La bandera sureña junto al puño negro: Cuando hillbillies y rednecks se aliaron con los Panteras Negras
/Parecían hillbillies y rednecks revolucionarios, soñaron con una comunidad utópica llamada Hank Williams Village y lograron lo que parecía imposible: hacer ondear la bandera sureña junto al puño negro.
«Hubo un tiempo en que creí que solo los negros estaban colonizados», afirmó Huey P. Newton en 1969, ya investido como líder de los Panteras Negras. Se refería a la idea que había planeado desde la creación del Partido unos años antes, y que afirmaba que los negros debían luchar exclusivamente junto a su gente. Quizás pesó mucho la política de exterminio parapolicial del gobierno, que había puesto precio a sus cabezas, dinamitaba sus sedes y tiroteaba a esta su misma gente. Parecía una guerra abierta, y quizás lo fuese. Iban armados, pero sabían que un combate cara a cara supondría una guerra incierta y perdida. En 1969, en medio de un clima de levantamiento armado, se dio un paso adelante en la unión con otras organizaciones, con el objetivo último de crear un Frente Antifascista, una Alianza Revolucionaria Nacional que se enfrentase al poder blanco. Fue la metamorfosis de Newton y los suyos. Se dijo que el fascismo gobernaba Amerikkka. Cuando Newton decía «colonizado», en realidad decía «explotado», entrando poco a poco toda la retórica, en ocasiones confusa y equívoca, típicamente pantera, entre el marxismo y el maoísmo. La consecuencia de este discurso se hizo cada vez más clara. A cada paso que daban, los panteras se encontraban con más y más explotados, grupos revolucionarios blancos y latinos, gente que pedía a gritos unidad.
Las colaboraciones de los panteras con otros grupos ajenos al black power comenzó inicialmente con el Partido Comunista estadounidense, donde militaba Angela Davis. Sin embargo, tras varias reuniones y encuentros surgieron enfrentamientos entre ambos. Bobby Seale, otro de sus dirigentes, no dudó en calificar de «cochina táctica fascista» sostener, como hacía parte de la prensa y la policía, que estaban dirigidos por el comunismo oficial. SDS, los estudiantes izquierdistas de los que saldrían los Weathermen, primer grupo armado blanco de ideología marxista leninista, fueron calificados como «pequeños burgueses», lo mismo que los airados que en unos meses empuñarían las armas, que fueron vistos como casi suicidas, representantes de un estilo suicida a lo general Custer que ellos rechazaban y que habían visto tantas veces. Sin embargo, los grupos con los que más estrechamente trabajarían serían otros: los Young Lords, surgidos de las pandillas puertorriqueñas y los guetos; la Guardia Roja, formada por prochinos de San Francisco y, sobre todo, un «extraño» grupo surgido en Chicago, quizás menos conocido que el resto, que respondía al nombre de Jóvenes Patriotas (Young Patriots). Tenían todo el aspecto de hillbillies y rednecks revolucionarios. Greasers amantes de las armas que podían contar historias de padres y madres rápidos con el fusil, de cabañas perdidas en medio de los montes, de la casi ancestral desconfianza en el mismo Gobierno que harían las delicias a Jim Goad, autor del Manifiesto Redneck, o al cantante country punk Hank Williams III. Escuchaban country, amaban las motos y las armas, se vestían impecablemente y lograron lo que parecía imposible: colocar la bandera sureña junto al puño negro militante.
«La integración de la bandera sureña en su discurso revolucionario fue algo natural y, posteriormente, aceptado sin problemas por los militantes negros»
Se trataba de jóvenes sureños emigrados, mayoritariamente de los Apalaches, que habían ido a parar a Chicago. Poco tiempo después, en 1968, ya habían creado su grupo, en parte como imitación de los mismos Panteras Negras, pero también a partir de su propio legado: años antes, se manifestaban por la ciudad bajo las siglas de JOIN. Desde siempre, en sus barrios pobres de la ciudad en los que vivían ondeaba la bandera de la Confederación. Los futuros miembros de los Jóvenes Patriotas no la veían como un símbolo racista, sino simplemente un recordatorio del lugar del que provenían. La integración de la bandera sureña en su discurso revolucionario fue algo natural y, posteriormente, aceptado sin problemas por los militantes negros. Atendían a desempleados, hombres y mujeres que vivían en la extrema pobreza, represaliados por la violencia policial. Formaban piquetes, montaban pequeños comedores para la comunidad. Hablaban de responder a los ataques de la policía y también de una revolución que parecía inminente. En última instancia, se habían dado con un puente ideológico y táctico con Newton y los rebeldes negros: la cuestión no solamente era racial sino social. Ellos, al igual que los panteras, estaban siendo explotados y así estarían salvo que el país se levantase contra los burócratas y dirigentes, contra la auténtica basura blanca. Todo eso los acercó a la pujante sección de Illinois del Partido de la Panteras Negras, con quienes comenzaron a colaborar activamente, inaugurando la Free Health Clinic en septiembre de 1969, mientras Huey P. Newton amenazaba con llegar hasta la Casablanca para echarla abajo. Casi no había deferencias entre los panteras y los hillbillies revolucionarios, que al igual que los primeros abrieron sus comedores sociales y escuelas autogestionadas. Sin embargo, tomaban sus referencias de su propia cultura sureña. De este modo, cuando el Ayuntamiento intentó desalojar a los residentes en un barrio pobre de Chicago crearon la Uptown Area People’s Planning Coalition (UAAP), cuya finalidad última era levantar en ese mismo lugar una urbanización proletaria autogestionada que llamaron Hank Williams Village en honor al cantante country que todos veneraban. Por entonces, el grupo ya era muy célebre y hasta tuvo su réplica en una banda motorista aliada que se llamó Lincoln Park Patriots. Los Young Patriots se hicieron con los terrenos, ocupándolos y realizando en ellos toda clase de actividades. Pero la utopía redneck no prosperó.
El resultado de la unión entre los Jóvenes Patriotas y los Panteras Negras, junto a los puertorriqueños, fue la Rainbow Coalition (que publicó el periódico Rising Up Angry), pero que tendría poco recorrido: en un año muchos de sus participantes había sido asesinados o encarcelados, como Fred Hampton, líder pantera del capítulo de Illinois y colega de los hillbillies. Otros, sencillamente, habían abandonado el país, marchando al exilio. Fue el final de un ciclo, su epitafio greaser.