¡Te devorará!

La vida de Pedro González o Petrus Gonsalvus sigue siendo un completo misterio, al menos hasta que aconteció el hecho que marcaría su vida y lo inscribiría en la historia como uno de los más famosos casos de hombres lobo sobre los que hay una ingente cantidad de información. Pedro González, conocido como el «salvaje gentilhombre de Tenerife» o el «Hombre Lobo canario», nació en Tenerife en 1537. Los conquistadores solían representar a los guanches como salvajes subhumanos o prodigios extraños, en una época que perseguía, tanto en las islas como en la conquistada América, dar con supuestas monstruosidades (cuando no las inventaban, como las célebres sirenas de Colón). Cuando los conquistadores dieron con Pedro, un niño cubierto de pelo que asemejaba a un lobo, se quedaron fascinados, hasta el punto de que lo trasladaron hasta la corte de Enrique II, que quería estudiar de cerca este prodigio

El rey convocó a un séquito de eruditos y científicos que estudiaron su caso. Aparte de sus anomalías físicas, Pedro parecía normal e ignoraba que en aquella corte permanecería más de cuatro décadas. Giulo Alvarotto, enviado diplomático del rey de Italia en la corte francesa en esas fechas, lo describió así: «Su cara y su cuerpo está recubierta por una fina capa de pelo, de unos cinco dedos de largo (9 cm.) y de color rubio oscuro, más fina que la de una “marta cibellina” y de olor bueno, si bien la cubierta de pelo no es muy espesa, pudiéndose apreciar bien los rasgos de su cara». 

Las fantasías de los conquistadores giraban en torno al descubrimiento del «buen salvaje», es decir, el salvaje idílico y perfecto, vigoroso, una raza extraordinaria. Y por esta razón, para probar que el «salvajismo» podía ser transformado en algo «loable y civilizado», decidieron que Pedro estudiase junto a los mejores maestros. El rey lo convirtió en su protegido y otorgó el puesto de «sommelier de panneterie bouche du roy», puesto reservado para los nobles de mayor rango y con un sueldo de 240 libras anuales. Además se le concedió el derecho de la anteposición del «Don», en su nombre, por ser descendiente de un rey guanche. Años más tarde se casó con una parisina llamada Catherine, con la que tuvo seis hijos. La mayoría, salvo dos, adquirieron el mismo síndrome («hipertricosis»). 

Todos los príncipes y reyes se interesaron por su caso, sobre todo Rodolfo II, que desde Praga se convirtió en el «rey oscuro», alguien obsesionado con lo extraño e insólito. Su retrato presidió uno de sus salones. En Munich, toda la familia de Pedro fue retratada por orden expresa del Duque Alberto IV de Bavaria. En Italia fueron examinados por Ulises Aldrovandi. Algunos de estos retratos aparecen en Monstrorum historia (1642). 

Murió en 1618 en Capodimonte, Italia.