La chica que bailaba con serpientes
/La legendaria Zorita, una de las más grandes artistas del burlesque, se hizo famosa bailando junto a dos enormes boas constrictor llamadas Elmer y Óscar
Provocaba la sorpresa en todo aquel que se cruzaba en su camino. Glamurosa y elegante, paseaba junto a su inseparable boa constrictor como si fuese su perro. Era seguro, afirmaba: llevaba una correa. Zorita revolucionó el mundo burlesque en unos años cincuenta que en Estados Unidos avanzaban entre persecuciones anticomunistas, el surgimiento del rock and roll o el movimiento por los derechos civiles.
«En uno de sus números, llamado “The Consummation of the Wedding of the Snake”, una de las grandes boas se deslizaba por su cuerpo semidesnudo, mientras crecían los rumores de su bisexualidad»
Había nacido en plena Primera Guerra Mundial, en Ohio, siendo adoptada una familia metodista de Chicago. Pero Zorita tenía un talento innato para el espectáculo y el escándalo. Con tan solo quince años comenzó su carrera como stripper y, cinco años más tarde, se especializó y dedicó por entero a la profesión que la haría famosa. La época era proclive a lo rompedor. Todo aquello (censura, conservadurismo, pánico moral) servía de escenario para sus insólitos espectáculos en los que sacaba a dos grandes serpientes, llamadas Elmer y Óscar, que parecía dominar a la perfección. Bailaba (en una danza que, según ella, recordaba a un «acordeón») mientras las serpientes pasaban sobre ella en un show que no duraba más de media hora pero que la encumbró como una de las grandes del espectáculo de variedades, sobre todo por uno de sus números, llamado «The Consummation of the Wedding of the Snake», en el que una de las grandes boas se deslizaba por su cuerpo semidesnudo, mientras crecían los rumores de su bisexualidad, que eran ciertos. Tras divorciarse, vivió junto a una amante.
Curiosamente, a pesar del erotismo de sus shows, fue detenida por crueldad con animales. En 1941 Zorita fue denunciada por la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals, lo que supuso el final de su show con boas. Antes había sido detenida (ese mismo año en Toledo, Ohio, en el Kentucky Club) por indecencia, llegando a pasar seis meses en prisión. Sin embargo, parecía no importarle. La denuncia de la protectora acabó con su carrera. Tras pagar una fianza de 1500 dólares y salir en libertad, realizó la que sería su última e histórica performance en Nueva York. Al terminar, las serpientes fueron confiscadas.
Zorita fue cayendo en el olvido. Fue vista en pequeños clubs de Nueva York y Miami, y en 1974 se retiró finalmente, mientras las asociaciones de padres, los grupos religiosos y la Iglesia desataban una nueva campaña por la «decencia» en el país que una vez se rindió ante la convulsa belleza de la gran Zorita.