Las orquídeas arderán
/Las bellas orquídeas, todo un símbolo nacional, habían sido arrasadas. El Pabellón de las Orquídeas del Real Jardín Botánico de Kew ardió a manos de las sufragistas. Al día siguiente, lo que podía contemplar el asombrado público era espantoso: un local hecho añicos, destruido, liquidado.
En 1913, año del famoso ataque, las sufragistas inglesas habían decidido radicalizar sus acciones, pasando de la mera desobediencia civil a la acción violenta en unas acciones que causaron una gran conmoción entre los ingleses, pero que al mismo tiempo inspiraron a muchas otras mujeres. Sus tácticas por lograr el voto de las mujeres y todo tipo de derechos, hasta ahora negados, eran muy variadas: destrozaban los buzones de correos y las vidrieras de comercios y establecimientos colaboracionistas, asaltaban iglesias, apedrearon la misma casa del Primer Ministro en Downing street, vertieron ácido en los campos de golf, incendiaron estaciones o se enfrentaron cuerpo a cuerpo con la policía, poniendo en práctica técnicas de autodefensa personal que aprendían y practicaban en grupos. Las piedras que lanzaban llevaban inscritos lemas reivindicativos. Pronto, decenas de sufragistas entraron en prisión, engrosando las filas de las prisioneras políticas. Otras muchas, sin embargo, fueron a parar a hospitales psiquiátricos donde formaban parte de programas de «rehabilitación», que incluía todo tipo de torturas físicas y psíquicas. Hubo huelgas de hambre en prisión, manifestaciones violentas y mucha resistencia.
Las feministas inglesas, al menos en sus métodos, fueron mucho más radicales que sus compañeras americanas y no les importó la campaña de prensa que las tachaba de «locas e histéricas», todas ellas cansadas de promesas políticas que luego eran olvidadas. Una de sus líderes, Emmeline Pankhurst, lo había dejado muy claro: «Deeds, not words» («Hechos, no palabras»). Ella también se sumó a aquella ola de contestación. El 19 de febrero de 1913 se dirigió a la mansión de David Lloyd George, ministro de Hacienda, y lanzó varias bombas incendiarias contra su casa «para despertarlo». Pankhurst fue condenada a tres años de prisión por «conspiración para incitar a ciertas personas a que cometan daños contra la propiedad».
La secuencia de imágenes que os ofrecemos recogen los desperfectos, incendios, ataques con bombas, sabotajes y luchas cuerpo a cuerpo de las sufragistas. O este aviso del Victoria and Albert Museum, donde se prohibió la entrada con los famosos paraguas de las sufragistas, que solían utilizar para defenderse y atacar.
También testimonios gráficos de sus fichas policiales y encierros en prisiones de todo el país, sobre todo la tristemente famosa de Holloway.