El punk que participó en una rebelión militar
/Venezuela, en 1992, estaba sumergida en la peor crisis de representatividad que experimentaba la socialdemocracia. El descontento popular se alimentaba en cada esquina. Los jóvenes, desencantados de la bonanza petrolera, empezaron a buscar nuevos referentes en los cuales albergar esa rebeldía. El punk empezó a sonar con fuerza y un joven citadino se preparó para tomar por asalto el cielo. Miguel Vivenes fue un punk que formó parte del Colectivo Rajatabla, un grupo de jóvenes vinculados a los partidos marxistas-leninistas muy activos en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Su nombre se debe a un café que se encontraba en el centro cultural Bellas Artes de Caracas, uno de los pocos espacios de la ciudad donde era tolerada su estética.
Este colectivo fue celebre por mezclar de forma azarosa la estética punk, el uso de frases e iconos anarquistas con una militancia vertical propia del marxismo. Su símbolo era una adaptación punk del logo de la Liga Socialista y crearon un circuito al cual bautizaron pomposamente como «rock radical», del cual salieron bandas como Holocausto, Odio qué?, Venezuela HC, En Contra, 27F, Víctimas de la Democracia, Deskarriados, Devastación y Acción Directa. Al mismo tiempo, editaban los fanzines Acción de Masacre, Anacreonte en horas muertas o Caracas Resiste y Ataka. Estribilloscomo «Cuba Sí… Yankees No», y muchos otros, se hicieron populares entre los «pelo pincho» que pululaban en el café.
Video donde se ve a los integrantes del Colectivo Rajatabla en la Plaza de los Museos de Bellas Artes.
Culebra era apodado por amigos «pelo lindo», «el llanero» y «osito». Estos eran los alias con lo que era conocido en la Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). Era un asiduo de los jueves culturales o las jornadas de protestas violentas que se escenificaban en la entrada de Plaza Venezuela de la UCV. Junto a otros, se dedicaba el cuarto día de la semana a cerrar calles y generar disturbios junto a anarquistas para «sacar músculo» y combatir al sistema.
Sin embargo, la capucha y la molotov no eran suficientes para Culebra. En la madrugada del 27 de noviembre de 1992, junto a un contingente de civiles y militares, se adentró hasta las antenas repetidoras de Mecedores en el Cerro el Ávila para poder controlar la señal de los canales de televisión y así emitir mensajes a un grupo de militares alzados.
Video grabado por el Teniente coronel Hugo Chávez Frías desde la cárcel de Sabaneta en Barquisimeto. También se puede observar a civiles y militares alzados dentro de Venezolana de Televisión (VTV):
El levantamiento había sido advertido y los rebeldes solo lograron controlar el canal de televisión nacional, trasmitir mensajes por un par de horas y destrozar el mobiliario de la emisora. La intentona culminó a las 12 del medio día con un saldo de 171 muertos (142 civiles y 29 militares), daños materiales y una sociedad alterada al experimentar un segundo intento de golpe de estado en menos de diez meses. Vivenes fue condenado junto a cuarenta civiles por esta nueva tentativa en la jurisdicción militar, que se sumaba a la iniciada por la logia militar del Movimiento Bolivariano el 4 de febrero de ese año. La condena fue lapidaria: catorce años de prisión por participar en una rebelión militar. No obstante, el proceso de derrumbe de la socialdemocracia jugó a su favor. Un año después su causa es sobreseída por el gobierno de Rafael Caldera, alcanzando la libertad e integrándose al equipo de trabajo del alcalde de libertador, Aristóbulo Isturiz, hoy vicepresidente de la República.
Pero los días de Culebra estaban contados: fue asesinado en la autopista cercana a la base aérea Libertador en Caracas, mientras manejaba casualmente un jeep. Su muerte fue objeto de múltiples rumores, algunos afirman que fue un ajuste de cuentas entre grupos armados. Otros afirmaron que fue por una deuda de drogas. Sea cual fuese el móvil de su asesinato, el mismo jamás se esclareció ni formó parte de las Comisiones de Justicia y la Verdad.
Hoy Miguel Vivenes es un completo extraño para los jóvenes afines al gobierno que se han formado durante los últimos diecisiete años de hegemonía bolivariana. Mientras abundan los carteles y loas a los militares caídos durante ambos alzamientos, escasamente se sabe de un colectivo que lleva su nombre y de un mural pintado en una zona popular. La moraleja: el poder paga muy mal a quien bien le sirve.