El «hechicero» Orson Welles: cuando Escocia fue Haití
/Un jovencisímo Welles dirigió Voodoo Macbeth, una perturbadora obra que tomó el texto de Shakespeare y lo convirtió en un catártico ritual vudú. Algunos aseguraron que su estreno provocó extraños acontecimientos
[Vía Dangerous Mind]
Todo es posible, sobre todo si eres Orson Welles. ¿Un ejemplo? Convertir la shakesperiana Macbeth en una obra performativa sobre vudú, logrando que durante una hora Escocia fuese… Haití. El 14 de abril de 1936, el día del estreno de Voodoo Macbeth, el público colapsó las aceras y entrada del Teatro Lafayette de Harlem. Cerca de diez mil personas esperaban ansiosas entrar al local, lo que provocó que el tráfico de la zona se viera afectado por la masiva afluencia. A la primera exitosa función le siguieron muchas otras por todo el país. Su director era un jovencísimo Orson Welles en una producción financiada por el New Deal, el intervencionista programa económico con el que el presidente Roosevelt hizo frente a la profunda crisis de los años treinta y el desplome financiero de 1929.
EL HECHICERO CONVERTIDO EN ACTOR
«Obviamente el Macbeth original debía sufrir una serie de cambios, como sustituir a las tres famosas brujas por un grupo de bateristas y bailarines de vudú»
Durante la segunda mitad de los años treinta, el Proyecto de Teatro Federal financió presentaciones para dar trabajo a los actores más precarios y mantener así los escenarios abiertos. Uno de estos proyectos fue la obra Macbeth, creada por la Unidad de Teatro Negro, que estaba dirigida por Orson Welles, entonces con solo 20 años.
Obviamente el Macbeth original debía sufrir una serie de cambios, como sustituir a las tres famosas brujas por un grupo de bateristas y bailarines de vudú. «Cuando hicimos el Voodoo Macbeth, fue todo un éxito —cuenta John Houseman, amigo personal del director y también parte de la compañía de teatro negra—, y obtuvimos muy buenas críticas, excepto por algunos periódicos republicanos acérrimos. Percy Hammond escribió una crítica absolutamente horrible diciendo que era una desgracia que se gastara dinero en estas personas que ni siquiera podían hablar inglés y no sabían hacer nada. Fue una crítica terrible. Teníamos en el elenco de Macbeth unos doce tambores vudú, un hechicero y un curandero que solía tener convulsiones en el escenario todas las noches».
Al parecer, la interpretación del hechicero aterrorizó a críticos y espectadores. Incluso hubo quien dijo que se habían producido extraños sucesos al día siguiente del estreno. Una persona del equipo falleció en circunstancias que nunca fueron aclaradas. Aquel día, tras la función los actores, incluidos los percusionistas y bailarines, siguieron en el teatro tocando y danzando hasta bien entrada la noche.
Uno de los ilustres espectadores de la obra fue Jean Cocteau, quien en Mon Premier Voyage, expresó su admiración por el espectáculo. Según Cocteau, a pesar de la trasmutación de la ancestral Escocia por la aún enigmática Haití, el espíritu de la obra seguía intacto. Todo le encajaba: los percusionistas, los bailes y los espíritus.