El cómic publicado en España más maldito y prohibido

Hitler=SS, que advertía ser «peligroso para la juventud» y publicado en España por Makoki, fue secuestrado y prohibido por considerarlo apologista del nazismo, los campos de concentración y los verdugos. Desde entonces es una codiciada pieza de coleccionista

 

«Todo parecido con los seis millones de personas que jamás existieron es meramente casual», se decía al inicio del cómic. Fue un escándalo previamente anunciado. El cómic Hitler=SS, obra del dibujante Vuillemin y del guionista Gourio, fue editado en Francia por Hara-Kiri en 1987. Desde el mismo momento de su publicación, la distribución fue secuestrada por orden del ministro francés de Interior. Al mismo tiempo, apareció una edición limitada y numerada de 1.000 ejemplares, con un formato que imitaba al de la revista nazi Signal (la publicación de enorme tirada editada durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis como propaganda de lo que sucedía en el frente) y que se agotó nada más salir. Ya la portada advertía de lo que los lectores podían encontrarse entre sus páginas: «Peligroso para la juventud», rezaba. Las asociaciones judías se levantaron en masa contra la historieta, que mostraba un macabro sentido del humor, con continuos juegos de sentido acerca de los campos de concentración, algo acentuado por el blanco y negro, muy sucio y sin mucha definición del dibujante, lo que contribuía a una estética trash. Los editores fueron condenados a pagar la cifra simbólica de un franco, pero no quedó rastro del cómic, que no obstante se convirtió en lo que actualmente es: una pieza de coleccionista continuamente buscada.

La editorial barcelonesa Makoki fue la encargada de publicarlo en castellano, iniciando así una nueva andadura que quiso ser más provocadora y a la que, seguidamente, se sumaron las denominadas historietas «verdes de Manuel Vázquez, creador de Anacleto.

«La obra, en realidad, era una parodia de los discursos revisionistas que tanto se extendían en la Europa de finales de los ochenta y primeros noventa»

En España sucedió algo similar. El editor de Makoki, Damián Carulla, fue denunciado por varias asociaciones judías, como B'nai B'rith y Amical de Mathausen. La acusación consideraba la obra como un atentado a la dignidad de los antiguos prisioneros, pero además un ataque contra una creencia religiosa -el judaísmo- y, como tal, penado por la Ley española. Carulla se defendió en la misma línea que lo habían hecho los editores franceses. La obra, en realidad, era una parodia de los discursos revisionistas que tanto se extendían en la Europa de finales de los ochenta y primeros noventa, que básicamente negaban el holocausto y la existencia de campos de concentración. Carulla fue calificado de «nazi», aunque los mismos nazis no valorasen positivamente el cómic. Tras su condena, Makoki recurrió, pero finalmente, en diciciembre de 1995,  el Tribunal Constitucional confirmó el fallo, declarando que el cómic tenía por objetivo humillar a los prisioneros del nazismo y a los judíos en particular. Asimismo, basó su decisión en que el público, al tratarse de un tebeo, sería mayoritariamente juvenil y, por tanto, falto de madurez y sugestionable, lo que podría conducir al odio y la violencia raciales.

En la sentencia, el Tribunal afirmó que «cada viñeta -palabra y dibujo- es agresiva por sí sola, con un mensaje tosco y grosero, burdo en definitiva, ajeno al buen gusto, aún cuando no nos corresponda terciar en esta cuestión, que se trae aquí como signo externo de ese su talante ofensivo. Ahora bien, importa y mucho, en este análisis de contenidos, bucear hasta el fondo para obtener el auténtico significado del mensaje en su integridad. En tal contexto, en lo que se dice y en lo que se calla, entre líneas, late un concepto peyorativo de todo un pueblo, el judío, por sus rasgos étnicos y sus creencias. Una actitud racista, contraria al conjunto de valores protegidos constitucionalmente». A pesar de ello, como señalamos fue el hecho de ser un tebeo y, por tanto (o así lo entendió el Tribunal), una publicación dirigida a menores de edad, en lo que basó la condena debido a «su influencia sobre personalidades en agraz, aun no formadas por completo en temas que, además, puedan depravarles, corromperles y, en definitiva, deformarles». Concluía afirmando que «lo que se dice y lo que se dibuja en el panfleto, rezuma crueldad gratuita, sin gracia o con ella, hacia quienes sufrieron en su carne la tragedia sin precedentes del Holocausto, muchos de los cuales -la inmensa mayoría- no pueden quejarse, pero otros aún viven, y también hacia sus parientes, amigos o correligionarios o hacia cualquier hombre o mujer», hablando además de «apología de los verdugos»: «Un cómic como este, que convierte una tragedia histórica en una farsa burlesca, ha de ser calificado como libelo, por buscar deliberadamente y sin escrúpulo alguno el vilipendio del pueblo judío, con menosprecio de sus cualidades para conseguir así el desmerecimiento en la consideración ajena, elemento determinante de la infamia o la deshonra».

Por orden judicial las planchas y ejemplares retirados del álbum fueron destruidas, el editor condenado a un mes y un día de arresto y el pago de 100.000 pesetas de multa, aunque fue absuelto del delito de escarnio religioso. A día de hoy esta publicación sigue estando prohibida en España, pero al igual que en Francia es constantemente buscada por los coleccionistas.