La santa muerte: crucifijos convertidos en armas o fundidos con balas
/Es 1867 y toda Irlanda, en medio de los combates callejeros, es un país convulso donde se enfrentan los partidarios de la independencia y los leales a Inglaterra. En aquel mismo año, la Hermandad Republicana Irlandesa (IRB, según sus siglas en gaélico), una organización secreta irlandesa que perseguía la independencia para su país, comenzó una oleada de atentados en Londres y Manchester, sobre todo contra cárceles y centros de detención. Aquello se llamó la «rebelión feniana». Se vivía en estado casi de excepción. Los independentistas católicos irlandeses fabricaron una singular arma, una mortífera pistola-crucifijo de unos treinta centímetros. Vestidos como sacerdotes y portando el crucifijo pasaban desapercibidos y, si era necesario, atacaban a los soldados ingleses. ¿Podría alguien esperar un ataque semejante?
Estaba fabricada en hierro, salvo los tapones y la figura de Jesús, que eran de bronce. Al ser un arma lógicamente clandestina, no llevaba marca alguna o lugar de fabricación. Su funcionamiento era muy ingenioso: en el interior de la cruz se introducían las balas y un bote con fulminantes; en la otra parte de la cruz, un tubo con pólvora negra.
La pistola se disparaba cargando el cañón y, posteriormente, tirando de la anilla superior. Un muelle hacía que el martillo golpease el fulminante y el arma disparaba. Las balas eran del calibre 9 milímetros.
Más de siglo después, vimos la continuación de aquella rudimentaria arma en Constantine (2005), donde un salvaje Keanu Reeves libraba del mal con ayuda de su ametralladora-crucifijo. La fantasía hecha realidad por los independentistas irlandeses alcanzaba una dimensión más mortífera.
Sin embargo, las armas convertidas en crucifijos, o estos transformados en recordatorios bélicos, como un fetiche oscuro del poder destructor o creados bajo la creencia supersticiosa de que los protegerían de las balas enemigas, también pueden verse en los crucifijos fabricados con balas. Quizá la más célebre sea la fabricada por Bernard Valentine, un fabricante de armamento inglés, durante la Primera Guerra Mundial, alrededor de 1916-1918. Se han encontrado, igualmente, crucifijos fundidos con balas Level que durante la Primera Guerra Mundial los franceses colocaron en las trincheras como protección sagrada en la batalla de Verdun. La cruz está hecha con dos vainas francesas de cartuchos Lebel de 8 mm y, en la parte superior, tres proyectiles alemanes que forman la cruz. El Cristo está montado en el centro. En otras ocasiones, la cruz se montaba simplemente soldando balas.
En nuestro país se conservan varios crucifijos realizados con balas durante la Guerra Civil, posiblemente obra de la iconoclastia de milicianos.