su autor, se consideró un peligro. Aunque Sid Vicious se atribuyó ser el primero en incorporarlo al punk, años antes lo habían hecho The Beatles.
Saltabas una y otra vez hacia arriba de manera vertical. Se podían alcanzar grandes alturas o avanzar importantes distancias mediante saltos. Era el «pogo», el famosísimo palo de pogo cuyo origen se remontaba a 1891, cuando George H. Herrington, de Wichita, Kansas, patentó un zanco que contaba con un resorte en cada pie «para saltar grandes distancias y alturas». Este fue un antecedente del palo de pogo, también conocido como «pogo saltarín».
El palo de pogo moderno fue inventado por los alemanes Max Pohlig y Ernst Gottschall, que lo registraron en Hannover en marzo de 1920 como un dispositivo al que llamaron «zancos de salto de resorte». El pogo saltarín o palo saltarín es un dispositivo para saltar de pie con ayuda de un resorte. Se compone de un bastón con un asa para sujetarse por arriba y almohadillas para poner los pies. El resorte se sujeta a las dos secciones del bastón, que se extiende por debajo de las almohadillas de las patas. El usuario coloca los pies sobre las almohadillas mientras se balancea en el poste, luego salta hacia arriba o hacia abajo con un movimiento de flexión de rodillas para sumar o restar fuerza.
DOS INVENTORES ALEMANES UNIDOS A LAS HUESTES DEL PUNK
«Solía lanzarme saltando hacia los lados. Así como “poin, poin, poin”. Aterrizabas encima de ellos y los tirabas al suelo»
Inmediatamente recibieron un pedido para comercializarlo en Estados Unidos por los grandes almacenes Gimble Brothers. Sin embargo, llegaron mojados y con la madera podrida. En lugar de no volver a realizar ningún pedido, Gimble pidió que se produjera algo más resistente. SBI Enterprises fue la empresa encargada de hacerlo. Cuando llegaron a Estados Unidos se los llamó «Master Pogos» y rápidamente fueron un rotundo éxito, desatando una gran moda. Estudiantes, niños, oficinistas o jóvenes, entre muchos otros, marchaban cada día sobre sus pogos. Los Ziegfeld Follies se convirtieron en unos expertos en el pogo y hasta las coristas del Hipódromo de Nueva York realizaron espectáculos sobre ellos y se establecieron récords mundiales por saltos consecutivos y altura.
De las dos letras iniciales en los apellidos de sus inventores (Pohlig y Ernst Gottschall) es de donde proviene la palabra «pogo». Y entonces, según cuenta la leyenda punk, Sid Vicious se lo apropió y puso nombre a un tipo de baile que llevaba escasas semanas de moda en los shows de las primeras bandas punks londinenses como The Damned, Stranglers o Sex Pistols. «Él inventó el pogo. Al principio solo saltaba para poder ver mejor. Al final saltaba sin parar».
Sid Vicious tocaba en Flowers of Romance, y Sex Pistols y Damned habían ya publicado los primeros singles de la era punk que cambiaría el mundo de tantos adolescentes y no tan adolescentes. Sid Vicious lo contó de esta manera en The Great Rock 'n' Roll Swindle, el documental sobre Sex Pistols dirigido en 1980 por Julien Temple: «Solía lanzarme saltando hacia los lados. Así como “poin, poin, poin”. Aterrizabas encima de ellos y los tirabas al suelo». La actitud de Vicious pretendía ofender y molestar a los recién llegados, una oleada de tipos que semanas antes se burlaban de los primeros punks. La infancia de Vicious, durante los sesenta, estuvo dominada por los palos de pogo, habituales entre chiquillos y adolescentes. Quizás él no incorporó el nombre al fenómeno punk (Max Pohlig y Ernst Gottschall, es decir, el POGO, junto a las huestes punks), pero parece ser que fue de los primeros en inventar el baile.
Shane MacGowan, uno de los primeros seguidores de la escena punk, también atribuye el baile de pogo a Vicious, lo mismo que Viv Albertine de The Slits, que afirma en su autobiografía que el pogo se inspiró en la forma en que Sid saltaba de un lado a otro.
LA MODA DEL POGO, ESPAÑA Y LOS AZOTES
«El único juguete nuevo que se ha visto este año y que parece llamarse “pogo”, merece justa condenación, por tratarse de cosa peligrosa; a su autor debieran aplicarle pena de azotes»
Hay también algunas extrañas conexiones una década antes. En 1964, en plena fiebre londinense del swinging London liderada por bandas de pop ruidoso como Small Faces, The Beatles, The Kinks, y tantos otros, y por pandillas de mods, se estrenó A Hard Day’s Night, dirigida por Richard Lester, que tenía como protagonistas a The Beatles, convertidos ya en el gran fenómeno global del pop. En una de las escenas más conocidas, a partir del minuto 22:05, vemos a Ringo Starr bailando en una discoteca acompañado de un amigo suyo, un tipo que podría tratarse de Clifford Geertz, entonces profesor en la Universidad de Chicago y que tuvo la fortuna de participar como extra en la película. Dos años después, algo similar se veía en algunas noches en el legendario club londinense UFO en Tottenham Court Road.
En un momento dado (22:30), ambos se miran. Ringo Starr baila cada vez más frenético y parece querer enseñarle como se baila aquella música. Se ríen y bromean. Geertz, de pronto, en el minuto 22:45, comienza a imitar a su amigo, pero va más allá: empieza a saltar verticalmente. Lo hace muy arriba, mientras Ringo lo observa divertido y con cara de asombro. En el minuto 22:55, lo volvemos a ver dando grandes saltos hacia arriba, mientras Ringo lo imita. Al instante, un grupo de hombres, con evidente enfado, se dirige a Ringo, recriminándole su manera de bailar, invasiva y violenta («Aterrizabas encima de ellos y los tirabas al suelo», parecen resonar las palabras de Sid Vicious). Seguidamente, van a hablar con el resto de la banda, que está sentada un poco más allá. Señalan a Ringo, que sigue bailando junto a Geertz. The Beatles son expulsados de la fiesta sin saber quizás que acababan de sentar las bases para el baile del futuro: el «temido» pogo.
En nuestro país, los primeros palos de pogo aparecieron en enero de 1923. Los reyes magos de aquel año trajeron miles de pogos a los hogares españoles. La Época de Madrid, la mañana del 6 de enero, advierte que el único juguete nuevo que se ha visto este año y que parece llamarse «pogo», merece justa condenación, por tratarse de cosa peligrosa; a su autor debieran aplicarle pena de azotes. Se trata de un aparato compuesto de dos tubos con agarradores y un resorte de fuerza. El niño se apoya sobre unos estribos que llevan los tubos, funciona el resorte y el niño es obligado a saltar hasta un metro de altura. Esto representa, naturalmente, un peligro». Así es, había llegado el pogo.