Kool-Aid: de la iluminación lisérgica de los Merry Pranksters al oscurantismo de Jim Jones
/El refresco en polvo Kool-Aid estuvo presente en dos acontecimientos claves del siglo XX con muy distinto significado: en los primeros acid tests y en la masacre de Jonestown.
Si los años sesenta se caracterizaron por el lema «Can you pass the acid test?», los setenta podrían ser recordados por «Drink the Kool-Aid». En ambos casos, la protagonista fue una popular bebida en polvo que se diluía en agua y que lo mismo servía para ingerir cianuro en un suicidio colectivo acaecido en Jonestown, que para tomar LSD.
Así lo relataba Tom Wolfe en Ponche de ácido lisérgico –cuyo título original en inglés era The Electric Kool-Aid Acid Test–, un libro en el que narraba las aventuras de los Merry Pranksters de Ken Kessey, haciendo tests de ácido a lo largo y ancho de Estados Unidos:
«Trajeron al centro del recinto un gran cubo de plástico, de los de basura, e invita ron a todo el mundo a que se sirviera un poco de ponche. Nadie se apresuró demasiado a aceptar la invitación: la gente se acercaba despacio, como paseando, y se servía el líquido en vasos de papel, y como el ponche era el refresco principal en casa de Del Cióse y de Hugh Romney y de otros amigos míos, pensé que era absolutamente natural que la ofrecieran en aquella fiesta…, y me serví un vaso, y luego otro, y vagué de aquí para allá un rato, y me serví un tercero […].
»Fue Romney quien tuvo la inspiración de servir “Ponche Lisérgico”, como él llamó al bebedizo. Habían…, sí…, “sazonado” el ponche con una dosis más que generosa de LSD. Era una broma, en parte, pero sobre todo era la natural culminación de las Pruebas del Ácido. Era un gesto, un gesto de pura generosidad ofrecer a los asistentes la dádiva de aquel ácido; era “poner en onda” a todo el mundo, era invitar a todo el mundo a participar en el éxtasis del Todo-Uno de los Bromistas…».
Sin embargo, la historia de Kool-Aid, se remonta a una época y un lugar nada pop o contracultural. Concretamente a un par de años antes de la crisis de 1929 en Hastings, un pequeño pueblo de Nebraska. En esa época, Edwin Perkins, un aficionado a la química que hacía experimentos en la cocina de la casa de su madre, descubrió que era posible eliminar el líquido de una bebida hasta convertirla en polvo. La idea, aparentemente anecdótica, resultaba comercialmente muy interesante desde el momento que reducía considerablemente los costes de envío.
Perkins patentó su idea con el nombre de Kool-Ade –que posteriormente cambiaría al definitivo Kool-Aid–, y comenzó a vender su bebida en seis sabores diferentes: frambuesa, cereza, lima-limón, uva y fresa. Cada sobre de Kool-Aid se vendía a 10 centavos de dólar (0,083 euros) aunque durante la época de la Gran Depresión, se vio obligado a bajar el precio a la mitad, convirtiéndose en un éxito de ventas y viéndose obligado a trasladar la producción a Chicago.
En los años 50 la empresa de Edward Perkins producía mas de un millón de sobres de Kool-Aid al día. Un éxito que llamó la atención del gigante de la alimentación General Food que, tres años más tarde, adquirió la compañía y la convirtió en un icono pop del siglo pasado. Para ello, además de apostar claramente por la publicidad, General Food incorporó novedades como Kool-Aid Man, una jarra con aspecto humano que se convirtió en la mascota de la marca y apareció en gráficas, merchandising y anuncios de televisión o cine.
La publicidad de Kool-Aid no dejaba de ser reflejo de su época. Conscientes o no de que la bebida había sido utilizada por The Merry Pranksters de Ken Kessey para diluir LSD, lo cierto es que los creativos utilizaron con frecuencia la iconografía psicodélica de los 60 para sus comerciales, algunos de los cuales fueron protagonizados por The Monkees o Bugs Bunny.
Sin embargo, toda esa luminosidad y optimismo desapareció cuando, el 18 de noviembre de 1978, los miembros del Templo del pueblo del reverendo Jim Jones se suicidaron en masa en Jonestown, la ciudad que el líder había fundado en la Guyana.
Para asegurarse de que todos los acólitos cumplían con el designio de Jones y tomaban una dosis de veneno compuesta por cianuro, Valium, prometazina e hidrato de cloral, los responsables del Templo del pueblo disolvieron la mezcla en bidones de Kool-Aid.
Aunque Kraft Foods, actual propietaria de la bebida en polvo, ha afirmado en diferentes ocasiones que el veneno no fue disuelto en Kool-Aid, sino en otra marca de la competencia, concretamente Flavor-Aid, lo cierto es que en los almacenes de Jonestown había existencias de los dos productos. Que la fama se la llevara Kool-Aid responde únicamente al hecho de que era más popular que Flavor-Aid y estaba más presente en el imaginario de los estadounidenses, empezando por los periodistas que narraron el hecho..
Aunque se temió que el suicidio colectivo de 1978 perjudicase comercialmente a la bebida en polvo, lo cierto es que su popularidad no se resintió. En la actualidad es considerado el refresco oficial de Nebraska y cada año, la localidad de Hastings celebra el Festival Kool-Aid en reconocimiento a la bebida que les puso en el mapa. Además, ha servido para acuñar la frase Drink the Kool-Aid que define aquellas decisiones que son acatadas por la persona sin discutirlas y con fe ciega.
En septiembre de 2019, por ejemplo, durante el Climate Forum 2020, el exgobernador de Massachusetts Bill Weld utilizó la frase para calificar la actitud de Donald Trump y sus seguidores a la hora de negar constantemente el cambio climático. Según Weld, «el señor Trump y sus seguidores más cercanos son como Jim Jones: Drink the Kool-Aid y no pienses en otra cosa, tan solo en Drink the Kool-Aid. No hay mucho que hacer con estos tipos».