Gloria Fuertes: «Por el imperialismo hacia Dios»
/Flechas y Pelayos fue la gran publicación fascista destinada a aleccionar a niños y niñas. Entre sus colaboradores estaba Gloria Fuertes
Había que aleccionar a los más jóvenes, así que el franquismo, tras su victoria, decide reorganizar las publicaciones infantiles de todo el país. Lo primero que hizo fue suspender provisionalmente la publicación y difusión de las revistas editadas en los años anteriores. Algunas vuelven a publicarse, pero otras son prohibidas definitivamente. Al igual que en otros países como Alemania, donde las Juventudes Hitlerianas tenían sus propias publicaciones, o la Italia fascista, los franquistas fundan Flechas y Pelayos, una revista infantil y propagandística (su lema, que figuró en portada, era el de «Por el imperialismo hacia Dios») en la que se reproducen historietas que giran alrededor de los valores de la patria, la demonización del bando republicanos y la fidelidad al caudillo. Al mismo tiempo, se publicó un suplemento llamado Maravillas, que llegó a ser más conocido que la propia revista, creándose la Biblioteca de Flechas y Pelayos. En realidad, la revista fue la fusión de otras dos anteriores, Flechas y la carlista Pelayos, de la Falange Española de las JONS y Comunión Tradicionalista Carlista, respectivamente («pelayos» era como los carlistas llamaban a los niños, que encuadraron en organizaciones infantiles. Uno de sus himnos decía: «Somos niños los Pelayos / Mas seremos sin tardar / Los soldados más valientes / Que a su Patria salvarán»).
El Decreto de Unificación de 1937, que tantos problemas y rencores originó en las distintas falanges, supuso la creación de soluciones bastante sencillas. Flechas y su otra revista similar Pelayos, se convierten así en una sola: Flechas y Pelayos.
Fue publicándose desde 1938 hasta 1949, año en que desaparece. Contó con numerosas colaboraciones, entre las que hoy llama mucho la atención el nombre de Gloria Fuertes, quien por entonces estaba definiendo a Coleta, uno de sus personajes infantiles más célebres y su estilo delirante y rico. Fuertes estuvo presente en la publicación fascista desde sus orígenes, tanto en Flechas y Pelayos como, sobre todo, en Maravillas, donde alternó poemas con prosa. Poco a poco, comenzaron a desfilar el resto de sus personajes, como Canutín, El fresco de don Simón, etc. Todos ellos con ese universo tan disparatado y surrealista que cultivó la escritora, algo que hoy en día, comparándolo con el delirio del nacionalcatolicismo, con llamadas al Cid Campeador, las loas y glorias al «Caudillo redentor» y cosas por el estilo, parece todo pertenecer a un universo que no difiere tanto.
Ya en 1940 vemos a Gloria Fuertes poniendo su pluma al servicio de Maravillas y la propaganda ultracatólica. Una de sus primeras colaboraciones se titulaba «Su última enseñanza», sobre la pasión de Cristo en un número dedicado a la Semana Santa. Ese mismo año desfilaron por la revista hasta seis colaboraciones suyas. Flechas y Pelayos no tuvo un gran éxito de ventas, lo que motivó su desaparición, tomando el relevo Clarín. Maravillas, sin embargo, logró emanciparse hasta el punto de que durante un tiempo funcionó en solitario hasta transformarse en un suplemento del diario falangista Arriba. Su rastro, en aquellos primeros años del franquismo, puede seguirse a través de varias publicaciones de lo que la dictadura entendía por cultura «femenina» (la ranciedad y la castidad, la obediencia y la frivolidad), como en la Revista para la Mujer, donde respondía a consultas que enviaban sus lectoras adolescentes sobre relaciones con chicos para la sección «Sentimental». Las preguntas eran relativas al «¿Qué puedo hacer con él?» y las respuestas que daba eran las previsibles.
No menos franquista, moralizante y ultraconservadora fue la revista Chicas, publicada en los años más duros del régimen y destinada a las adolescentes, algo así como una réplica conservadora de Seventeen (en su portada podía leerse: «La revista de los 17 años»). Gloria Fuertes también puso ahí su pluma por medio de cuentos de humor.