¡Amamos a este Jack el Destripador! El retorno del doctor Caligari
/La película El hombre de las figuras de cera, un clásico del expresionismo alemán, cuenta con una de las escenas más bellas y perturbadoras de la historia del cine: la aparición de un espectral Jack el Destripador.
Los años de la República de Weimar en Alemania trajeron oscuridad y tumultos, una creatividad frenética que surgía de imaginarios que, en algunos casos, anunciaban lo que sucedería una década más tarde con la aparición y posterior toma del poder a manos de los nazis. El ciclo de películas sobre las que tanto se ha hablando, como Nosferatu o El gabinete del doctor Caligari, entre otras, que presentaban males por venir, personajes despóticos y tiránicos, monstruosos, se completó con una película menos conocida como fue El hombre de las figuras de cera, estrenada en 1924, con dirección de Paul Leni y guión de Henrik Galeen, conocido por haber dirigido, escrito el guión y actuado en la pionera El golem (1913), justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial.
Galeen también fue el encargado del guión de aquella impecable Nosferatu, que reactualizó la historia del vampiro Drácula y la hizo aún más tenebrosa. Nosferatu, para Galeen, era la misma peste.
El hombre de las figuras de cera se inicia en una feria de atracciones, un lugar común para otras películas clásicas como El gabinete del doctor Caligari. Una de sus atracciones tiene varias figuras de cera en las que aparece Emil Jannings, uno de los rostros más conocidos del Fausto de Murnau.
El protagonista es un poeta fascinado por las figuras de cera que, justo al final, es perseguido por un terrorífico hombre que es ni más ni menos que Jack el Destripador, en realidad el actor Werner Krauss. La escena, construida como una sofisticada y larga fantasmagoría en las que el terrible Jack va y viene, persiguiendo sin descanso a los protagonistas en medio de escenas y planos de enorme belleza, fue descrita por el gran Kracauer como una de las escenas más impactantes y bellas de la historia del cine.
«Werner Krauss, el Jack el Destripador en esta película, había interpretado al doctor Caligari, el prototípico tirano de aquella época»
La persecución tiene lugar en medio de un sueño y los decorados son asfixiantes, herencia directa de lo mejor del expresionismo alemán. Las figuras de cera representan a grandes personajes del pasado, como antiguos reyes, héroes o criminales. La sensación no es la de un pasado que regresa en sueños, sino la de miedos y terrores contemporáneos, como las violencias y muertes durante y tras la Revolución alemana, en la que bandas paramilitares daban caza y asesinaban a izquierdistas en las calles alemanes, así como la depresión económica y la amenaza de otra guerra y el totalitarismo. Una y otra vez retorna el miedo a los tiranos y un gobierno en manos de locos donde se invertía la situación: los locos somos nosotros. La escena es un ejercicio del mejor surrealismo, algo espectral y aterrador que emerge del subconsciente, rodeada de escenarios imposibles y oscuridad. Y no casualmante, Werner Krauss, el Jack el Destripador en esta película, había interpretado al doctor Caligari, el prototípico tirano de aquella época.
Con la llegada de los nazis, el mismo Krauss se rindió ante los «encantos» del führer. Goebbels lo nombró «actor del Estado» por su declarado antisemitismo y simpatías hacia el nuevo régimen. También aparecía la figura de Iván el Terrible, que era otro viejo conocido: Conrad Veidt, el famoso Cesare de El gabinete del doctor Caligari.