El diablo «difícil de saciar» era Miguel Bosé
/Tras intervenir en una película de terror del italiano Dario Argento, compuso «Don Diablo», un homenaje al «Oscuro» que cantó vestido de diablo y rodeado de niños.
El paso de los años nos hace redescubrir canciones y libros, citas que pasaron fugaces ante nuestros ojos, momentos que escondían puertas que no supimos ver. O quizás puede que todo sea una quimera y que el tiempo esté diseñado para eso mismo, para ofrecernos reflejos deformados de lo que un día fue. Alguien observa una actuación en 1980 y lo que ve, a los ojos de este (apenas un niño o un adolescente, no es más que un precario disfraz sin otro lenguaje que el humor, algo muy lejano al miedo), es al cantante, al que ya conocíamos por otras canciones que se convirtieron en melodías siempre reconocibles que sonaban sin parar en la radio, que sale entre bambalinas y se mueve de un lado a otro acompañado de grupos de niños que sonríen.
Hay en esta escena algo que no podíamos intuir ni tan siquiera. No en 1980. No con una Constitución recién aprobada y con los atentados de la ultraderecha ni tampoco los rumores de movimientos en los cuarteles. Todo eso, y aquello otro que no se desvelaba pero que planeaba en las conversaciones de los adultos, de las que éramos lógicamente excluidos, hacía que aquella actuación tan solo fuese algo carnavalesco. Un joven guapo y de sonrisa perfecta bailando increíblemente bien y volviendo loco a las chicas, mientras la letra avanzaba: «Don diablo se ha escapado / Tú no sabes la que ha armado / Ten cuidado, yo lo digo por si... / Anda por rincones / Y se esconde en los cajones / De la presa que decida conseguir».
Es algo sumamente extraño, pero parecía que la época lo permitía. Tres años antes, interpretando un pequeño papel, Miguel Bosé apareció en la película de terror de culto Suspiria, del director italiano Dario Argento, una cinta impecable y estéticamente poderosa, casi tanto como la anterior Rojo oscuro. En este caso, Bosé es simplemente un alumno en una escuela de danza de Friburgo, en Alemania.
No era la primera vez que trabajaba con directores italianos. Había realizado pequeños papeles en Los heroes millonarios (Luccio Tessari), Il garofono rosso (Luigi Faccini) y Giovannino (Paolo Nuzzi). Por entonces, Bosé, que era un estupendo bailarín de danza, tenía una especie de belleza perturbadora, alguien capaz de cantar odas al diablo cojuelo mientras te sonríe y lograr hacerlo, además, en horario de máxima audiencia.
La película transcurre entre misteriosos asesinatos y una densidad deliberada. Bosé no regresa. La continuación de aquella extraña colaboración fue «Don Diablo», la penúltima canción incluida en su cuarto disco publicado en 1980, titulado Miguel, que rápidamente se convirtió en single. Pero la letra, que cada cierto tiempo aparece en programas de televisión y concursos, generalmente ante la imposibilidad de reproducirla tal y como era, estaba cargada de un erotismo camuflado en juego. El diablo, o eso es lo que canta Bosé, te dará un beso y, de paso, la muerte: «Yo quisiera darte un beso chiquitín / Con un swing por aquí por allí / Un beso chiquitín con un swing haa! / Un beso chiquitín con un swing / Te agarra muy suavemente / Te acaba en un pis pas / No tiene moral / Y es difícil de saciar».
En este caso, el diablo es más bien un lobo feroz, pero en definitiva un accidente en medio de la música comercial española de la época y en un país que tenía todo eso, algo de ingenuidad pero mucha oscuridad. El detalle de lo siniestro: una sonrisa que, al moverse un milímetro, cambia hasta ser otra cosa.
Al regresar sobre aquella canción y aquella letra, sobre la actuación de Bosé en televisión, hay una nueva luz que reclama su lugar. Bosé es un diablo que dirige un coro de seis niños convertidos en ángeles y a los que vemos, antes de que aparezca, juntos mirando al cielo mientras cantan una introducción. Sin embargo, a mitad de la canción se produce una transformación: ya no es el diablo, sino el ángel caído, el ser de luz que aparece de un salto. Ahora los niños son los diablos, que lo rodean y empujan con sus tridentes. Bosé se defiende.
En una segunda actuación en un programa de televisión, Bosé ya aparece disfrazado. Parece haber dado el relevo a unos auténticos niños, Parchís, que también cantaron esa canción en 1980, y que también actuaron en el programa Aplauso. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que la versión original es de Cory Daye, una canción titulada «Wiggle and giggle all night», publicada en 1979, y sus compositores L. Russell y Sandy Linzer. Bosé la adaptó y puso letra en castellano, que sí fue obra de él.