Cuando los punks destruyeron la Semana Santa
/Se hablaba de un «Congreso internacional de punkies». El año en que penitentes y punks, cirios en mano, se enfrentaron y provocaron el caos en Pamplona y Cuenca
Hubo empujones, insultos y cánticos entre decenas de personas que se apretujaban por las estrechas calles del casco viejo de Pamplona. Caía la madrugada y la imagen regresaba desde la iglesia de San Agustín hasta la de San Lorenzo. Un sector de ellos eran penitentes de la Hermandad de la Pasión que acompañaban a la Virgen de la Soledad por las calles, acompañados por decenas de fieles que marchaban en silencio y con la mirada llena de miedo ante la presencia de cientos de punks que salían de los bares o estaban sentados a un metro de ellos. En el otro lado, una amalgama de punks que a esas horas ya había comenzado la fiesta desde hacía tiempo y que coreaba un improvisado himno punk, el «Salve» de La Polla Records: «A cuenta de prometer; el reino de los cielos / Algunos vivillos lo que están haciendo / Es su propio cielo particular en la Tierra / Compre un pedazo de cielo / Pagando su cuota mensual / ¡Salve Regina! Mater Misericordia».
«En la calle Calderería, las botellas volaban junto a gritos de “¡Hay que quemar a la Dolorosa!”».
Había habido conatos de choques en años anteriores, sobre todo en ese punto del recorrido, un lugar habitual de bares punks. Los devotos no pusieron la otra mejilla. Parece ser que la violencia se desató cuando uno de los penitentes perdió los estribos y, cirio en mano, le atizó con este a un joven punk, que provocó una pelea multitudinaria mientras la imagen de la Virgen iba de un lado a otro y algunos temían que cayera derribada. «Decenas de penitentes se abalanzaron en ese momento sobre los grupos de jóvenes arrojando velas y cirios de mayor tamaño, mientras los provocadores lanzaban contra la Virgen y los asistentes a la procesión numerosas botellas de cerveza, sin que se produjeran heridos de consideración», describió El País, que publicó la noticia en su portada. En la calle Calderería, las botellas volaban junto a gritos de «¡Hay que quemar a la Dolorosa!». En lo sucesivo muchos recordarían los incidentes como la «batalla de Calderería».
El año era 1988, el año en que el punk en España se hizo casi masivo y grupos como La Polla Records y muchos otros eran capaces de movilizar a cientos de jóvenes.
«Algunos concejales socialistas llegaron a afirmar que se debería restaurar el destierro como medida ejemplar contra los alborotadores»
Lo cierto es que en Pamplona los punks junto a activistas gays y antimilitaristas llevaban años fomentando el anticlericalismo y las procesiones ateas. En 1986 se creó un grupo anticlerical llamado KKKK (Komité Kristo Krucificado Kopón), creado alrededor del colectivo pro okupación Katakrak y la radio libre Eguzki, que organizó una procesión atea en la que se quemaron libros simulando un tribunal inquisitorial. A la contraprocesión asistieron un centenar de personas y, al paso de la imagen, se produjeron incidentes y choques con la policía. En un momento dado, varias botellas impactaron contra el Cristo Crucificado mientras se sucedían los porrazos. En 1988, el año de los incidentes más graves, se había creado otro grupo llamado RATA (Roedores Anticlericales Totalmente Ateos), formados por una mayoría de punks. Algunos concejales socialistas llegaron a afirmar que se debería restaurar el destierro como medida ejemplar contra los alborotadores, algo que ya llevaba haciendo la policía por iniciativa propia y con el respaldo del ayuntamiento, deteniendo arbitrariamente a los punks días antes de las fiestas y llevándolos a varias decenas de kilómetros de la ciudad, donde los dejaba en «libertad».
Aquella Semana Santa llegó con amenazas de disturbios a lo largo y ancho de España. En Cuenca, el año anterior, se habían producido enfrentamientos físicos cuando la imagen intentó atravesar una calle frecuentada por punks, que no dudaron en lanzar piedras contra los penitentes y los agentes de policía que acudieron a calmar los ánimos. También en Madrid y Valencia se produjeron incidentes y ese año de 1988, durante las procesiones, existía el temor de que se repitiese algo similar. Al parecer, se decía (aunque nadie vio anuncio alguno) que existían convocatorias que iban de mano en mano de los punks para pasar «una noche sin control». Incluso se hablaba de un «Congreso internacional de punkies».
Lo de Cuenca, en las inmediaciones de la plaza Mayor, acabó con cinco detenidos. La policía aseguró que había incautado casi un centenar de navajas, varios juegos de cadenas, un hacha y un bate de béisbol. También allí la turba coreó el ya famoso «Salve» punk, lo mismo que sucedería en 1992.