La (otra) noche de los cristales rotos
/Johnny Rotten tenía nueva banda. Había anunciado el final del rock e intentaba rehacer su carrera con otro nombre artístico (John Lydon) en un descenso hacia la experimentación musical que alcanzaba incluso el formato de sus discos: Metal Box salió publicado inicialmente en una lata que contenían los discos.
Todo en él parecía impredecible, aunque posiblemente no esperaría que, ya pasados los años de «mugre y furia» de los Sex Pistols, fuese protagonista de una revuelta en uno de sus shows como no había sucedido en la etapa punk. Bow Wow Wow, el nuevo proyecto musical dirigido por Malcolm McLaren, quien había puesto a una chica menor de edad al frente de una banda nueva olera que publicó un fabuloso primer disco, habían cancelado su concierto en el Ritz de Nueva York, que por entonces intentaba disputarle al CBGB su liderazgo de epicentro de la nueva escena musical de la ciudad y que había sido inaugurado por U2. Los promotores, desconsolados, se preguntaron quién podría sustituirlos. El nombre de PIL (Public Image Limited), que estaban presentando su nuevo disco, The Flowers of Romance, fue el primero que se propuso. Ellos, por supuesto, aceptaron.
«El rock and roll está jodidamente muerto. No somos una banda, sino una compañía, y estamos aquí para hacer arte performativo. Eso es lo que haremos»
La antimúsica de PIL se hizo patente en la respuesta que la banda le dio a los promotores: «El rock and roll está jodidamente muerto. No somos una banda, sino una compañía, y estamos aquí para hacer arte performativo. Eso es lo que haremos».
Llegó el día del concierto, el 15 de mayo de 1981. La situación se fue caldeando con un enorme retraso en la apertura de puertas. Llovía y el numeroso público tuvo que esperar durante dos horas bajo una lluvia inclemente. Todos los miembros de PIL estaban en la sala, pero ni rastro de Lydon, que parecía desaparecido. El público comenzó a estar cada vez más nervioso. La banda había improvisado a un batería, Sam Ulamo que, según aseguraron, habían reclutado en el mismo bar del Ritz. Cuando llegó Lydon el público ya estaba harto. Con un grandísimo retraso salió al escenario una presentadora, Lisa Yapp, que no pudo decir palabra ante los gritos de los asistentes, que la abuchearon y exigieron que saliera ya PIL. Comenzaba el arte performativo... un video era proyectado al fondo del escenario, mientras el recién llegado batería comenzaba a tocar una especie de introducción percusiva tribal e improvisada. Lydon, cuando salió, pareció rememorar la prodigiosa frase que lanzase al colérico público de San Francisco durante el último show de Sex Pistols: «¿Alguna vez os habéis sentido estafados?». Dijo algo exactamente igual, o casi, pero la multitud no entendió la gracia y comenzó a lanzarle algunas botellas, hasta que aquello se convirtió en un gran disturbio.
«Keith Levene, guitarrista de PIL, se acercó al micrófono y dijo: “Si destruyen la pantalla, nosotros tendremos el poder de destruiros a vosotros”, enardeciendo aún más los ánimos»
Inicialmente, los promotores y dueños de la sala no hicieron nada por detener los incidentes, que iban cada vez a más, hasta que la lluvia de botellas comenzó a impactar contra la gigantesca pantalla en que se proyectaba la película. Incluso alguien gritó que un tipo tenía una pistola. Keith Levene, guitarrista de PIL, se acercó al micrófono y dijo: «Si destruyen la pantalla, nosotros tendremos el poder de destruiros a vosotros», enardeciendo aún más los ánimos.
Fue el principio del fin. Asalto al escenario, destrucción del equipo, botellazos a cada lado, caos absoluto. La banda, que apenas logró arrancar algunos compases, se dirigió al público e incluso hubo amagos de unirse a las peleas que se estaban sucediendo, mientras la sala era destruida y Nueva York sufría las consecuencias de PIL.