Las chicas de la esvástica
/Antes de que los nazis popularizasen el milenario símbolo de la esvástica, las flappers la pusieron de moda, luciéndola en sombreros y vestidos, y bailando con ella. Hubo hasta una «Reina de la Esvástica» negra
Las ciudades de medio mundo habían sido arrasadas en una lluvia de fuego como nunca antes se había visto. Junto con la Primera Guerra Mundial, que dejó un panorama desolador de mutilados, edificios destruidos y miedo, se extendió una ola de pesimismo. El mundo, por vez primera, tomó una apariencia aterradora. Las máquinas de matar eran cada vez más poderosas, la pobreza azotaba y llegó la inflación y el desplome bursátil. Sin embargo, los años venideros, durante el periodo de entreguerras, vivieron un auge de fenómenos de exaltación de lo que la noche traía. Los radicalismos estéticos iban de la mano de filosofías vitalistas ideales para un mundo cada vez más frenético. Las flappers estadounidenses, surgidas en aquellos años, fueron feministas y transgresoras. Salían juntas sin hombres, usaban faldas cortas, no llevaban corsé, lucían un corte de cabello especial (el popular bob cut) y escuchaban jazz. También usaban mucho maquillaje, bebían licores fuertes, fumaban en público, conducían, con frecuencia a mucha velocidad, y tenían otras conductas que se alejaban de la norma. De pronto, en medio de aquel ambiente un símbolo se puso de moda: la esvástica, el ancestral símbolo asociado a la felicidad y prosperidad que en unos años sería adoptado por los nacionalsocialistas alemanes. Las flappers lucieron esvásticas en sombreros o chaquetas, incluso se diseñaron alfombras y colgantes con esvásticas que pretendían atraer la fortuna frente al desánimo guerrero y apocalíptico. Hubo hasta una «Reina de la Esvástica» negra en 1932, justo cuando la moda y aquel estilo de vida empezaban a desaparecer por culpa de la Gran Depresión.
LA FLAPPER QUE LA PUSO DE MODA
«La imagen en realidad fue tomada un poco antes, el viernes 13 de abril de aquel año, con lo que una supersticiosa Bow se protegía así de la mala suerte»
La famosa actriz de cine mudo y prototipo de chica flapper Clara Bow, en junio de 1928, en la cima de su popularidad, apareció en The New Yorker luciendo un sombrero adornado con varias esvásticas, mientras se rodeaba de polémica por su alcoholismo y abuso de drogas. En el artículo se alude únicamente a que Bow ha adoptado el «símbolo indio» de la esvástica. Al parecer, la imagen en realidad fue tomada un poco antes, el viernes 13 de abril de aquel año y publicada en Los Angeles Times, con lo que una supersticiosa Bow se protegía así de la mala suerte. Cuatro años más tarde, Bow no quiso llevarla durante un viaje a Alemania.
LAS CHICAS DE LOS PALOS DE HOCKEY
Al mismo tiempo, continuando una tradición que había comenzado años antes, varios equipos deportivos convirtieron la esvástica en su símbolo absoluto, como las Fernie Swastikas, un equipo femenino de la Columbia Británica de hockey que era como la versión flapper de un deporte dominado por hombres. En 1923, cuando la esvástica ya había sido adoptada por los nazis, aunque pocos la conocían fuera de Alemania, ganaron un campeonato.
Las chicas de la esvástica era una respuesta en clave femenina a otro equipo, esta vez masculino y célebre, fundado unos años antes, los canadienses The Windsor Swastikas, surgidos en 1905 y que en 1916 ya habían dejado de existir. Ese mismo, tomó el relevo un equipo de mujeres, las Edmonton Swastikas del estado de Alberta, que también tenían en su equipamiento una esvástica rodeada por un círculo a modo de escudo. De pronto, la esvástica parecía estar en todas partes: los soldados estadounidenses de la 45ª División de Infantería, la lucían en su hombro, una cruz gamada dorada sobre un rombo rojo, que a su vez la habían tomado de una insignia religiosa de los indios nativos americanos que la división adoptó en su honor. Luego, sin embargo, quizás conscientes de la confusión que podía provocar, la sustituyeron por el «pájaro de la tormenta». Y hasta la Coca-Cola la utilizó. Asociado a la fortuna del amor, se comercializó como fetiche en San Valentín.
KIPLING Y SU OBSESIÓN POR LA ESVÁSTICA
Claro que para entonces la esvástica se había visto tanto que hasta el escritor Rudyard Kipling, influenciado por la cultura de la India, tenía una esvástica en la cubierta de todos sus libros, asociándola a su significado de símbolo que atrae la felicidad y la fortuna, concretamente del sáncristo, que quiere decir «bueno ser». Kipling había nacido en la India, pero la versión que utilizaba, el símbolo orientado a la izquierda, no se llamaba esvástica, sino sauvástica. Sin embargo, esta costumbre terminó cuando los nazis se apropiaron del símbolo.
Hasta en España era un símbolo de poder y espiritualidad, incluso cuando los nazis alemanes ya lo habían asumido, aunque aquí no era bien conocida hasta que estos se hicieron con el poder en 1933. Cuatro años antes, el 2 de julio de 1929, el periódico La Nación, publicó un relato de Edmund Romazieres titulado El Castillo del Miedo que decía: «En el cuello de la guerrera llevaba una esvástica, ese signo misterioso venido a Europa desde Oriente», asociándolo a la fortuna. Más tarde, con la llegada del Tercer Reich, el símbolo tomó otro cariz y el mundo enmudeció.