«Libérate», el libro de Valeria Vegas que repasa los hitos del movimiento LGTB en España desde el tardofranquismo a la democracia
/España no sería la que es sin las aportaciones culturales realizadas durante los últimos años del franquismo y los primeros de la democracia por transformistas, vedettes trans, cantantes gais, revistas para lectores LGTB o películas que mostraban la realidad de ese colectivo. El nuevo libro de Valeria Vegas reivindica a todos esos creadores y su obra.
«En las calles las pintadas / están de moda hoy en día / verdes, negras y coloradas / pidiendo la autonomía. / Hoy mismito he visto una / Ay, que me llegó al corazón / la verdad como ninguna / y llenita de razón. / Libérate, libérate / ser sexual no es delito / no lo calles lanza el grito / Libérate, libérate», cantaba Rafael Conde, conocido artísticamente como El Titi, a principios de los ochenta. Libérate se convirtió en uno de los primeros himnos gais, mucho antes de que Berlanga y Canut pensasen en escribir A quién le importa o el mayor de los hermanos Cano firmase Mujer contra mujer. Hoy, más de tres décadas desde su publicación, el éxito de El Titi da nombre al nuevo libro de Valeria Vegas.
Publicado por Dos Bigotes, editorial en cuyo catálogo también está su anterior trabajo, Vestidas de Azul, la escritora recoge en una suerte de diccionario abreviado aquellos artistas, películas, canciones, salas de fiestas o revistas que fueron clave en la cultura LGTBQ del tardofranquismo y los primeros años de democracia. Un trabajo que reivindica una parte de la historia española injustamente ignorada y de la que Valeria Vegas nos habla en la siguiente entrevista.
Agente Provocador: ¿Cómo se te ocurrió embarcarte en un proyecto como Libérate?
Valeria Vegas: Surge de de ver que no existía algo así en España. Lo más parecido podía haber sido Memorias trans de Pierrot, presentador y transformista de Barcelona. Se trataba de un libro pequeñito, muy minoritario, en el que él contaba su vida, pero pasaba muy por encima por todo lo demás. También me di cuenta de que, desde hacía año y medio, llegaban libros, que entiendo que eran traducciones, pero que se centraban solo en referentes internacionales como Andy Warhol, RuPaul, el Rocky Horror Picture Show, Candy Darling, pero no había nada que recopilase esos mismos referentes en el caso de España. A lo mejor sí los hay en cuanto a personas LGTB en el campo de la política, pero yo quería centrarme en el entretenimiento, en el cine, la música. Es verdad que en mí siempre hay una parte de querer rescatar esas cosas, pero en esta ocasión, ese rescate coincidía con que no estaba hecho.
AP: A qué crees que se debe ese silencio y maltrato hacia todos estos artistas. ¿Ha tenido algo que ver el haberse dedicado al espectáculo y la cultura popular, en lugar de a, por ejemplo, la política como comentabas antes o el arte académico?
VV: El espectáculo está bastante maltratado en España y más aún cuando ese espectáculo tiene toques contraculturales, como es el caso. Lo curioso es que muchos de los artistas que salen en el libro no eran artistas de nicho. No actuaban para un público LGTB. Pavlovsky, Pierrot, Paco España y todas estas vedettes actuaban para matrimonios cis hetero. En esa época, lo propio y lo moderno era admirar a esos artistas. Cada cual iría con una visión distinta. Unos acudirían con cierto morbo, otros para sentirse más modernos, otros porque era lo que tocaba y otras personas con admiración plena. Sin embargo, al final hay algo que ha hecho que el tiempo no les trate bien. Es cierto que a principios de los 90 comienza el declive de las salsas de fiestas, del cabaret, el music-hall y esos artistas quedaron relegados a ese olvido. Pero también se añade que en España tenemos ese complejo y desdén a la hora de tratar a nuestros artistas. Si se ha maltratado a Camilo Sesto, ¿cómo no se va a maltratar a una vedette o a un cómico o un transformista?
AP: El libro se titula Libérate, pero tal vez debería ser «Os liberamos» por la trascendencia que el movimiento LGTB ha tenido en la historia reciente de España a la hora de generar debate y presionar para que se ampliasen las libertades en el país. Una vanguardia política y social que vuelve a manifestarse en la actualidad, como demuestra la reacción que genera, por ejemplo, la nueva ley de Transexualidad entre la sociedad burguesa más rancia y reaccionaria.
VV: Eso ha ocurrido en el movimiento LGTB a escala mundial, pero muy especialmente en España, donde veníamos de una dictadura. En otros países ese movimiento creció paulatinamente, pero aquí fue como una explosión a la hora de cómo dices algo, de qué manera lo dices, con quién lo dices, cómo burlas la censura, cómo juegas a entrar y a sentirte aceptado. Me gusta mucho que se pueda ver con cierto ojo crítico a esas transformistas que contentaban a ese público heterosexual un poco humillándose ellas, pero cuando te dabas cuenta, el chiste cambiaba y se estaban metiendo con el marido de la señora del público. El escenario era como un escenario de guerrilla. Se lanzaban más mensajes de los que creemos. También se hacían películas como Mi querida Señorita de Jaime de Armiñán, que hablaba del entonces hemafroditismo, que hoy se llama muy correctamente intersexualidad y que a veces se ha confundido con transexualidad. Esa película es del año 1972 y se hizo aquí, no hay una película semejante en otros países de Europa. Al final hemos tenido un país más moderno de lo que pensamos y lo ha hecho moderno la gente que sale en este libro, los liberados.
AP: Además de Mi querida Señorita, en el libro hay infinidad de ejemplos de artistas que no tienen nada que envidiar a referentes LGTB internacionales. ¿Por qué crees que, mientras que ignoramos a estos artistas o películas locales, se abraza sin dudar a productos y personajes internacionales como, por ejemplo, Liza Minnelli o Judy Gardland?
VV: Creo que es por vergüenza y por esa cuestión de pensar que lo nuestro es cutre. Y ojo, que reivindicar lo nuestro no me quita un ápice de reivindicar lo de más allá. Parte de lo que soy se lo debo a Divine, al Rocky Horror, a muchas divas LGTB internacionales que me encantan. Al final, nos dicen que Priscila reina del desierto es maravillosa y no lo discutimos. Sin embargo, con lo nuestro tenemos que dudar si es bueno, si no es bueno, si se puede reivindicar… Es una sensación de creer que lo nuestro es cutre y eso es un error. A lo mejor lo que era cutre era el contexto, era la época, era sala, era la prensa de ese momento por cómo trataba a esas personas, pero esas personas, en cuanto a vedettes trans o transformistas, eran tan válidas como las artistas que podían venir de Francia o de California. Para mí estaban perfectamente a la misma altura.
AP: Ahora que hablamos de los referentes internacionales, en el libro mencionas que en España incluso tuvimos nuestro propio Stonewall cuando, el 10 de junio de 1979, un policía asesinó de un disparo a Francis, mientras realizaba su espectáculo de transformismo en una sala de Rentería.
VV: No entiendo cómo puede ser que tengamos eso tan olvidado. Ese sería nuestro Stonewall. De hecho tuve que utilizar el ejemplo norteamericano para que entendiéramos la importancia del caso. Cómo en un fin de semana en un país en transición se alteró todo un municipio porque se mató a alguien en un escenario después de pegarle un tiro. En Stonewall no se pegaron tiros porque no hizo falta, pero aquí sí se llegó a eso. Aunque es cierto que se hizo eco toda la prensa, resulta sorprendente que los medios se hayan olvidado. Porque no es culpa de la gente. La gente digiere lo que le dan y si no se lo dan, directamente no lo puede digerir.
AP: Uno de los personajes que aparecen en el libro es Coccinelle, la primera persona trans en tener una calle en Europa. ¿No resulta un tanto injusto, no solo que no haya más presencia de personas trans en el espacio público, sino que no se mencione la condición sexual de las personas heterosexuales u homosexuales a las que se les pone una calle pero sí se haga con las personas trans? Jacinto Benavente, por ejemplo, tiene una plaza en Madrid y no se le ha puesto por homosexual sino por escritor.
VV: Se ha naturalizado la condición sexual pero no la identidad. Por lo que se ve, todo lo que supone romper con la identidad es demasiado fuerte antropológicamente hablando y seguimos viéndolo de esa manera: «Oh, una persona trans que tiene o no tiene calle» o incluso se cuestiona si La veneno merece o una placa o no la merece y no se cuestiona la condición sexual de otras personas que tienen una calle. Hay heterosexuales y gais y lesbianas con su calle. Creo que eso responde a que la lucha trans ha empezado muy recientemente. Ha empezado hace mucho tiempo, pero me prefiero a todo lo que es en cuestión positiva, todo lo que es terminología, teorías de género y eso es tan reciente, que posiblemente tardemos dos décadas en naturalizar aquello. Cuando eso suceda, tendremos muchas personas trans a las que se les dé una calle, no porque sean trans sino porque sean buenas actrices, buenas biólogas, buenas científicas… Eso tiene que llegar.
AP: ¿Cómo crees que va a ser recibido el libro por los lectores más jóvenes, a los que se les descubrirá una realidad que prácticamente desconocen?
VV: El libro para la gente joven tiene que ser una venta para que utilicen esa herramienta a la que están pegados que es internet. Por eso hace falta que tengan un mínimo de curiosidad. Creo que no están aprovechando verdaderamente internet, porque están reduciendo su uso al presente y el presente te llega solo. Sin que hagas nada, te vas a enterar de las cantantes que lo están petando este año, de la película que hay que ver o de la que no hay que ver. Eso está muy bien, pero te va a llegar solo, como ha sucedido en todos los momentos. Internet es la herramienta que ni tú ni yo teníamos. Por eso, cuando querías saber quién era Marlene Dietrich, te empapabas de revistas, veías reportajes en televisión… Eso debería ser internet para la gente joven y me gustaría que el libro sirviera para eso. Hay gente de dieciséis años que ve el libro y alucina porque lo que se cuenta le suena a historia medieval. Pero, si cogen el libro y leen el caso de Francis, quién es Coccinelle, dónde estaba Los Centauros o el Barcelona de Noche… Si hacen eso y son gente curiosa, sí creo que es un libro que va a conectar con los jóvenes.
AP: El libro ha salido en Dos Bigotes, que es una editorial independiente, pero su contenido podría inspirar una serie documental, una serie sobre el movimiento LGTB en la época de la transición u otros productos generalistas. ¿Por qué crees que los grandes medios ignoran este tipo de temas, incluso después de que la serie Veneno ha demostrado que pueden ser un éxito?
VV: La gran confirmación de que los medios son reacios hacia este tipo de temas son los dos mails de dos editoriales que me decían que no creían que La Veneno interesase a su público y que veían que el personaje podía ser molesto. Años más tarde se ha demostrado que se habían equivocado. Tal vez el momento es más favorable que hace diez años, seguro que sí, pero que también muchas veces desde arriba no saben ver lo que pasa. ¿Que triunfa un programa de cocina? Todos a hacer programas de cocina. ¿Que triunfan los talent shows? Todos a hacer talent shows. ¿Que funcionaba un programa de nuevos talentos cantando? Todos a hacer programas de nuevos talentos cantando. A lo mejor ahora con Veneno se dan cuenta de que pueden hacer series LGTB desde una perspectiva que no sea solo el personaje secundario gay o lesbiana que teníamos en las series de los 2000. Eran personajes secundarios, no era una serie que girase en torno a un colectivo y que estuviera hecha para que la viera todo el mundo, no solo ese colectivo.
AP: La lectura de Libérate también me ha generado otra duda, ¿por qué no hemos hecho todavía en España un documental tipo El celuloide oculto?
VV: El celuloide oculto o el documental Disclosure que ha estrenado Netflix sobre la imagen de las personas trans en el cine y la televisión. Voy a citarla porque es un personaje dentro del colectivo LGTB, pero cuando lo vio, La Prohibida me escribió y me dijo que Disclosure es Vestidas de Azul. Siento referenciarme, pero es que se da la ocasión. En España podríamos haber hecho un Celuloide oculto o un Disclosure citando películas y secuencias de Ozores, de Almodóvar, de Eloy de la Iglesia, de películas de los 60 y 70 porque hemos tenido suficiente material de ese tipo como para poder analizarlo ahora y descontextualizarlo.