El fogonazo y el asombro: las bellísimas fotografías de Stanley Kubrick


Antes de ser un famoso director de cine, recorría Nueva York retratando lo que sucedía de madrugada en desoladoras estaciones de metro, se adentraba en freak shows o deambulaba por las calles más sórdidas de la ciudad en busca de lo único y singular

Stanley Kubrick es mundialmente conocido por su trabajo como director, pero en sus inicios era un fotógrafo que recorría estaciones de metro de madrugada, se adentraba en freak shows y circos, o deambulaba por las calles más sórdidas de la Nueva York de los cuarenta y cincuenta. Tuvo suerte: con solo 17 años, por veinticinco dólares, logró vender a la revista Look una fotografía de un vendedor que reaccionaba desconsoladamente ante la muerte del presidente Franklin D. Roosevelt. Un par de meses después se convirtió en el fotógrafo más joven contratado por la publicación, firmando grandes instantáneas entre 1945 y 1950.

La carrera de Kubrick como fotoperiodista ofrece otra mirada sobre el hombre que dirigió algunas de las mejores películas que se han filmado. Espera, se detiene, se mete por callejones donde casi no hay luz, espera el momento en que un noctámbulo bosteza o se desploma sobre su asiento. Conoce los secretos de la luz y la sombra. Sus fogonazos están llenos de asombro. Captura lo singular e irrepetible. Perdedores, chavales pandilleros, matones, dandis y bailarines, todo fluye ante su cámara. Las poses y situaciones de los sujetos que capturó hablan de una Nueva York llena del eclecticismo, un paseo urbano por personajes singulares, que incluye freak shows, circos y noctámbulos en metros atestados.