Aprende el habla «del rrollo» con Antonio Burgos

A finales de los años 70, el periodista Antonio Burgos publicó en Triunfo un artículo en el que analizaba el habla del rrollo e incluía un peculiar diccionario escrito por él mismo sobre esa jerga contracultural.

Hay personas que siempre han sido viejas. Independientemente de la edad que tengan, su actitud vital es la misma que la de los dos señores del palco de The Muppets: escandalizarse por los cambios sociales, por las actitudes de los jóvenes, por las nuevas propuestas artísticas, por la vida en general. Uno de esos personajes es Antonio Burgos, periodista y escritor nacido en Sevilla en 1943, que parece que siempre ha tenido los 77 años que cuenta en la actualidad.

Ejemplo de ello es el artículo que Burgos publicó en el número 769 de Triunfo que salió a la calle el 22 de octubre de 1977. A sus  34 años, el periodista firmaba, en la que se suponía una de las revistas más progresistas de la época, un texto que, a pesar de su supuesta pátina académica y su aparente actualidad, sonrojaba por su paternalismo y desconexión con la realidad.

Burgos, que es licenciado en Filosofía y letras por la Universidad de Sevilla y Filología Románica por la de Madrid, echaba mano de los conocimientos obtenidos en esta segunda carrera para intentar explicar de manera más o menos científica a los españoles de la época «el habla del rrollo». En otras palabras, esa forma de comunicarse que, tras surgir en los ambientes contraculturales se había extendido a otros estratos de la sociedad y resultaba muy exótica para la élite intelectual.

Aquí fue. Portada del número 769 de Triunfo en el que aparece el artículo de Antonio Burgos.

Aquí fue. Portada del número 769 de Triunfo en el que aparece el artículo de Antonio Burgos.

La percha que daba pie al artículo era en realidad la publicación de sendos libros que, con el paso del tiempo, se han convertido en dos títulos míticos junto a De qué van las drogas de Eduardo Haro Ibars: De qué va el Rrollo de Jesus Ordovás y De qué va el Rock Macarra de Diego A. Manrique.

«La reciente aparición de una colección de libros sobre estos temas me ha hecho reflexionar en el lenguaje que tantas veces he oído en mi ciudad a comentaristas de discos, guitarristas de rock con raíces, pintores, estudiantes, gente que simplemente trataba de estar al cabo de la calle de los últimos movimientos culturales», relataba Burgos que, para demostrar que sabía de qué estaba hablando, hacía name dropping citando a Kerouac, escribía comix con x y hablaba del mayo francés y Berkeley para señalar que, como sucede siempre en España, este lenguaje «antiautoritario y antiacadémico ha llegado con retraso».

En opinión del periodista, mientras que en el extranjero aquellos jóvenes rebeldes del pasado ya habían sido absorbidos por el sistema y se dedicaban «simple y llanamente a trabajar en los engranajes de la sociedad de consumo (“a ganar pasta gansa, tío”)», mientras que los que se mantenían en esa actitud inconformista ya estaban en el punk, en España se comenzaba tímidamente a hablar el lenguaje del rrollo.

Portada de «De qué va el rrollo» de Jesús Ordovás en la editorial La Piqueta, 1977.

Portada de «De qué va el rrollo» de Jesús Ordovás en la editorial La Piqueta, 1977.

¿Que cómo sabía eso Burgos? Ya lo ha dicho antes. Porque como buen periodista, estaba atento a lo que sucedía a su alrededor. Mientras esperaba el ascensor su vecino, que estudiaba medicina, ojo, le decía: «No le des más al botón, tío, que va de avería total. A este cacharro nada más que le va la marcha de la reparación, va de avería cósmica…». Ya en la calle, oía a alguien que decía: «Que no, tío, que voy de boquerón total, que estoy sin curro y no tengo una pela. Como no le saque la pasta a mi beibi, que va en plan Nelson Rockefeller…». Una vez en el bar y mientras se tomaba un café, la misma cantinela: «Tío, cámbiame pasta, que voy a echar unas pelas en la máquina». Normal que quisiera escribir un artículo al respecto.

Érase una vez… el rrollo

Según Antonio Burgos, todo eso del rrollo había empezado diez años antes. Más o menos hacia 1967 o 1968, con la publicación de los discos de Los Salvajes, de Los Cheyenes y, más tarde, con la aparición de los singuels [sic] de Smash y el Manifiesto de lo borde de Gonzalo García Pelayo que, en opinión del periodista, era el «primer documento escrito en el que voluntariamente se usa el lenguaje que estudiamos con una voluntad claramente contracultural».

Apertura del artículo de Antonio Burgos en Triunfo.

Apertura del artículo de Antonio Burgos en Triunfo.

A partir de entonces, ese lenguaje que, siempre según Burgos, era claramente hermético y se empleaba para ser entendido únicamente en los ambientes rockeros, saltó a otros grupos sociales y  entornos profesionales. A pesar que él mismo reconocía que el lenguaje del rrollo se hablaba ya en toda la sociedad, no perdía la ocasión para hacer una análisis filológico del mismo bastante particular. En él llegaba a afirmar que una de sus características era la «distorsión del léxico» y la incorporación de los sufijos -ota, -ata y -eta al final de los sustantivos. Esto explicaba que en el rrollo, bocadillo se convirtiera en bocata, tocadiscos en tocata, cubalibre en cubata, pero dejaba sin resolver por qué durante años Antonio Fragias, Forges, humorista que poco tenía que ver con el rrollo, se autoproclamó inventor de las palabras bocata, tocata y cubata.

Antes de acabar, el periodista hacía gala de ese paternalismo, esa sorna y esa media sonrisa que impregnaba todo el texto para afirmar que, por muy contraculturales que pretendieran ser los seguidores del rrollo, en el fondo su «voluntad a-ortográfica» que les llevaba a escribir jazz como «yas» (¿?), underground como «andergraun» y rock-and-roll como «rocanrol» era la misma que llevaba a la Real Academia Española a escribir güisqui o chófer. De nuevo, los jóvenes rebeldes habían sido deglutidos por el sistema, los pobres.

Jóvenes en un puesto de cojines en el festival Canet Roc de 1976. (Foto: Arxiu Nacional de Catalunya).

Jóvenes en un puesto de cojines en el festival Canet Roc de 1976. (Foto: Arxiu Nacional de Catalunya).

Tras esa reflexión, Burgos aventuraba lo que él creía que iba a suceder con el lenguaje del rrollo en el futuro y que ya anunciaba en el antetítulo del artículo que no era otro que De un habla marginal a una moda literaria: «Para mí, que ahora es cuando va a tener su gran desarrollo social, al ser reflejada con voluntad literaria por tíos que no están en el rrollo. Como antes ocurrió con otras hablas al ser reflejada por una cierta escritura (los Álvarez Quintero para Andalucía, Arniches para Madrid, etc.). […] Quizá sea un modelo lingüístico para este momento del país, en que todos quieren estar en el rrollo de la democracia, que todos van de demócratas, tío».

Aunque en lo referido al uso literario Burgos no acertó ni el reintegro, en lo que no estaba tan desencaminado era en lo de que el rrollo, el cheli, iba a ser utilizado por algunos políticos para resultar más cercanos a los jóvenes. El mejor ejemplo de ello fue ese «¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque… y al loro!», pronunciado por el alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván en 1984 para dar comienzo a las 24 Horas de Música y Radio en el Palacio de los Deportes.

Jóvenes en el festival de Canet Roc de 1976 (Foto: Arxiu Nacional de Catalunya).

Jóvenes en el festival de Canet Roc de 1976 (Foto: Arxiu Nacional de Catalunya).

El rrollo de la a a la z

Si bien el conjunto del artículo de Antonio Burgos resulta llamativo, mención aparte requiere la sección titulada «La onda léxica del rrollo en plan de diccionario total, tío», una suerte de diccionario en el que el periodista recopila algunos de los términos que, según él, empleaba la gente del rrollo intentando imitar el habla de sus protagonistas. Juzguen ustedes que están en la pomada lo acertado o no de la selección y las definiciones, así como su redacción por parte del propio Burgos:

A

Andergraun: Dícese de lo progresivo o marginal, de lo «undergroun».
Así: Es el adverbio preferido del habla del rrollo, siempre precedido por la conjunción «o», en la constante de lo indefinido. La película de los Beatles se llama «Yellow submarine» o así, el mejor festival que se han montado los tíos hasta ahora es el Canet Rc o así.

B

Beibi: Muchacha, chavala. «A Pepe el Jipi le dieron de leches y luego le cortaron el pelo cuando iba con su beibi».
Bocata: Bocadillo. Bocata de Virginia es bocadillo de jamón de york; bocata de queso y tal.
Bronca: Un rollo muy destacado. «Montarse la bronca de la belleza», decía ya el «Manifiesto de los Borde», de Smash.
Bronquista: El que se monta una bronca de algo.

C

Camello: Intermediario, vendedor de droga al por menor. «Juan va de camello en Cascorro, el tío».
Cantidad de: Adverbio del rrollo, que sustituye necesariamente a mucho. «Había cantidad de tíos and tías».
Cáñamo: Cannabis, yerba, lo que se fuma.
Colocado: Drogado, pero sin llegar a pasarse.
Comix: Tebeo andergraun.
Comixero: El que dibuja comix.
Conjuntero: El que forma parte de un conjunto musical.
Cosa: Droga. // Úsase también para describir al rrollo en general. «La cosa va de bronca total» significa que el rrollo adquiere características poco usuales. Otro ejemplo: «La cosa acústica, la cosa eléctrica».
Currar: Trabajar. (Tomado incorectamente de la jerga andaluza «currelar». El sentido estricto de currar no es éste laboral usado por los rockeros, sino otro más depravado que significa «sacar dinero con malas artes, o vivir a costa de alguien»: «Manolo está currando a su novia»). Tiene un participio [sic]: «Currante», trabajador.
Currele: Trabajo, actividad laboral. Coexiste con curro, que significa lo mismo, y donde se aprecia el uso de la voz según su primitiva acepción y según esta desviación semántica.
Currelar: Trabajar.
Cheli: Variedad de tíos que están en el rrollo, mayormente motorizados y tal. Han dado origen a una modalidad musical: «el rock cheli».
Chocolate: Pastilla de droga, cáñamo mas o menos.

D

Dar: Como la de todos los verbos rockeros, tiene una conjugación casi exclusivamente acompañada de la preposición «a». La forma es darle a: «Darle al vicio, darle al chocolate». Significa tener hábito de algo.
Dedo, Hacer… Hacer autostop.
Demás: Otra partícula distintiva del rrollo, siempre precedida de «y». Se agrega a las frases conforme conviene indefinir las afirmaciones: «El Jimi Hendrix y demás, «Iban tíos y tías y demás».
Demasié: Estar muy pasado, ir de cantidad de bronca.
Desmadre: El rrollo en plan demasié. La culminación es cuando va de desmadre total.
Drogota: Tío o tía que fuma y tal más o menos y demás.

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E

Él: Tratamiento, como el don o así. Por influencia catalana, se le da a los tíos más o menos cercanos, como Diego el Manrique que va de crítica total. Pero también se emplea para otros menesteres: Jimmy el Carter, León el Trosky [sic], etcétera.
Emporrado: Pasado de porro, drogata en plan demasié.
Enrollar: Realizar el sublime acto del rrollo, enmascarado o sin enmascarar, crear una alternativa contracultural, social, política, etcétera. También es reflexivo: enrrollarse.
Enrrolle: Acción y efecto de practicar la civilización del rrollo.
Estar en: Verbo supremo, si se aplica al rrollo. Estar en el rrollo es la máxima perfección de vida y de conciencia. «No estaban en el rrollo» es una maldición bíblica, referida a unos tíos o tías.

F

Fumar: Consumir drogas en pitillo, ir de porro, estar en el porro.
Fumeta: El que fuma porro.

G

Gallina: Beibi ligada, tía que está en el rrollo de algún tío.
Gente: Úsase comúnmente en plural: persona. «En Canet Roc había cuarenta mil gentes».
Goma: Otra forma más de llamar al chocolate, al cáñamo.
Guitarrero: Conjuntero que toca la guitarra, que va de la cosa eléctrica.

H

Hortera: El que quiere imitar al rockero.y se queda en bailongo y dominical o que va de cheli, en plan derbi o en plan vespino, el tío.

I

Ir de: Para el habla del rrollo, es al mismo tiempo el verbo ser y el verbo estar, que prácticamente no se usan. Es país va de democracia, y el Suárez va de presidente, y las Cortes van de bicamerales, antes íbamos de dictadura y Francisco el Franco iba de Generalísimo y demás más o menos. Para estar en el centro de la cosmogonía rockera hay que saber de qué va el rrollo, de qué va el Dylan o así, de qué va el rock macarra o así. // De qué va: qué es.

J

Jipis: Los que van de pacifistas o tiene el curro en la cosa de hacer pulseras con los alicates para vendérselas a los tíos y las tías, mayormente en la villa and Corte y en los veranos por ahí.

L

La: Femenino del tratamiento él. Por ejemplo, «Su Majestad la Británica» o «Guillermina la Motta».
Lana: Tío que está en el rrollo. Por ejemplo, los lanas yanquis, los lanas holandeses.

M

Mandanga: Goma, chocolate.
Mandanguero: El tío que está en la goma o que va de chocolate.
Máquina: Moto. Pero más todavía, juego de bolas eléctrico de los bares.
María: Chocolate, mandanga.
Más o menos: Otra partícula habitual del habla del rrollo.
Montarse: Organizar; poner música, ejecutarla; hacer. «El rrollo que se montan tres gentes»: «Montarse un grupo de rock».

O

Onda: Úsase siempre en la onda o en la onda de: estar en el rrollo de algo. «Montarse un rrollo en la onda de Kessey», «en la onda de Kerouak».

P

Pachulis: Tíos, modalidad de gente, será que lo usan en el pelo, que van de indios y de gurús y tal.
Pandillero: El tío que es de una pandilla.
Pasar: Como todos los verbos rockeros se conjuga en reflexivo: pasarse, que es llevar el rrollo en plan demasié. // El que se pasa es el pasado.
Pasón: Pasado.
Pasota: Lo mismo.
Pasta: Dinero. Cuando es una cantidad importante, se convierte en pasta gansa.
Pela: Peseta.
Piedra: María, chocolate, mandanga.
Pieza: El vendedor de piedra o maría. «El tío va de pieza en el Rastro».
Pipa: Adjetivo: el tío que fuma, la tía que fuma.
Plan, En: Otra partícula del rrollo: hace las veces de un sustantivo verbal; en plan pasota, en plan pachuli.
Plástico: Disco, elepé o singuel [sic].
Plastificar: Grabar un plástico.
Porro: Cáñamo.

Militantes del PSUC y de las Joventuts Comunistes de Catalunya (JCC), 1976 (FOTO: Arxiu Nacional de Catalunya).

Militantes del PSUC y de las Joventuts Comunistes de Catalunya (JCC), 1976 (FOTO: Arxiu Nacional de Catalunya).

R

Roc: Rock, dicha forma musical.
Rocanrol: Rock-and-Roll, forma musical, precedente del rock, la que en España puso de moda Elvis el Presley.
Rockero: Tío que le mola el rrollo del roc, sea guitarrero o no, o sea, aunque vaya el tío de audiencia total.
Rrollo: Creación cultural alternativa, en cualquiera de sus formas, musicales o escritas, habladas u oídas, vividas o vistas, sentidas o pensadas. No hay que confundir con el rrollo macabeo que es el que se gastan los tíos que no van de rockeros y te lo colocan así, porque no están en el rrollo.

S

Spain: España o el Estado español, según de qué vaya el rrollo.

T

Tal: Partícula para no definir un concepto y estar más en el rrollo: en el rrollo y tal. // Úsase también como tratamiento a los que no están en el rrollo, igual que el para unos y otros, pero en plan despectivo: «Un tal Suárez», «Un tal Felipe González», «Un tal Santiago Carrillo».
Tío, a: Cada uno de los individuos que están en el rrollo. No indica necesariamente una edad adulta ni un parentesco: «tíos y tías de quince años»: En la cultura escrita, las referencias a tíos y tías se suelen decir tíos and tías.
Tinglado: Cuando algún tío comercializa el rrollo se monta un tinglado.
Total: El adjetivo mágico del rrollo: para definir un rrollo total.
Traer: Otro de los grandes verbos rockeros, que se conjuga también en su forma reflexiva: traerse: «Traerse un rrollo, el rrollo que se traían».

Y

Yas: Jazz. Los que lo crean: «Tete el Montoliú que le dicen va de yas total, el tío».
Yipis: Como los jipis, pero que van de activistas, que se traen los tíos un rollo en plan de bronca más o menos.
Yerba: María, mandanga, lo que se fuman los pipas.

Segunda semana de la Juventud de Vilafranca, del 25  de abril al 2 de mayo de 1982 (Foto: Archivo Nacional de Catalunya).

Segunda semana de la Juventud de Vilafranca, del 25 de abril al 2 de mayo de 1982 (Foto: Archivo Nacional de Catalunya).