El libro que podía matarte
/Sombras de las paredes de la muerte, del químico Robert Kedzie, es una de tantas grandes rarezas en el mundo del libro. Es mortal: está fabricado con papel repleto de arsénico. Los bibliotecarios han tenido que encapsular el ejemplar
La muerte habitaba muy cerca de cualquier persona: en el papel pintado de las paredes. Robert Kedzie, un químico que inicialmente fue tratado casi de loco empedernido y extremista de opiniones extravagantes, fue el que una y otra vez alertaba de los peligros mortales de aquel cercano asesino. Varias personas habían fallecido en extrañas circunstancias. Nadie, o casi nadie, le hizo caso. Kedzie se negó a tirar la toalla y quiso ofrecer la prueba definitiva.
En 1874, mientras la industria papelera crecía desorbitadamente en Estados Unidos y, por tanto, el elemento mortífero se propagaba incontroladamente, publicó por su cuenta un extraño libro que tituló de una forma aún más extraña: Shadows from the walls of death (Sombras de las paredes de la muerte). En realidad, el libro era una especie de catálogo de 86 tipos de papel pintado con una introducción de Kedzie en la que aseguraba que el papel que entonces se fabricaba en todo el país estaba sembrado de veneno mortal, concretamente unos altísimos niveles de arsénico.
Kedzie no pensó en llevar el libro a las librerías, por lo que fabricó solamente un centenar de copias que envió a bibliotecas. Sin embargo, aquello parecía espantoso y muchas lo destruyeron inmediatamente. Kedzie, por fin, ganó su batalla y nadie pudo negarle la razón que tantas veces, y de una forma tan obstinada, había defendido en soledad.
El papel era un papel asesino. El arsénico podía causarte la muerte. Tres años más tarde, la American Medical Association vino a apoyarlo. La investigación que realizó arrojó un pavoroso resultado: aproximadamente entre el 54 y el 65% del papel pintado que se producía en el país contenía altos niveles de veneno, hasta tres veces por encima de lo permitido.
Actualmente, solo existen dos copias del libro que se encuentran convenientemente protegidas y encapsuladas en dos universidades de Michigan. Cualquier investigador puede acceder al libro de Kedzie, pero previamente debe utilizar guantes. Su vida, al fin y al cabo, podría estar en peligro.
Puedes ver el libro completo [aquí]