Entrevista a Reynols: “A Heavy Deep Listening Metal Band”

La banda de rock experimental más internacional de Argentina, liderada por Miguel Tomasín, celebra sus treinta años de carrera con el lanzamiento de su primer recopilatorio de “no éxitos” para el mercado español. Hablamos con los guitarristas Alan Courtis y Roberto Conlazo sobre inclusión y libertad; sinfonías avícolas y cintas vírgenes. Sol Fa Mi REYNOLS!


Repasando vuestro currículo “oficial”, que supera ampliamente las cien referencias publicadas, Minecxio Greatest No Hits supone el primer lanzamiento discográfico de Reynols en España. ¿Por qué precisamente ahora? ¿Obedece a una decisión premeditada o es un reflejo más de la naturaleza volátil del grupo?

No sabemos muy bien porqué fue que se demoró tanto la aparición de un disco en España pero, en cualquier caso, suponemos que ya era hora. La industria musical puede ser una verdadera pesadilla, pero en nuestro caso siempre tratamos con sellos que están más interesados en lado artístico que en el negocio. Durante varios años quisimos sacar un compilado de “grandes no éxitos” y de todos los sellos nos pareció muy interesante la propuesta de Beat Generation, ya que respetaron al 100% nuestra estética y concepto. Y por eso el disco salió en una edición muy cuidada, con audio remasterizado y un insert especialmente diseñado que además incluye mucha información. Igualmente esperamos que no sea el último lanzamiento por allá.

Esta carta de presentación para el mercado español llega precedida por vuestra condición de grupo de culto a nivel internacional, y el impacto del estreno del documental Buscando a Reynols, dirigido por Néstor Frenkel. Para quién aún no os conozca, pongámonos en situación: ¿qué recuerdos tenéis de la escena musical alternativa de Buenos Aires a principios de los años 90 y cómo encajó vuestra propuesta?

Encajar, no encajábamos en ningún lado. Había una escena de rock mayormente comercial y muy poco de algo digamos “alternativo”, pero en cualquier caso, lo nuestro lo desbordaba por todos lados. Lo mismo pasaba con el jazz y con la llamada música contemporánea “seria”. Pero igualmente el no encajar no nos impidió hacer la música que sentíamos que teníamos que hacer con los medios a nuestro alcance. Simplemente la hicimos.

¿Qué música escuchabais (y tocabais) antes de conocer a Miguel?  

Y cuando llegó Miguel, potenció exponencialmente esa libertad que persiste hasta el día de hoy. Antes de eso siempre tuvimos una búsqueda musical muy amplia. En esos momentos no había YouTube ni nada por el estilo, escuchábamos originales cuando podíamos y sino cassettes grabados de cassettes, pero así y todo pudimos escuchar gente como: Red Crayola, John Lee Hooker, The Stooges, Sun Ra, Space Negros, Los Pequeniques, Pere Ubu, Zoviet France, Sonny Sharrock, Chrome, V.U., Cromagnon, Albert Ayler, Faust, Cecil Taylor, The Residents, Derribos Arias, Can, Tony Conrad, Keiji Haino, Neil Young, Ween, Jean Dubuffet, Kenneth Gaburo, música étnica de todas partes del mundo y mucho más. En realidad la lista es interminable…

HENRY ROLLINS (BLACK FLAG, ROLLINS BAND), FAN DE REYNOLS.

Seguro que estáis cansados de repetirlo en cada entrevista, pero ¿cómo fue vuestro primer encuentro con él? ¿En qué momento exacto nació Reynols y qué recuerdos tenéis de los primeros ensayos y actuaciones juntos? 

Empezamos allá por 1993, nos llamábamos Burt Reynols Ensamble y teníamos una formación de trío con Christian Dergarabedian. Miguel Tomasín llegó en la segunda parte de 1993. Vino a la academia musical donde trabajábamos en ese momento, nos dio la mano y se presentó diciendo: «Hola, soy un gran baterista famoso». El primer ensayo fue impresionante y partir de ahí comenzó una nueva etapa en nuestras vidas. Tocamos ya en vivo a fin de ese año y fue una experiencia reveladora.

¿Y cómo fue el recibimiento del público?

No sabían cómo reaccionar: oscilaban entre la fascinación, el estupor y el desconcierto. Christian dejó la banda a principio del 95 y seguimos mayormente como trío, aunque con algunas colaboraciones como la de Pacu Conlazo que hasta el día de la fecha continúa. El nombre fue paulatinamente quedando como “Reynols” sin “D” para evitar problemas legales con el actor, ya que por esos años una banda argentina tuvo un juicio con una famosa actriz española.

¿Cómo definiríais el modus operandi de Reynols? ¿Funcionáis de manera orgánica o a partir de ideas y conceptos? Quiero decir, ¿cuánto peso tiene de juego y cuánto de provocación premeditada?  ¿Aspiráis a provocar efectos en el oyente o es un viaje más personal, de vosotros tres? Y si es así, ¿hacia dónde?  

Hay una frase de Miguel que resume bastante bien nuestro modus operandi: «Viento que sopla pájaros». Tampoco es que tengamos el control total, ni que sepamos del todo quién es el viento ni quién es el pájaro, pero de seguro hay algo ahí que sopla. Y sí, sería algún tipo de viaje único e intransferible: lo que tiene de fantástico es que una misma música puede llevar a diez oyentes a diez estados completamente distintos. Una vez después de un concierto, alguien del público nos dijo que sentía que esa música lo transportaba en una expedición de la NASA secuestrada por los Greatful Dead.  

«Cuando tocamos se abre un canal, por eso no cambia demasiado si es en vivo, en estudio, en un estadio en un bar o en una montaña»

Contaba John Cage que su mentor, Arnold Schoenberg, siempre le decía que, a la hora de escribir música, debes tener sensibilidad para la armonía o de lo contrario te encontrarás frente a un muro infranqueable que te impedirá seguir avanzando. Cage le respondió que, en ese caso, dedicaría el resto de su vida a golpearse la cabeza contra ese muro. ¿Habéis conseguido derribarlo vosotros después de tantos años?    

Finalmente no le fue tan mal ni a Cage dándose la cabeza contra ese muro, ni a Schoenberg diciéndole eso a Cage. Pero en nuestro caso hay que decir que no fue necesario derribarlo: Miguel le puso una peluca al muro, lo bautizó como “Cluni” y ahora dice que es el nuevo trompetista de la banda.

Otra barrera importante es la de la discriminación positiva. El carisma de Miguel no solo acabó por desmontar los prejuicios y la condescendencia con la que se trataba en la época a las personas con síndrome de Down, sino que su imaginario personal ha conformado a Reynols en términos creativos y conceptuales. ¿Qué recuerdos tenéis de vuestro paso por televisión y cómo vivisteis la experiencia de actuar a diario en aquel programa? ¿Hasta qué punto os ayudó en vuestra carrera, en lo que se refiere a visibilidad y popularidad?  

Fue una experiencia increíble tocar diariamente en la TV Nacional. Créase o no, era un programa médico de 1998 que iba de 2 a 3 de la tarde. La mayoría del público eran embarazadas, madres y abuelas, esperando consejos médicos en una época pre-internet. Y sí, fue importante para nosotros a nivel training: teníamos menos de veinte minutos para armar y probar sonido. Tocábamos realmente en vivo sin playback y hay historias que ameritarían un libro aparte. Ahora bien, el efecto sonoro sobre los embriones de las embarazadas que miraban este programa, es algo que está todavía por estudiarse.

Sin ir más lejos, Miguel fue galardonado por su trayectoria con Reynols con el Henry Viscardi Achievement Award en 2021, uno de los más importantes premios internacionales a la inclusión. Pero el verdadero reconocimiento le/os llegó mucho antes desde el propio ámbito de la música experimental de la mano de artistas internacionales como Les Rallizes Dénudés, Faust, Henry Rollins, Wolf Eyes, Thurston Moore o Negativland y llegando a protagonizar la portada de la prestigiosa The Wire Magazine. ¿Qué podéis contarnos al respecto? ¿Tenéis alguna anécdota que queráis compartir sobre estos artistas o cómo os trata la prensa especializada? 

La verdad estamos agradecidos de la recepción que hemos tenido: hasta el director de The Wire nos mencionó en The Guardian y el año pasado salió una nota de página en la sección de internacionales del New York Times, donde se nos puede ver con Miguel y al lado aparecen mandatarios como Biden y Putin. Nos parece también un hecho destacable que el Coronel retirado Shewood (Woody) D. Goldberg, amigo personal del ex-senador y candidato a presidente Bob Dole, sea quien haya presentado el video del Henry Viscardi Achievement Award en el que él mismo define el sonido de la banda como «unique experimental sound».

Llegasteis a grabar un par de discos con los japoneses Acid Mothers Temple cuando actuaron en Buenos Aires en 2017. Una reunión alucinante que quedó registrada para la posteridad en un documental titulado Acid Mothers Reynols: Live and Beyond de Alejandro Maly. ¿Cómo surgió la oportunidad de tocar juntos y cómo describiríais la experiencia?

Hace años que hablábamos de hacer un proyecto con Acid Mothers Temple pero recién pudimos concretarlo cuando ellos vinieron a Buenos Aires en 2017. Fueron días intensos con conciertos en vivo y una maratónica sesión de siete horas en un estudio de 36 canales, que fue demolido recientemente. El encuentro fue hipnótico, catártico, muy libre e inolvidable. Podemos adelantarles, como primicia, que en pocos meses va a estar saliendo el disco Acid Mothers Reynols Vol.3 en el conocido sello VHF Records. También estamos trabajando en material de estudio con Mitsuru Tabata (ex-Boredoms, ex-Zeni Geva, etc.).

Según tengo entendido, vuestro idilio con Japón se prolongó con una exposición itinerante que recorrió varias ciudades. ¿En qué consistió exactamente? ¿Semejante acogida podría abriros las puertas a una posible gira?  ¿Y en España, podremos veros próximamente?

Se hizo en seis ciudades de Japón y ahí se pudieron apreciar: fotos, flyers, posters, clips de prensa, audio, video, remeras, objetos, discos, etc. y se imprimió un catálogo con textos en japonés. Respecto a España hubo una breve exposición en Bilbao, pero esperamos también mostrar algo en otras ciudades ibéricas. De hecho esto fue parte de una serie de exposiciones en Bélgica, EEUU, Grecia, México, Inglaterra y esperamos poder tocar por allá en vivo en un futuro próximo, así que estén atentos…

Basada en la improvisación, vuestra música solo puede describirse como psicodélica, extática, casi chamánica, y verdaderamente libre. ¿Dónde os sentís más cómodos, actuando en directo o explorando las infinitas posibilidades que os brinda el estudio de grabación?  

Cuando tocamos se abre un canal, por eso no cambia demasiado si es en vivo, en estudio, en un estadio en un bar o en una montaña. Mientras el canal funcione hay satisfacción garantizada (al menos para nosotros).

Vuestro único trabajo publicado en Argentina, Gordura vegetal hidrogenada (1995), fue también el primer CD “desmaterializado” de la historia. Cuando uno lo abría, la caja estaba vacía, salvo por un mensaje que advertía que el disco acababa de esfumarse ante tus ojos. ¡Os adelantasteis varios años a la llegada del mp3 y a los servicios de música en streaming!  

Es verdad, pero inclusive es algo más complejo: porque no sólo abarca a la música grabada sino que incluye el nacimiento y no-nacimiento del inventor de Spotify y de todo su árbol genealógico, entre muchas millones de otras cosas nacidas y no-nacidas.

Thurston Moore (sonic youth) actuando en the tonic (new york) en 2001 con un con poster de miguel Tomasín de fondo.

«El concierto se filmó y se realizó una edición limitadísima de 5 copias en VHS de las cuales una le regalamos a Lou Reed y otra a Yoko Ono, ambos en sus primeras visitas a Buenos Aires»

La música de Reynols ha sido casi imposible de conseguir en formato físico durante décadas pero, coincidiendo con el 25 aniversario de vuestro debut, nos sorprendisteis con la correspondiente reedición en vinilo desmaterializado en Noruega, y más tarde en cassette (vacío) en Bélgica. ¿Qué opináis de la fetichización del objeto de coleccionista? 

Nos alegra que haya salido no sólo en vinilo desmaterializado, sino en otros formatos como: cassette desmaterializado, 8-Track desmaterializado, SD Card  desmaterializada, VHS desmaterializado y hasta en estampilla de correos.  Y respecto al coleccionismo, es un vicio como cualquier otro: no es que sea tan recomendable, pero es mucho más saludable que convertirse en Hannibal Lecter.

En una primera escucha, resulta inevitable encuadraros dentro del movimiento Art Brut y la outsider music. Pero a poco que profundizas en el sonido, tal y como proponía Pauline Oliveros, lo ideal es dejarse llevar y no intentar racionalizarlo. ¿Qué recordáis de vuestro primer encuentro con ella? ¿Cómo fue vuestra colaboración con ella y hasta qué punto creéis que resultó decisiva en la posterior trayectoria del grupo? 

Conocimos a Pauline en un workshop que ella dio en Buenos Aires en 1994 y a partir de ahí empezó una relación que sigue hasta el día de la fecha, aunque ella no esté más físicamente en este planeta. Nosotros le decíamos que éramos su “Heavy Deep Listening Metal Band” y ella escribió en un libro que era nuestra “Astral Grandmother”. Tanto musical como humanamente tuvimos con ella una relación muy fructífera de la que surgieron los discos Pauline Oliveros In The Arms Of Reynols, The Minexcio Connection: Live! At The Rosendale Café y Half A Dove In New York, Half A Dove In Buenos Aires. Además hay mucho material de archivo inédito que esperamos poder mostrar algún día. Y, sí fue un encuentro decisivo, de eso no hay duda: nos bautizó como “sound warriors” y todavía seguimos en esa senda.

Alan Courtis y Roberto Conlazo con pauline oliveros.

Si os parece, detengámonos a valorar algunos de los hitos de vuestra carrera. Por ejemplo, mucha gente no lo sabe pero, entre otras muchas cosas, habéis sido pioneros en la moda del ASMR. En Blank Tapes (2000) elaborasteis un collage de ruido blanco a partir de cintas vírgenes. ¿De dónde parte la idea y qué parámetros seguisteis para seleccionar y procesar los materiales para el corta-y-pega? 

Siempre nos interesaron muchísimo los cassettes, incluyendo los que estaban sin grabar. Así que decidimos dedicarles el disco a estos últimos y así pudimos inmortalizar el sonido de cintas vírgenes de marcas ignotas como TTK (pésima copia del TDK), Maxwell (dudosa copia del Maxell) y muchas otras de Argentina y de diversos países. Acá se producía una paradoja zen: cuanto peor fuera la calidad de la cinta del cassette, mejor era para este disco. Y por supuesto evitar el sistema Dolby. Puede entonces considerarse como un homenaje al llamado “soplido de cinta” (tape hiss), que básicamente es lo que todo el mundo trata de evitar escuchar cuando reproduce un cassette.

Ese mismo año vio la luz otra de vuestras excentricidades más recordadas: 10.000 Chickens Symphony, que suena (literalmente) como una sinfonía de diez mil pollos cacareando al mismo tiempo. ¿De dónde viene la idea y cómo lo registrasteis?

En nuestras vacaciones de aquellos años solíamos ir al campo y en una ocasión nos sorprendió el sonido de un gallinero de la localidad de Urdinarrain, provincia de Entre Ríos. Lo que ahí sonaba nos parecía una verdadera sinfonía así que decidimos hacer un disco con esto, que fue posteriormente editado por el sello Drone Records de Alemania.

También os adelantasteis a la moda de los conciertos para plantas, un cuarto de siglo antes de que la pandemia obligara a poner macetas en las butacas del Teatro Liceo de Barcelona, por ejemplo. ¿Cómo vivisteis todo aquello, por cierto? 

Allá por 1995 hicimos un Concierto para Plantas, en el que ninguna persona —salvo nosotros—  estaba autorizada a entrar. Este concierto se filmó y se realizó una edición limitadísima de 5 copias en VHS de las cuales una le regalamos a Lou Reed y otra a Yoko Ono, ambos en sus primeras visitas a Buenos Aires. Y sí, 25 años después el diario El País hizo referencia al carácter pionero de este concierto para vegetales. En base a esta experiencia podemos asegurarles que hay varias especies de plantas que escuchan bastante mejor que algunos humanos.

Aunque hacía tiempo que algunos os daban por muertos, lo cierto es que seguíais publicando material inédito de vuestro (aparentemente inagotable) archivo. Y desde luego supisteis sacarle partido a la pandemia: a la publicación de la traducción que hizo Alan de Deep Listening, una práctica para la composición sonora de Pauline Oliveros se sumó Minecxiología, un libro de más de 500 páginas en el que resumís treinta años de carrera…

El archivo es virtualmente inabarcable. Hacemos lo que podemos pero hay horas y horas por digitalizar, además de material nuevo que vamos grabando. Tarde o temprano todo irá saliendo y por supuesto hay bastantes sorpresas. Es cierto que la pandemia fue productiva: luego de bastante trabajo salió el libro Minecxiología que es un buen manual para quien quiera introducirse en la historia de la banda. Pero por el momento el libro circuló muy limitadamente en España, así que esperamos que pueda conocerse más por allá.

«El año pasado salió una nota de página en la sección de internacionales del New York Times, donde se nos puede ver con Miguel y al lado aparecen mandatarios como Biden y Putin»

¿Cómo os imagináis a Reynols dentro de otros treinta años y quinientas páginas más tarde? ¿Cuáles son vuestros planes de futuro a corto, medio o largo plazo? 

Tenemos varios proyectos en carpeta como: un libro en inglés, varios discos en diversos formatos y hasta una película. Veremos si a este ritmo, el planeta sigue en pie de acá a treinta años… pero lo más probable es que en tres millones de años toda nuestra obra sean estalactitas de un nuevo período glacial.

Si bien es cierto que habitáis un universo aparte, no parecéis del todo ajenos a las crisis y cambios que os rodean. En 2001 publicasteis un álbum con los cacerolazos del Corralito. ¿Qué planes tenéis para poner banda sonora a la era Milei?  

En realidad ya nos ganó de mano Stanley Kubrick con el soundtrack que seleccionó para el film protagonizado por Malcom McDowell. Aunque finalmente todo —lo que suena y lo que no suena también—  podría considerarse la banda sonora del disco-sin-disco.

Y si definimos Minecxio como un estado mental, un no-lugar que forma parte del imaginario de Miguel y al que todos estamos invitados a entrar… ¿Qué artistas —de ayer, de hoy y de siempre— que queráis recomendarnos lo pueblan últimamente? 

Bach, Hendrix, Miguel Tomasín y el primer Neanderthal que tomó conciencia del sonido al rascarse su cabeza.