Fotografiar el kaos
/Fidel es uno de nuestros grandes fotógrafos subculturales. Frente a su cámara han desfilado decenas de bandas de punk. Lleva años siendo uno de los mejores cronistas de la Barcelona subterránea. Agente Provocador quiso entrevistarlo y preguntarle por el lugar del que sale esa energía anárquica, cómo es eso de retratar el kaos
Fidel no establece separaciones o diferencias entre los retratados y él. Es un fan más, un miembro más de la enésima asamblea, un improvisado cronista que se sabe y quiere participar del mundo que retrata. Precisamente ese mundo es el que lleva documentando hace ya muchos años Fidel, habitual de aventuras y desventuras del punk en Barcelona, de los buenos y los malos tiempos. Decenas de bandas han pasado ante él, capturando un momento determinado en un concierto donde a duras penas el fotógrafo puede mantener su cámara a salvo, pero Fidel es uno de nuestros grandes fotógrafos subculturales y sin él lo que sucede en esa Rosa de foc, la indómita ciudad de las kasas okupadas y eventos alternativos con los mejores nombres (Blokes Fantasma y Kaos a Gracia), su retrato, podría perderse en un mundo de prisas, pantallas táctiles y acumulación de datos.
Agente Provocador quiso entrevistarlo y preguntarle por el lugar del que sale esa energía anárquica, cómo es eso de retratar el kaos.
[Fotografías: Fidel]
¿Cuándo comenzaste a tomar tus primeras fotografías y qué es lo que te llevó a ello?
La primera vez que llevé una cámara de fotos a un concierto fue cuando tocaron Soziedad Alkoholika en los antiguos cuarteles del Coto, en Xixón. Allí ensayaban un puñado de grupos en unos locales que habían okupado. El concierto era benéfico para la Asamblea de Okupas de Xixón y Soziedad Alkoholika habían sacado su maqueta hacía poco así que fue todo un acontecimiento. La cámara era terrible, las fotos todavía peores.
Crecí mirando las fotos que salían en los discos, el arte de las portadas... Cada vez que iba a casa de un primo que es un poco mayor que yo, me pasaba un montón de tiempo mirando sus discos. Me fascinaba toda su estética, aunque no acababa de entender muy bien de qué iba todo aquello.
«En ningún momento he querido ejercer de cronista, y si así hubiera sido, habría sido un estrepitoso fracaso»
A veces los fotógrafos son también cronistas de una época. ¿Sentiste en algún momento que era eso lo que pretendías hacer, es decir, capturar algo que en tu opinión era irrepetible?
Comenzó como una forma de tener un recuerdo de algunas bandas que pasaban por mi ciudad y de paso tener material gráfico para el fanzine que hacía. Más tarde me empecé a fijar en aspectos más creativos. Hace algunos años sí que tuve la sensación que algo muy bonito estaba pasando a mí alrededor y merecía la pena documentarlo de alguna forma. Pero en ningún momento he querido ejercer de cronista, y si así hubiera sido, habría sido un estrepitoso fracaso. Muchas veces me tocaba hacer turnos de puerta y barra, otras la noche me confundía, con lo que perdí la oportunidad de fotografiar un montón de bandas, sobre todo locales. Y aunque también intento mirar lo que pasa alrededor del foco de acción, la parte que considero más interesante del proceso, todas esas tareas invisibles que son las que realmente hacen que pasen las cosas, suelen pasar desapercibidas. En este sentido me parece muy interesante el proyecto de una amiga, El lenguaje de las sombras, que incide en esos aspectos que difícilmente salen en la foto.
«Me ilusiona participar de esa cultura del Hazlo Tu Mism@ tal y como yo la concibo. El punk más idealista y subterráneo»
¿Cuáles han sido las bandas que más ilusión te ha hecho retratar?
Suelo tener más presentes las bandas que me gustaría fotografiar que las fotos que ya hice. La mayoría de las fotos que hago son en espacios liberados. Ya sean casas okupadas y/o centros sociales autogestionados. Así que lo que me ilusiona es participar de esa cultura del Hazlo Tu Mism@ tal y como yo la concibo. El punk más idealista y subterráneo. El que intenta construir espacios de autonomía y resistencia, formas diferentes de relacionarse que cuestionen al capitalismo y el statu quo. La mayoría de estas zonas temporalmente autónomas van siendo engullidas por ese monstruoso infierno de especuladores y otros depredadores de diverso pelaje, así que me parece bonito tratar de preservar el recuerdo de estos espacios con la esperanza de inspirar dinámicas similares de resistencia. Dicho esto, me hacen especial ilusión las fotos que hice durante el periodo de vida del CSA de Xixón, los Kaos a Gràcia, que es un concierto pirata que hacemos todos los años en la calle, a modo de homenaje a nuestro amigo Roger, asesinado por unos nazis, este verano hará 15 años ya. Toda la Barcelona de esa época es algo muy especial para mí y me alegro de haber vivido una parte de ella con mi cámara bajo el brazo. Me gusta mucho cuando mis amigos me llaman para hacer fotos: como Arrest, Vértigo, Mentira, Destino Final. También fue muy «divertido» cuando fui a ver a Lebenden Toten a Copenhague hace un par de años y después de sacar fotos todo el fin de semana en el K-Town, al revelar los negativos me di cuenta que la cámara estaba rota y no salió ninguna foto. La magia del carrete, jajajaja.
¿Hay otros fotógrafos que te hayan inspirado o te sirvan de referencia? ¿Qué opinas de Martín Crudos y sus retratos?
Christine Boarts me inspiró para comprar una cámara reflex porque quería hacer fotos como las que ella publicaba en su fanzine, Slug & Lettuce. Otros fotógrafos que han sido una gran fuente de inspiración son Theun K., Ricky Adam y Aitor Aguire (Txisto). Murray Bowles, Glenn Friedman... Ahora me gustan mucho Christina Inferno, Mateus Modini. Tampoco me puedo olvidar de mi amiga Elsa. Su proyecto, Fem Punk, que intenta dar visibilidad a la mujer dentro del Punk es muy bonito. Al igual que sus trabajos de Palestina y la recogida del Olivo...
En el fotoperiodismo que cubrió los conflictos obreros de mi ciudad de origen durante los ochenta y noventa hay fotos que me marcaron. Javier Bauluz y los encuentros de fotoperiodismo que hace todos los años en la Semana Negra de Xixón me dieron la oportunidad de ver cosas interesantísimas. Me parece que tiene un mérito enorme lo que hacen y hay aspectos morales de su profesión que siempre me han hecho preguntarme cosas, sobre todo desde que conocí la historia de Kevin Carter primero y todo el Bang Bang club más tarde. Me gusta mucho por ejemplo lo que está haciendo Manu Brabo en este terreno.
Margaret Bourke White, Dorothy Lange, Weegee, Cristina Garcia Rodero, Joel Peter Witkin, Enrique Metenides, Shomei Tomatsu... Últimamente estoy fascinado con la fotógrafa anarquista Gerda Taro y Constantino Suárez, fotógrafo republicano que cubrió la Guerra Civil en Asturies y luego sufrió las consecuencias de su compromiso político.
Volviendo al Punk. Me encanta el trabajo de Martin. Me parece todo un referente de nuestra cultura en muchos aspectos, tanto en su faceta de fotógrafo como por lo que ha hecho con Los Crudos y Limpwrist para visibilizar el cuestionamiento del estereotipo dominante de macho blanco, heterosexual de clase media dentro del punk. Sus fotos reflejan la fuerza y la capacidad de comunicación que desprende su personalidad. Tampoco se me ocurre nadie más ahora mismo que empezase a sacar fotos de punks en los ochenta y que siga documentando el underground como él hace. En este sentido su perseverancia y dedicación son otra fuente de inspiración. Por cierto, si alguien sabe cómo conseguir sus dos últimos libros que me avise por favor, no me pude hacer con ellos en su momento y ahora no los consigo encontrar.
«Cuando tiro fotos en un concierto todo va muy deprisa. No hay tiempo para pensar, así que te tienes que zambullir en el ambiente, tratar de fluir con él»
¿Qué revistas y fanzines te han inspirado o con qué ideas trabajas a la hora de fotografiar? Muchas veces las imágenes que más nos sorprenden son aquellas que no estaban destinadas a publicarse. Con el tiempo nos parecen más auténticas. Me refiero a las imágenes que en su momento una determinada revista consideraba «no publicables».
Es algo bastante intuitivo. No hay muchas ideas premeditadas más allá de la mochila que llevo encima y como percibo lo que me rodea. Cuando tiro fotos en un concierto todo va muy deprisa. No hay tiempo para pensar, así que te tienes que zambullir en el ambiente, tratar de fluir con él, y al final tienen un poco de vida propia. Me gusta mantener en la medida de lo posible esa espontaneidad cuando hago retratos.
Si te paras a mirar, la naturaleza es una fuente inagotable de ideas. Me encanta perderme por fábricas, naves y edificios abandonados. Probablemente una obsesión personal por documentar las ruinas del mundo industrial en el que crecí. Algo a lo que me gustaría dedicarle más tiempo, porque están haciendo desaparecer estos lugares demasiado deprisa.
La cultura obrera con la que crecí, el Anarco-Punk británico de los ochenta y sus tentáculos, los movimientos autónomos de los setenta/ochenta y como han ido mutando son la base de mis ideas y por lo tanto supongo que dejan alguna marca por ahí.
«Intento mantener cierto espíritu de lo que los Germs llamaron “lo que hacemos es secreto”»
Casi todas, si no todas, no están destinadas a publicarse. Las he ido usando en los fanzines que he ido haciendo y son visibles gracias a l@s amigos y amigas que las han ido incluyendo en sus discos. Si han salido en otro medio es casi siempre porque me las han pedido para acompañar alguna entrevista. Si no fuera por los ánimos y apoyo de algunos amigos como Uge de Throne Records, que fue el primero que empezó a usar alguna durante la época de Don't Belong, Paco Mus, Kike (recomendaría que os pasarais por su Dinamo DIY Espai para conocer sus talleres y proyectos), Marat, o mi amiga Laura, seguramente estarían en un cajón.
Por un lado tengo cierto pudor, timidez, inseguridad innata. Por otro, intento mantener cierto espíritu de lo que los Germs llamaron «lo que hacemos es secreto». Las fotos son para las catacumbas de un entorno muy concreto. Esta es una época obsesionada por la imagen y el individualismo más extremo. Tengo la sensación que vivimos rodeados de cazadores de tendencias dispuestos a apropiarse de cualquier tipo de cultura y subcultura para explotarla como un mero producto de consumo mercantil. Todo vale. Y por eso pienso bastante en cómo encontrar el equilibrio entre un modo de cuidar nuestra independencia y facilitar el acceso a una cultura popular que no esté completamente vacía de contenido.