«No hay muerte, no hay muertos»
/Año 1848, Hydesville, Nueva York. Las hermanas Catherine, Margaret y Leah Fox comienzan a escuchar una serie de extrañas pisadas, golpes, ruidos y vibraciones en la casa familiar. Sus padres se alarman ante los acontecimientos y al sentir esas energías que hacen que los muebles se muevan sin explicación aparente. Después de un tiempo, no tuvieron dudas: junto a toda la familia, en su propio hogar, se encontraba un espíritu que intentaba comunicarse con los allí presentes.
Las hermanas, acostumbradas al vivir entre ruidos fantasmales y notando la presencia de la «entidad», decidieron reproducir los golpes escuchados, y así fue como consiguieron comunicarse con el espíritu, llegando a perfeccionar la técnica y consiguiendo hacerle preguntas que respondía con sonidos que ellas (junto con su madre) sabían identificar como «sí» o «no». De esta manera lograron averiguar que se trataba de un hombre de 31 años de edad que había sido asesinado en la casa y cuyos restos se encontraban enterrados en el sótano.
La noticia corrió como la polvora, y de manera casi automática se convirtieron en las médiums más célebres de su tiempo. Tanto es así, que podríamos decir que este caso supuso el origen de lo que hoy conocemos como espiritismo.
Vecinos, curiosos, investigadores, todo el mundo quería visitar la casa para ser testigo de los asombrosos acontecimientos. Peregrinaban en busca del contacto con «el más allá». También se buscó en el sótano los restos del espíritu visitante sin que hubiese ningún resultado.
El tiempo pasó, y, un buen día, Margaret sorprende a todos haciendo unas declaraciones: todo fue una broma que se les fue de las manos. La prensa había enloquecido con el «caso Hydesville» y, llegado ese momento, tras las declaraciones de la joven, se dedicaron a desacreditar las supuestas facultades de las tres mujeres afirmando que eran unas alcohólicas pobres que buscaban ganar dinero. Aunque lo cierto es que, aparte de esto, la familia sufrió el acoso y la presión de influyentes miembros cristianos de su comunidad que, como era de esperan, no tardaron en entrar a la carga. Margaret se retractó de lo dicho afirmando que todo fue real y que realizó estas declaraciones precisamente por los motivos anteriormente expuestos. Pero ya era demasiado tarde. El daño estaba hecho. Nadie creería a las hermanas Fox.
Año 1904. Han pasado poco más de diez años desde el fallecimiento de Catherine, Margaret y Leah. Unos obreros trabajan en la vieja casa y, en el sótano, encuentran un esqueleto humano... Tal vez las hermanas Fox consiguieron reunirse con su joven huésped en el mas allá.