Lecciones y pereza
/Estrenamos sección con la gran Alana Portero, que nos advierte del peligro de las medias tintas y las omisiones en el movimiento feminista ante este 8 de marzo: «Feminismo no es ceder espacios, es compartirlos, la cesión es siempre un acto de privilegio. Feminismo debe ser hegemonía pero no homogeneidad», afirma
por ALANA PORTERO (*)
Que las manifestaciones y los eventos feministas alrededor del 8 de marzo han desbordado toda previsión y lógica (machista y capitalista) es a estas alturas un hecho incontestable. Cuando un movimiento social y político que atenta tan directamente contra el estatus crece de tal manera pone en marcha numerosos mecanismos de defensa, más agresivos cuanto más amenaza supone. El capitalismo hace lo suyo, ataca por asimilación, apela al consumo, al producto, trata de convertirlo todo en una campaña de ventas, opera como un carcinoma silente, a través de la amabilidad, de la representación, de los eslóganes, atasca las posibilidades de crecimiento y reflexión a fuerza de camisetas, libros y posibilidades de fiesta. Nada nuevo y nada que las mujeres no sepamos.
«Desde la derecha: violencia, demonización, falsos dilemas, días del hombre, guerra de cifras y falsos mitos sobre los peligros del hembrismo que quiere convertir a las niñas en futuras jezabeles y a los niños en esclavos al servicio de las arpías»
La política de partidos opta por dos vías de erosión. Desde la derecha: violencia, demonización, falsos dilemas, días del hombre, guerra de cifras y falsos mitos sobre los peligros del hembrismo que quiere convertir a las niñas en futuras jezabeles y a los niños en esclavos al servicio de las arpías. Un disparate al que también estamos acostumbradas y contra el que hablan nuestros actos, asambleas, políticas de acción, cuidados, ayudas e intervención directa sobre nuestro entorno.
«Desde una izquierda mohosa y reluctante, se mezclan un poco las dos estrategias anteriormente descritas, como quien descubre los peligros del agua caliente y corre a explicárselos a quien se pasa el día lavándoles los calzoncillos»
Desde una izquierda mohosa y reluctante, se mezclan un poco las dos estrategias anteriormente descritas, como quien descubre los peligros del agua caliente y corre a explicárselos a quien se pasa el día lavándoles los calzoncillos. La guerra de clases, los peligros de las identidades, el liberalismo y otras obviedades. Nosotras hemos convocado dos huelgas generales en los últimos dos años, la de este con previsiones de seguimiento mayores que la del pasado y aún hemos de soportar dos o tres semanas de «lucha de clase para dummies» por parte de quienes han abandonado las calles y la militancia activa hace años.
MUJERES TRANS Y FEMINISMO
Se pretende, como estrategia global de descrédito al movimiento feminista, denunciar sus puntos débiles, sus contradicciones y sus supuestas concesiones al sistema. De nuevo nada que no esté encima de la mesa en casi cada asamblea feminista.
Hace tiempo leí una entrevista que le hacían a Silvia Federici en un medio italiano. La entrevistadora, en un momento dado, preguntaba a Federici por la polémica «mujeres trans y feminismo», ella contestaba lacónica, como pasando de puntillas y la periodista hacía una reflexión estupenda. Decía que gran parte de la exclusión tiene anclajes muy severos en la pereza. En la revisión que supone adaptar un discurso y unas prácticas que llevan asentadas desde los años setenta y que más o menos funcionaban. No hablaba tanto del odio —contra eso lo único que se puede hacer es tratar de extirparlo de todo movimiento que pretenda mejorar el mundo— como de las medias tintas y las omisiones que acaban por hacer el mismo daño que el odio aunque provengan de personas que no lo sienten. Me gustó la reflexión y la hago mía. Por supuesto que como feministas tenemos muchísimo camino por delante y mucha reparación que llevar a cabo a favor de otras mujeres. El feminismo cis ha sido muy perezoso y permisivo combatiendo la transmisoginia, haciendo que las mujeres trans no nos sintamos seguras en un espacio que deberíamos compartir por derecho. Las feministas blancas hemos sido muy perezosas y muy condescendientes respecto a nuestras compañeras racializadas —perdón por un término que detesto pero que no sé sustituir—, reduciendo su presencia a espacios cedidos y siempre relacionados con cuestiones migratorias. Las feministas hemos sido y somos muy perezosas con las necesidades, representaciones y espacios de nuestras compañeras con diversidad funcional. El feminismo, sea abolicionista o no, no puede permitirse señalar a las trabajadoras sexuales como colaboracionistas o usar una terminología tan bastarda como «violadas de pago», en un ejercicio de violencia dialéctica del todo condenable, fruto de prejuicios, pereza y falta de escucha.
«Feminismo no es ceder espacios, es compartirlos, la cesión es siempre un acto de privilegio. Feminismo debe ser hegemonía pero no homogeneidad, términos que confunden adrede nuestros críticos para señalar a la diversidad y a las identidades como algo malo. Cuando en ellas reside una potencia política devastadora»
Feminismo no es ceder espacios, es compartirlos, la cesión es siempre un acto de privilegio. Feminismo debe ser hegemonía pero no homogeneidad, términos que confunden adrede nuestros críticos para señalar a la diversidad y a las identidades como algo malo. Cuando en ellas reside una potencia política devastadora.
Todo esto está encima de la mesa y lo solucionaremos, estoy segura. Entre nosotras debe ser diferente y lo acabará siendo. Tenemos margen de mejora, de acción, de movilización, de comunicación. Con toda esta carga de contradicciones saldremos a la calle el día ocho de marzo y la colapsaremos. Con toda esta carga de asuntos sin resolver haremos huelga convencidas y sabiendo que el año que viene será mejor. Con nuestros puntos débiles seguimos siendo el movimiento político, social y obrero —identidad irrenunciable— con mayor capacidad de transformación actual. Convendría buscar el modo de estar a nuestro lado en lugar de señalarnos, darnos lecciones o menospreciarnos.
Nos vemos en las calles.
(*) ALANA PORTERO (aka «La Gata de Cheshire»). Medievalista, bruja, antropóloga y hacker de género. Ha pertenecido a más de doce sectas apocalípticas y ha sobrevivido a todas. Se sacó un ojo solo para poder llevar parche. Habla una jerga compuesta por más de diez lenguas muertas y ha olvidado como comunicarse en el presente, por eso trabaja sola. Consiguió su actual puesto en Agente Provocador asesinando al Agente Fauno, antiguo miembro de la banda negra. También conocida como la Poison Ivy del barrio de San Blas. Muy peligrosa.