La Mujer Escarlata: la Bruja Cameron, una «Cinderella of the Wastelands»
/Excesiva, bella y misteriosa. Fue la definitiva Mujer Escarlata, alguien que describió su vida «como si estuviera llena de gatos negros, pensamientos mágicos, arte y poesía».
Durante la Segunda Guerra Mundial, la joven Marjorie Cameron se alistó como voluntaria en la armada para realizar labores de cartógrafa y fotógrafa. Pero cuando su hermano regresó del frente herido, no se lo pensó dos veces y abandonó su puesto sin permiso para permanecer junto a él, por lo que fue declarada desertora, permanenciendo bajo arresto hasta el final de la guerra. En 1945 recibió el indulto y decidió regresar con su familia, que se había establecido en Pasadena, ciudad cercana a Los Ángeles, California. Allí encontró casualmente a un antiguo conocido que la invitó a que le acompañara a visitar a un amigo que vivía en una mansión de Orange Grove Avenue: Jack Parsons.
Parsons era un brillante ingeniero, inventor y científico, fundador del Jet Propulsion Laboratory, amante de la ciencia ficción, seguidor de Aleister Crowley y fundador de Agape Lodge, una rama thelemita de la Ordo Templi Orientis (OTO). Por aquel entonces, Parsons deseaba poner en práctica las enseñanzas de Crowley con respecto a la unión del mago con la Mujer Escarlata para poder engendrar a Moonchild, la hija de la Luna, que sería la diosa encargada de guiar a la humanidad hacia la Nueva Era. Pero aún no había encontrado a su Mujer Escarlata, a Babalon. Tras una serie de rituales, o tal vez sin que estos hubiesen hecho falta, sucedió... Marjorie acompañó a su amigo a la casa donde Jack vivía, la atracción fue mutua y automática. La pasión se desbordó. Y Jack no tuvo dudas: ella era la Mujer Escarlata que tanto había esperado.
El estigma de ser la «Mujer Escarlata» marcó de por vida a Marjorie Cameron. Y la trágica y «misteriosa» muerte de Parsons en una explosión en su laboratorio no lo hizo menos. Para ella, y muchos otros, fue un atentado para quitarse de en medio al incómodo personaje, incluso algunas voces aseguraron que todo fue el resultado de uno de sus rituales. Parece que sus últimas palabras fueron «I wasn’t done». Tras la gran pérdida, su vida continuó con la independencia y determinación que la acompañaron desde que era una niña. Con un talento para el arte y una imaginación imparables, la pequeña manifestó desde sus primeros años tener una personalidad arrolladora y peculiar, y recordó su infancia, según sus propias palabras, «como si estuviera llena de gatos negros, pensamientos mágicos, arte y poesía».
Trabajó como ilustradora en numerosas ocasiones y comenzó a desarrollar una obra artística que fue definida, entre otras formas, de esta manera: «Pintora visionaria y dibujante sin par cuya obra evoca el surrealismo latinoamericano y europeo, Cameron reinterpreta figuras mitológicas con singular atención a la línea y a la idea de la metamorfosis espiritual. Su exploración filosófica pronto la puso en contacto con los beatniks y los círculos del cine vanguardista de Los Ángeles y la heterodoxia y la amplitud de sus intereses la convirtieron en un vínculo único entre los florecientes mundos espiritual y artístico de la ciudad». Esto lo podemos leer en el catálogo de la exposición Cameron: Songs for the Witch Woman, del Museum of Contemporary Art (MOCA) de Los Ángeles, que se inauguró el 11 de octubre de 2014 y que fue la primera exposición dedicada a la artista tras su muerte. Aquí podemos ver algunas de sus obras.
En constante enfrentamiento con la sociedad conservadora que la rodeaba, mostrándose deshinibida y llena de energía, fue una mujer libre que no quiso vivir de otra manera. Murio junto a su hija y sus nietos el 24 de julio de 1995. Siempre vestida de negro. Luciendo su larga cabellera roja. Dicen que así la veían pasear conduciendo un coche fúnebre. Ella misma se hacía llamar la Mujer Escarlata, la Bruja Cameron, la Cenicienta del Yermo (Cinderella of the Wastelands).