Los nazis visitan el Tíbet
/Los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, buscaron el reino oculto de Agartha, un territorio cuya existencia se basaba en mitos y leyendas, pero en el que ellos, dispuestos a dar con la «antigua estirpe aria», creían. En su intento por evitar cualquier asociación de esas supuestas raíces arias con el Sur, los nazis emprendieron numerosas y costosísimas expediciones a distintos lugares del mundo, cuyo objetivo último era dar con evidencias objetivas de sus alocadas teorías.
Uno de estos lugares fue el Tíbet. Allí fueron varias expediciones que se entrevistaron e hicieron pruebas con los tibetanos. En 1938, Adolf Hitler envió una expedición nazi al Tíbet al mando de Ernst Schäfer, acompañado por «cinco sabios alemanes» y veinte miembros de las SS. El ideólogo de esta misión era Frederick Hilscher, jefe del departamento de esoterismo de la Ahnenerbe, una sociedad constituida el 1 de enero de 1935 para estudiar la antigua historia del espíritu, mejor conocida como «herencia de los ancestros».
La misión consistía en entablar lazos con los misteriosos habitantes de la cavernas pertenecientes al pueblo de Agartha. Sin embargo, con el tiempo se descubrió algo más: los sucesivos líderes tibetanos estrecharon lazos con poderosos jerarcas nazis. Con el tiempo, los nazis recibieron un documento del Consejo de Regencia, organismo que dirigía el Tíbet, donde aceptaban a Hitler como jefe de todos los arios, y porque en algunas castas altas de la India, el Tercer Reich fue saludado, e inclinadas algunas cabezas ante la presencia de la esvástica, aunque no como muestra de respeto al nazismo, sino por ser la esvástica un símbolo del siglo V a. C. que significa «buena suerte» o «forma bendita». Lo cierto es que como resultado de este viaje, en Berlín se instaló una comuna de monjes tibetanos, incluso algunos defendieron mediante las armas dicha ciudad del asedio soviético en 1945.
Como el caso del nazi Bruno Berger, condenado en 1970 por haber participado en asesinatos masivos durante su etapa en el campo de concentración de Natzweiler-Struthof, dentro del programa Ahnenerbe (Herencia ancestral) emprendido por August Hirt. Berger, en su intento por dar con más «material de estudio», pidió que se exterminase a los judíos para luego estudiar sus cráneos. Durante el juicio se probó que, como mínimo, en agosto de 1943 había ejecutado mediante gas a unas ochenta personas. El Dalái Lama, sin embargo, no dudó en estrechar su mano. Cuando los periodistas le preguntaron de qué conocía a Berger, afirmó lo siguiente: «Sí, me he visto con él en varias ocasiones en años recientes. La última vez fue en Londres junto con Heinrich Harrer, pues era una invitación suya».
No era la primera vez que se veían las, por lo general, excelentes relaciones entre nazis y líderes tibetanos. Jamphel Yeshe Gyaltsen, quien en su momento fue líder de los tibetanos, se reunió con los nazis y fotografió bajo el símbolo de la esvástica, algo muy curioso teniendo en cuenta que los tibetanos, desde tiempos ancestrales, venían usando el símbolo de la esvástica pero con significados completamente distintos. Otro caso fue la gran amistad del Dalái lama con el nazi Heinrich Harrer.
Fascinado por estas relaciones, el periodista Tilman Muller declaró para la revista Stern que «La corte tibetana solía tener estrechos vínculos con el régimen nazi. Las expediciones de las SS fueron recibidas en Lhasa con muestras de profundo respeto. A día de hoy, Su Santidad [el Dalái Lama] nunca se ha distanciado de estas relaciones vergonzosas». Otro ejemplo es el del nazi chileno Miguel Serrano y su amistad con el Dalái Lama. Miguel Serrano fue líder del Partido Nazi chileno y, además, autor de varios libros donde expresa su visión de Adolf Hitler como un dios terrenal. Cuando trabajaba como embajador de Chile en la India, entre 1959 y 1962, Serrano, aunque abiertamente partidario de los nazis, mantuvo en silencio estas ideas acerca de Hitler. Sin embargo, a partir de 1978 comenzó a publicar una serie de libros donde realizó afirmaciones en un contexto de ensalzamiento del nazismo. Luego, se interesó por el ocultismo y la magia sexual.
En una entrevista, Serrano declaró: «[El Dalái Lama] me invitó a ir a Dharmasala, donde vive ahora. Tuvimos una charla muy interesante. Es bueno saber que antes de que se introdujera el budismo en el Tibet, los tibetanos eran una raza guerrera y su religión, el Bön, utilizaba también el mismo símbolo de la esvástica del hitlerismo. Hasta ahora los servicios de inteligencia de Inglaterra y Estados Unidos han sido incapaces de descubrir los verdaderos vínculos misteriosos que existían entre el Tibet y la Alemania hitlerista».