¡Que no pare la locura! El Black metal contra el mundo
/A la campaña antidroga «Stop the madness» el black metal respondió con «Never stop the madness», y al mosh y los skaters con un contundente «Anti mosh» y «Anti fun». Euronymous contra el mundo.
Estados Unidos, a mediados de los ochenta, sufría una auténtica invasión de droga, algo así como un inmenso e imparable estado de sitio provocado por la droga y los intereses a su alrededor. Corrupción en Miami en todo el país. Además, había otra razón: la extensión del VIH, entonces un fenómeno relativamente nuevo y conectado con el consumo de drogas, especialmente de heroína, que desató un pánico enorme. La administración Reagan, con el objetivo de dar una imagen de firmeza antidroga, promovió en 1985 la campaña «Stop the madness», que se popularizó por la aparición en un video musical en el que participaron muchas de las estrellas del momento (aunque, al parecer, no importó que algunas de estas figuras no fuesen precisamente guerreros antidroga, como Stacy Keach, que fue detenida antes de la difusión del video en posesión de drogas). En el video, difundido en enero del año siguiente y montado como una pequeña película repleta de escenas de redadas, pinchazos y adicción, aparecían La Toya Jackson, Whitney Houston, David Hasselhoff, Kareem Abdul-Jabbar, Kim Fields, Herb Alpert, Arnold Schwarzenegger o la mismísima esposa del presidente Nancy Reagan, entre muchas otras figuras del cine, la música o la televisión. Durante medio año, una y otra vez se programó el video en las principales cadenas de televisión y se proyectó en cientos de escuelas e institutos.
El mundo del heavy, acosado por las campañas moralistas promovidas por grupos ultraconservadores y asociaciones de padres que habían acabado sentando a declarar a algunas de las principales figuras del metal, no dudó en sumarse a la campaña. La escena, por aquellos años, estaba dominada por un consumo atroz de drogas pero, al mismo tiempo, algunas compañías de discos como Roadrunner (que pertenecía a Warner Music) intentaron con ello limpiar su imagen ante las autoridades y la sociedad estadounidense. El logo de la jeringuilla tachada junto al lema «Stop the madness» fue incluido en numerosos discos de aquella época, por lo que la siguiente generación de metaleros amantes de las primeras bandas de thrash metal, como Venom, Slayer o Celtic Frost, entre muchas otras, crecieron con el omnipresente logo.
El consenso aparente en el mundo del metal fue reventado por la aparición de la primera oleada de black metal noruego a finales de los ochenta y primeros noventa. Deathlike Silence Productions, compañía discográfica pionera en el black metal y con sede en una legendaria tienda de Oslo, oscura y asfixiante, comenzó a publicar discos con la leyenda cambiada. En su lugar, podía leerse «Never Stop the Madness: Drugs are no fun. Drugs endanger the life and happiness of millions. It must never stop. We appeal in particular to the youth of today. Dont stop the madness. There are better things in life. [El nombre de la banda] support the never stop the madness campaigns for the use of hard drugs. Join us».
Tras la provocadora idea (el black metal ensalzando la maldad. De hecho, el nombre de Deathlike Silence fue tomado de una canción de los trashers Sodom y su disco Obseso de la crueldad) estaba el polémico Øystein Aarseth, (alias «Euronymous»), asesinado en 1993 por el posteriormente famoso Varg Vikernes y antes de que este último comenzase su recorrido por la senda de la ultraderecha, los mitos de dominación y el ego a toda costa.
Euronymous y un pequeño círculo de metaleros que ahora abrazaban la nueva música, declararon la guerra al mundo y, específicamente, a lo que entendían una comercialización del metal extremo. Desde entonces, el lema fue reproducido por cientos de bandas de black metal y música extrema, comenzando por dos de las más célebres, Mayhem y Burzum, que empezaron editando en el sello de Euronymous, y siguiendo por Gorgoroth, Mysticum y muchas otras.
No solo eso. Euronymous también fue el creador de las expresiones «No Mosh / No Fun» o «Anti Mosh», que insertó en los primeros discos del sello como reacción al clásico ambiente thrash y de bandas death que grababan en Florida, una auténtica peregrinación de las mejores bandas del género a finales de los ochenta y primerísimos noventa. Bandas clásicas como Anthrax, o la aparición del crossover a finales de los ochenta, provocaron la reacción en los primeros black metaleros, como el mismo Euronymous, que vivió aquel proceso como un ataque al «auténtico» metal: «Esa gente, con sus bermudas, sus patinetas y sus gorras de mierda son el símbolo de todo lo que está de moda y lo que está destruyendo el Metal» (Orcustus, 1992). Lo que sucedió posteriomente fue que, como rechazo a este estilo y filosofía, los primeros discos de Deathlike Silence Productions aparecieron con la frase «Anti-mosh», junto a la referencia discográfica en los trabajos de Merciless («ANTI-MOSH 01») o Burzum («ANTI-MOSH 02»).
En una entrevista para el fanzine Orcustus, Euronymous lo explicó así: «Hace muchos años, el mosh era una palabra muy común en el underground; tenías que meterte al mosh para ser cool, y estos idiotas, los moshers, con sus pantalones cortos de bermuda, sus patinetas y gorras de mierda en sus feas cabezas eran para nosotros lo más bajo en lo que podía convertirse un ser humano. Eran el símbolo de todo lo que estaba de moda y lo que estaba destruyendo el metal, y comenzamos una guerra contra ellos. Ahora los moshers ya están más o menos erradicados, pero el espíritu aún vive en las mentes de los credos hardcore y la audiencia trendy de MTV que piensa que el death metal debe ser algo normal y divertido para todos [… ]. En cuanto a Earache, tengo un gran respeto por Dig, porque cuando comenzó, nunca fichaba sus bandas porque vendieran. ¿Quién había escuchado hablar de Napalm Death antes que lanzaran sus LPs? ¿Quién había escuchado hablar de Carcass, Morbid Angel, Entombed? A excepción del underground… ¡Nadie! No es que Earache esté de moda, son esos que compran los discos de Earache los que, en su mayoría, están en el metal por moda».
Esta fue una de tantas guerras del black metal contra el mundo. El activo Euronymous hubiera seguido creando campañas y lanzando frases brillantes al mundo de no ser por las envidias, la locura y la muerte que fue desarrollándose a su alredededor y que terminaron con su muerte violenta a manos de uno de sus amigos. Pero antes, dejó otra frase memorables que reprodujo en sus discos, en la que se veía a Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán californiana, rodeado por su famosa serpiente, tachado junto a las frases «No fun, no core, no mosh, no trendy», algo que ya había aparecido en lo primero de Burzum, pero mostrando un brazo con brazalete y porra con pinchos. LaVey, según él, al igual que los chicos de las bermudas, los skates y las gorras, habían pervertido todo lo bueno. LaVey, convirtiendo el satanismo en un juego y un espectáculo y los thrashers, por su parte, empeñados en retratarse vitalistas y divertidos.