Heartfield: el artista dadá que combatió a Hitler con fotomontajes
/Durante los años 20 y 30, el artista John Heartfield revolucionó el mundo del fotomontaje político con piezas que criticaban duramente a Hitler, mostraban su connivencia con la oligarquía alemana y advertían del peligro que supondría que llegase al poder.
En 1939 se inauguró en la Galería Arcade de Londres One Man's War against Hitler (La guerra de un hombre contra Hitler). El título de la exposición resumía a la perfección el trabajo que el artista John Heartfield llevaba realizando desde hacía años en su Alemania natal. Decenas de fotomontajes contra Adolf Hitler y sus acólitos que, una vez en el poder, obligaron al artista a exiliarse, primero en Checoslovaquia y, cuando fue invadida por los nazis, en Inglaterra.
A pesar de esa probada militancia antifascista, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, las autoridades inglesas detuvieron a Heartfield y lo confinaron en campos de prisioneros de Lutton, Huyton y York por considerar que su ascendencia alemana era sinónimo de espía nazi.
Nada más lejos de la realidad. De hecho, la vida de Heartfield fue una constante lucha contra el fascismo y los abusos de poder que él y su familia sufrieron en diferentes momentos de su vida. Su padre, Franz Herzfeld era un escritor socialista y su madre, que trabajaba en una fábrica textil, era también una destacada militante política. Estas actividades provocaron que, en 1899, el matrimonio fuera acusado de blasfemia y se viera obligado a abandonar Alemania para evitar la cárcel. Atrás dejaron a sus cuatro hijos, Lotte, Herta, Wieland y John, que por entonces no se llamaba así, sino Helmut Herzfeld, que fueron acogidos por familias amigas.
El cambio de nombre de Helmut Herzfeld a John Heartfield se produjo como reacción del artista a la anglofobia reinante en Alemania durante la Primera Guerra Mundial y como forma de protesta ante el reclutamiento obligatorio del que fue objeto junto a su hermano. Harto de su situación como soldado, que había interrumpido una prometedora carrera como director de arte publicitario y grafista, Helmut fingió una depresión nerviosa y consiguió ser licenciado del ejército.
A partir de entonces, se olvidó para siempre de Helmut Herzfeld y se inventó a John Heartfield, nombre por el que le conocerían camaradas del partido comunista y sus colegas dadá. Con los primeros militaría, realizaría acciones de propaganda y convocaría una huelga protesta por la muerte de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht por la cual fue despedido de la productora cinematográfica UFA en la que trabajaba; con los segundos, entre los que se encontraban George Grosz, Raoul Haussmann, Hanna Höch organizaría en Berlín la primera exposición Dadá que abrió sus puertas al público el 5 de junio de 1920.
Pertenecer a la vanguardia política y artística del país, permitió a Heartfield conocer a escritores como Bertolt Brecht y comenzar a experimentar con técnicas hasta entonces poco conocidas como el fotomontaje. La primera de estas piezas la realizará en 1924, coincidiendo con el décimo aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Su título era 10 años después. Padres e hijos y mostraba al Kaiser Guillermo junto a una hilera de esqueletos en la parte superior y un montón de niños vestidos de soldado desfilando en la parte inferior. Un cartel muy impactante que recordaba la Gran Guerra de 1914, auguraba la de 1939 y fijaba el estilo de fotomontaje que Heartfield realizaría a lo largo de su vida. Un arte crudo, violento y sin concesiones que permitiera cumplir uno de sus lemas como artista: «Emplea la fotografía como si fuera un arma».
Uno de los hombres más buscados por la Gestapo
El talento de Heartfield con el fotomontaje hizo que fuera contratado como colaborador habitual de Arbeiter-Illustrierte-Zeitung (AIZ), una publicación antifascista en la que también colaboraba Vladimir Mayakovsky y para la que realizaría portadas críticas con la República de Weimar y, muy especialmente, contra el partido nazi, denunciando el peligro que suponía para el país y demostrando sus vínculos con la oligarquía alemana. Tanto es así que, cuando Hitler subió al poder en 1933, Heartfield se convirtió en uno de los cinco hombres más buscados de Alemania por la Gestapo y tuvo que exiliarse a Checoslovaquia, país en el que tampoco lo tuvo fácil.
En 1934, viviendo ya en Checoslovaquia, Heartfield participó en una exposición de sátira internacional celebrada en Praga que no gustó al régimen nazi y que dio lugar a conflictos diplomáticos entre Alemania y los diferentes países participantes, entre ellos, el que le había acogido. En consecuencia, las autoridades checas, presionadas por Hitler que exigía su extradición, instaron a Heartfield a que se marchase del país pero el artista no se dio por aludido. La cosa cambiaría en 1939 cuando, tras la invasión de Checoslovaquia por los nazis, no le quedó más remedio que huir a Londres. Como ya se ha mencionado, al estallar el conflicto mundial, el artista sería detenido por las autoridades inglesas e internado en varios campos de prisioneros en los que su salud se resintió para el resto de su vida.
Los fotomontajes de Heartfield son crudos violentos y sin concesiones para ser coherente con uno de sus lemas como artista: «Emplea la fotografía como si fuera un arma».
Liberado antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, algunos de sus colegas ingleses reconocieron su talento como grafista y le organizaron encuentros y exposiciones hasta que, hacia finales de los 40, Heartfield decidió aceptar una oferta para ser profesor en la Universidad de Humboldt y regresar a su país natal. El problema fue que, en esa época, la universidad quedaba en el sector soviético por lo que, de nuevo, tuvo que probar a las autoridades su antifascismo y que no era un espía de occidente. Una tarea en la que le resultó muy útil su antigua amistad con Bertolt Brecht que intercedió por él.
A partir de entonces, el resto de la carrera de Heartfield se desarrolló en diferentes países de influencia soviética. Además de en la Alemania Oriental, fue docente e impartió conferencias en la URSS y durante una temporada residió en China, país en el que rodó una película basada en su vida.
Fallecido en 1968, la obra de Heartfield también ha sido motivo de interés en Occidente donde sigue siendo un referente de artista comprometido con la época que le tocó vivir. Junto a la publicación de libros y exposiciones que periódicamente recuerdan su obra, en 1998 el grupo System of a Down le homenajeó utilizando en la portada de su primer disco un detalle de uno de sus carteles. Además de ello, se inspiraron en el título de la pieza, «La mano tiene cinco dedos», para escribir el manifiesto de la contraportada que, entre otras cosas, afirma: «La libertad solo se conseguirá a través de la revolución o la muerte […] La mano tiene cinco dedos, hábiles y poderosos, con la capacidad de destruir y crear […] Abre los ojos, abre la boca, cierra las manos y cierra el puño».
Además de este homenaje del grupo de Los Ángeles, en 2000, los alumnos de la Universidad de Towson en el estado norteamericano de Maryland escribieron, compusieron, montaron e interpretaron un musical basado en la intensa vida de John Heartfield. A lo largo del libreto desfilaban personajes como Bertolt Brecht, Piscator, Hanna Höch, Marlene Dietrich e incluso Tom, uno de los hijos del artista que, al acabar la guerra Mundial, se instalaba en Estados Unidos, país en el que creaba su propia familia y disfrutaba del American Way Of Life. Mientras su padre seguía en la URSS, él vivía en una casa unifamiliar, tenía coche y su hijo, nieto de Heartfield, tocaba rock and roll en el garaje de la vivienda. Una peculiar forma de contar la existencia del artista, al que no se sabe si esa versión tan yanqui de su vida le hubiera agradado demasiado.