Bajo las garras de Pulgasari
/Eran otros tiempos. El miedo se había instalado en todos los hogares. Lo llamaban Guerra Fría y, durante cuarenta años, determinó las dos formas de entender el mundo. Las ideologías se atrincheraron tras una barrera de amenazas veladas y armas nucleares. Por un lado, el comunismo. Por otro, el capitalismo. En 1978 se comenzaron a notar las primeras señales del seísmo que supondría la caída de la Unión Soviética cuando la China comunista comenzó un cambio gradual en su sistema económico.
En aquel mismo año, en la cercana Corea del Sur, cerraba la productora cinematográfica Shin Films, propiedad del director Shin Sang-ok Shin, quien llego a ser conocido como «El Orson Welles surcoreano». Junto a él colaboraba en las labores de producción su mujer, la famosa actriz Choi Eun-hee. La razón de aquel cierre no se debió a razones artísticas sino al clima de represión que se inicio en el país con la subida al poder, mediante un golpe de estado, del militar Park Chung-hee.
Algunas fuentes afirmaron que la pareja no soportó la presión política y social ejercida sobre ellos. Otros, en cambio, aseguraron que Shin cometió adulterio durante su relación. Sea como fuere, el resultado terminó siendo el mismo: el matrimonio se separó aquel mismo año. A pesar de ello, la pareja mantuvo unas cordiales relaciones gracias a las cuales, a finales de aquel año, Choi Eun-hee comunicó a su exmarido su intención de viajar a Hong Kong, donde una productora se había ofrecido a reunirse con ella, ofreciéndole revitalizar su maltrecha carrera.
Cuando llegó a su destino, Choi desapareció misteriosamente. Shin creyó que su exmujer había sido víctima de un secuestro. Defenestrado por el aparato político de su país, entendió que era inviable pedir ayuda a su gobierno, por lo que puso rumbo a Hong Kong, donde esperaba rescatar a Choi, pero donde también él terminó desapareciendo.
Y después, el silencio. ¿Qué diantres había pasado?
Pasados cinco años de la desaparición de la pareja, se estrenó la que sería la primera de siete películas producidas en Corea del Norte y dirigidas por Shin Sang-ok. De ellas, la que más éxito tuvo fue Pulgasari, un trasunto de Godzilla donde el monstruo, en lugar de destrozar ciudades, se ponía del lado del campesinado frente a la tiranía de los terratenientes locales. Las malas lenguas afirmaban que Choi y Shin habían huido a Corea del Norte al comprobar como el régimen de su Corea natal impedía el desarrollo de sus profesiones.
Pero la verdad era bien distinta.
Según sus declaraciones, el autor intelectual de los secuestros del año 1978 no fue otro que Kim Jong-Il, hijo del, en aquel momento, Gran Líder de Corea del Norte y que, a la muerte de su padre, se convertiría en el Amado Líder del país.
Kim estaba obsesionado. En 1970 se había convertido en jefe del Departamento de Cultura y Arte del Partido Comunista, tuvo siempre en mente el poner en órbita las artes en su país, para lo cual, y siempre según su biografía oficial, escribió ¡1.500 libros y compuso 6 operas! Gran amante del cine, se dice que contaba con una videoteca con más de 20.000 títulos, de entre las que destacaban como sus favoritas las películas de Rambo, Viernes 13 y James Bond, personaje que, probablemente, le diera la idea del secuestro que, al fin y a la postre, le permitió dar un paso más en su sueño de crear un Hollywood norcoreano.
Es difícil separarse de un personaje tan atrayente como lo fue Kim Jong-Il, del que durante años y de forma oficial se dijo que no defecaba, alguien que prohibió el tabaco en toda Corea del Norte cuando se decidió a dejar el habito o que, como remedio contra el hambre de su país, decidió criar conejos gigantes. Pero él no es el protagonista de esta historia.
Durante cuatro años, Shing se estuvo resistiendo a cooperar con Kim Jong, pero al final la reclusión en un campo de concentración, el hambre y las continuas amenazas sobre Choi terminaron por convencerle de iniciar una «colaboración» artística en la que Kin Jong ejerció como guionista y productor de las siete películas que rodó este imposible dueto. Tras la huida y fruto del síndrome de Estocolmo, Shin llego a pedir disculpas a su captor y antiguo compañero de rodaje por entender que le había engañado. Repudiados por Corea del Sur, a pesar de las declaraciones de haber sido secuestrados, el matrimonio terminó recabando en los Estados Unidos donde Shim continuó vinculado al mundo del cine a través de la dirección y producción de la saga de películas 3 pequeños ninjas.
P. D.: Los de Shim y Choi no fueron los únicos secuestros perpetrados por el Gobierno de Corea del Norte. En el periodo comprendido entre 1977 y 1983, un total de 17 japoneses desaparecieron en aquel país. Muchos de aquellos ciudadanos nipones fueron destinados a dar clases de cultura y lengua japonesa a miembros de los servicios secretos.