Las flappers anarquistas que quisieron reinventarlo todo
/Su aparición en la cultura de entreguerras, en medio de noches sin fin y bandas de jazz, fue todo un acontecimiento. Las flappers presumían de bonanza económica, aunque en realidad no fuesen chicas con recursos. Los años anteriores habían estado dominados por la carestía y la crisis económica. La austeridad se había impuesto en todo el país. Ellas parecían exorcizar todo aquello. Su sorprendente imagen de chicas formando grupos, ruidosas y amantes del baile, extravagantes y directas, las convirtió en algo único en aquel momento.
La flapper solía vestir perlas, vestidos rectos y una pequeña melena siempre por encima de los hombros. Al bailar no le importaba enseñar parte de sus piernas. Reían y, sobre todo, se divertían. Las dimensiones de las faldas se redujeron. Los pintalabios y el maquillaje, aún no del todo bien vistos y relacionados con el mundo de los cabarets y la prostitución, fueron otra seña de identidad de la flapper.
En conjunto, aquello era un escándalo, y hubo quien conectó el fenómeno con el feminismo y los derechos de la mujer. No se equivocó. Muchas flappers eran decididas feministas, mujeres que reclamaban su espacio en la calle y en la noche, chicas que salían sin compañía de hombres pero que en cualquier momento decidían si volverían solas a casa o no. Artistas como la bailarina negra Josephine Baker, que por aquellos años actuó en Europa vestida solamente con una falda hecha con plumas o plátanos, junto con sus movimientos provocativos, en una celebración de la sexualidad sin tapujos, dio lugar a una oleada de indignación entre los sectores más conservadores. Baker, además, se rodeaba de animales exóticos, como serpientes o tigres.
Así que no era del todo sorprendente que algunas flappers abrazaran el movimiento revolucionario inglés, en este caso el anarquismo. Este recorte de prensa, publicado por el Daily Mirror en su edición del 14 de abril de 1914, en plena época convulsa y agitada, es una prueba de un momento de unión y solidaridad entre flappers convertidas en anarquistas y anarquistas seguidoras de las flappers.
Sucedió en Newcastle-on-Tyne. Lo sorprendente de aquella imagen y la misma noticia fue lo que las flappers expresaban, o que al mismo tiempo negaban. Los anarquistas, que diariamente eran presentados en la prensa como barbudos airados, también tenían esta imagen. Sonaban los tambores de guerra, y un corresponsal del periódico acudió a un mitin anarquista, escribiendo más tarde que se trató de una reunión de delegados libertarios, entre treinta y cuarenta, «incluyendo tres chicas flapper», que intervinieron en la tribuna. «Iban vestidas como respetables Unionistas o Liberales», añadió con ironía.