La tétrica cabalgata nocturna del 18 de julio del 39 en Barcelona
/El 18 de julio de 1939, pocos meses después de finalizar la guerra, Barcelona celebró el día del alzamiento militar y la fiesta del trabajo con una tétrica cabalgata nocturna.
«BARCELONA. En conmemoración de la Fiesta de Exaltación del Trabajo recorrió las principales vías de la ciudad una original cabalgata alegórica que llamó poderosamente la atención, siendo entusiáticamente aplaudida en todo el trayecto».
Con esas palabras describía el diario La Vanguardia la cabalgata que había recorrido las calles de Barcelona la noche del 18 al 19 de julio de 1939. Un texto que, a pesar de lo laudatorio y enaltecedor, resulta insuficiente para describir lo que se vivió ese día en la ciudad condal. Un acto propagandístico y de exaltación al régimen franquista que, por supuesto que llamó la atención, pero no por inspirador sino por lo tétrico y ridículo. Pero vayamos por partes.
La fiesta del régimen
El 18 de julio, era la fiesta por antonomasia del régimen franquista, por delante incluso del 12 de octubre, Día de la Raza y de la virgen del Pilar. El 18 de julio era la fiesta que recordaba el alzamiento contra la República y el comienzo de la Guerra Civil y, por tanto, se celebró en la zona fascista incluso cuando la guerra estaba en curso.
Finalizada la contienda, el 18 de julio fue, además del día del alzamiento, la Fiesta de Exaltación del Trabajo porque, como es fácil de entender, durante el franquismo, el 1 de Mayo, con sus referencias a la lucha obrera y a los disturbios de Chicago en 1886, no se celebraba.
Según la propaganda franquista, el 18 de julio no era una fecha de confrontación sino el día para celebrar «la Fiesta de la confraternidad entre patronos y obreros». En Sevilla, por ejemplo, contaba ABC el 18 de julio de 1939 que «todas las Empresas y entidades comerciales e industriales, como así numerosos centros de todo orden, rivalizaron en la celebración». En otras palabras, aunque la guerra había acabado apenas unos meses atrás y la cosa no estaba para tirar cohetes, en Sevilla, donde la guerra había sido menos larga que en Madrid, sí que se tiraron. De hecho, entre las empresas que participaron en los fastos, estuvo Pirotecnia Fundición Maestranza.
Junto a esa empresa de pirotecnia y municiones, participaron el restaurante Casa Lazo, casa Siemens, Casa Contreras, Bauer internacional y las empresas Hijos de Luca de Tena, Metalgraf y Prensa Española, es decir, las responsables de la redacción e impresión de ABC.
En los locales de ese diario, «bellamente exornados» con «un retrato del Caudillo y otros de José Antonio y del teniente general Queipo de Llano», que también participó en el evento, se celebró un acto en el que «estuvieron presentes los elementos directivos de dichas Empresas y la totalidad de sus empleados y obreros». Los se olvidaba de apuntar el diario era que los obreros no podían excusar su asistencia salvo que quisieran ser expedientados, despedidos o detenidos.
El acto sevillano consistió en un discurso leído por Eduardo Luca de Tena, al final del cual se oyeron «numerosos vítores» y se interpretaron «los Himnos, que fueron escuchados brazo en alto». Los himnos eran, evidentemente, el nacional y el Cara al Sol; el brazo en alto, el saludo fascista a la romana.
Concluidos los cánticos, decía ABC que, «a petición de los asistentes usó de la palabra el teniente general Queipo de Llano, que honró con su presencia y la de su bella hija, Maruja, la fiesta». El que fuera conocido como Virrey de Andalucía por su enorme poder, estaba habituado a dar discurso desde que, durante la Guerra, utilizase los micrófonos de Radio Sevilla para lanzar violentas soflamas por las ondas.
En esa ocasión Queipo de Llano no llamó a la violación de las milicianas republicanas sino que habló de la necesidad de compenetración entre el capital y el trabajo para hacer grande a España y citó a la Alemania del III Reich como modelo de prosperidad. Asimismo, alabó a la empresa Luca de Tena, afín al fascismo desde el levantamiento del 18 de julio –e incluso antes– y, cuando concluyó, refería ABC «fue ovacionadísimo» por patronos y obreros. A la fuerza ahorcan.
Posteriormente, los asistentes disfrutaron de unas actuaciones musicales, del «limpio y original ilusionismo» del Caballero Misterio y a continuación, «el sexo femenino, que acudió a la fiesta con típicos atavíos, animó con su presencia el baile que se organizó después de servida la espléndida cena».
También refería ABC que la animadísima fiesta «excelentemente organizada, duró hasta bien entrada la madrugada», aunque sería para los señoritos, porque al día siguiente era miércoles y los obreros tenían que trabajar.
El desfile de cabalgatas de Barcelona
Los que también se acostaron tarde esa noche del 18 al 19 de julio de 1939 fueron los habitantes de Barcelona, que fueron testigos de la antes mencionada «gran cabalgata nocturna» organizada por la Central Nacional Sindicalista de Barcelona y patrocinada por Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.
Según La Vanguardia, el evento partió a las diez de la noche –«en punto», matizaba el periódico, demostrando que la falange no se andaba con chiquitas– del Parque de la Ciudadela y recorrió Avenida de Maristany, la Vía Layetana, la calle de Jaime I, calle de Fernando, Ramblas, Plaza de Cataluña, Paseo de Gracia, Consejo de Ciento, Balmes, Avenida de Jose Antonio Primo de Rivera, Plaza de España y recinto de la Exposición, donde finalizó.
Por si no fuera bastante una cabalgara nocturna con carrozas y antorchas, el periódico catalán informaba de que «todas las sirenas de las fábricas de Barcelona y buques surtos en el Puerto y todas las campanas de las iglesias de nuestra ciudad tocarán en la madrugada del día 19 a las cuatro de la mañana durante un cuarto de hora», para recordar el momento del alzamiento en Barcelona. Como si después de tres años de guerra con su consiguiente posguerra y represión, los barceloneses no tuvieran suficientemente claro cómo y cuándo había comenzado el conflicto.
Igual que era imposible olvidar la guerra, tampoco sería fácil olvidar esa tétrica cabalgata escoltada con antorchas en la que desfilaron carrozas alegóricas a diversos aspectos de la industria y la economía. Desde los Oficios varios, a la del gremio de pescadores, la de la Metalurgia y el gas, la industria de las Artes Gráficas –sufragada por La Vanguardia, Destino y otras publicaciones afectas al régimen– y la que tal vez sea la más extraña de todas, la de la Agricultura.
En definitiva, un espectáculo que rezumaba fascismo por los cuatro costados y que, afortunadamente, fue registrado en una serie de fotografías que hoy se conservan en los archivos de la Biblioteca Nacional y que permiten recordar el régimen de propaganda, terror y violencia surgido tras la Guerra Civil. Para que se hagan una idea, se las adjuntamos a continuación.