Hollywood celestial: La predicadora amiga de Chaplin que venció a un gorila
/Aimee Semple McPherson fue la creadora de sofisticados sermones como grandes espectáculos, irrumpiendo a lomos de una moto o combatiendo con un gorila.
Cuando la canadiense (siempre sonriente, bella y elegante) hacía su aparición, el delirio se extendía entre sus cientos de fieles que gritaban y aplaudían como si se tratase de una estrella de cine. Y lo parecía. Bajaba las escaleras entre chillidos y un fervor solamente destinado a las grandes figuras del espectáculo. En una ocasión, irrumpió a lomos de una moto mientras ella señalaba al cielo y arengaba a sus seguidores al grito de «¡Alto! ¡Te encaminas al infierno!», mientras la ovación parecía ser interminable.
En otra celebración, cuando el show alcanzó un nivel de histeria incomparable, se puso al lado de un gorila, como si fuese una mujer en peligro a manos del brutal King Kong, retándolo a sufrir la ira celestial si no la dejaba en paz. Sus armas: la Biblia y la Palabra de Dios. Ella era inquebrantable.
«La locura podía resultar peligrosa. En San Diego, por ejemplo, la Guardia Nacional tuvo que ser llamada para poder controlar a las treinta mil personas que habían tomado la ciudad para verla»
La locura podía resultar peligrosa. En San Diego, por ejemplo, la Guardia Nacional tuvo que ser llamada para poder controlar a las treinta mil personas que habían tomado la ciudad para verla. Nos referimos a Aimee Semple McPherson, que en los años veinte fundó y lideró una secta de proporciones gigantescas y que llamó Iglesia del Evangelio Cuadrangular, llegando a contar con miles y miles de adeptos. Fue quizás la primera mujer líder de un culto que utilizó las posibilidades del espectáculo para sus fines propagandísticos, con una imagen perfectamente cuidada, siempre con su impoluta túnica blanca y rostro angelical, logrando levantar un faraónico templo, llamado Angelus, que costó un millón y medio de dólares. Adelantó de esta forma las grandes puestas en escena del padre Divine en los sesenta y de Jim Jones al frente del apocalítico Templo del Pueblo en los setenta. Para ello, no escatimaba en recursos, contratando actores y actrices solventes, pero también a maquilladores y técnicos de iluminación que al mismo tiempo trabajaban en Hollywood. No le faltaron asesores: Charles Chaplin le aconsejó toda clase de trucos para resultar más convincente y, poco después, se harían muy amigos.
La devoción de Aimee comenzó en 1907 tras conocer a su futuro primer marido Robert James Semple, un misionero pentecostal irlandés, con el que contrajo matrimonio poco después. Ambos unieron fuerzas e iniciaron una gira de evangelización que recorrió Europa y llegó hasta China, algo que sería fatal para su marido, que murió al contraer disentería. Este episodio la marcó profundamente, aunque volvería a casarse.
Se presentaba como una madre abnegada (tuvo varios hijos), pero sobre todo «casada» con Dios, piadosa, entregada a la causa, caritativa e incansable, algo que conectaría con la base de sus numerosísimos fieles, la mayoría desempleados y empobrecidos por culpa de la carestía de los años veinte y las Gran Depresión. Aseguraba curar con solo imponer su manos sobre los enfermos. Cuando, gracias a una fantástica recolecta, logró abrir su Templo Angelus, comenzaron a incrementarse sus espectaculares y cuidados pasacalles y apariciones al frente de su Iglesia, que competía con Hollywood, cuyos estudios no estaban lejos. Eran sermones que llamaba «ilustrados», en realidad casi pequeñas obras de teatro donde había música, iluminación y actores. Famosos del espectáculo y otras Iglesias envidiaban aquella capacidad que tenía para lanzar un mensaje que aparecía moderno y vibrante, alejándose de homilías y largos sermones. A Aimee lo que le gustaba era convertir los actos de su Iglesia en shows «multimedia» en los años veinte, algo que encajaba en su manera de ser, fantasiosa y, posiblemente, manipuladora, llegando a narrar una misteriosa desaparición que tuvo en vilo al país durante días. Al parecer, mientras estaba en la playa fue raptada por varios hombres que la drogaron con cloroformo. Algunos fieles sostuvieron que había sido atacada por un monstruo marino que encarnaba al pérfido Satán. Apareció poco después, sospechándose que en realidad había huido unos días con un amante.
Pero surgieron los problemas. Enfrentamientos entre dirigentes, envidias, amenazas de muerte y secuestros. Su polularidad y personalidad empezaron a pasarle factura. Además, se resentía de una salud precaria, sufriendo por afecciones contraídas en sus viajes como misionera.
«Está enterrada en el Forest Lawn Memorial Park Cemetery de Glendale, California, junto a un teléfono, por si acaso en el futuro se descubrieran los secretos de la inmortalidad»
El 27 de septiembre de 1944, poco después de dar un sermón, fue encontrada muerta en su habitación de hotel en Oakland. Sobre su causa, se barajó la hipótesis de suicidio por sobredosis de sedantes y barbitúricos. Está enterrada en el Forest Lawn Memorial Park Cemetery de Glendale, California, junto a un teléfono, por si acaso en el futuro se descubrieran los secretos de la inmortalidad. Que sepamos, el teléfono no ha sonado jamás. La iglesia del Evangelio Cuadrangular, cuya dirección fue asumida por el hijo de McPherson, Rolf, durante más de cuarenta años después de su muerte, sigue en todo el mundo con más de dos millones de miembros.