Los consejos sexuales del Ejército republicano: «contra la masturbación y el burdeleo»
/Un increíble artículo publicado en 25 División, periódico del Ejército Popular de la República, recomendaba la abstinencia para «no debilitar a los mozos fuertes y dignos», entre otras cosas
La 25.ª División fue una de las divisiones del Ejército Popular de la República que se organizaron durante la Guerra Civil española sobre la base de las Brigadas Mixtas. La 25.ª División intervino en las batallas de Huesca, Belchite, Teruel y Levante. Estaba integrada mayoritariamente por anarquistas desde su formación en abril de 1937, a partir de la antigua división «Jubert», que había sido la antigua columna «Ortiz», integrada por milicianos anarquistas. Desde Alcañiz (Teruel) se publicó a comienzos de 1938, con la guerra ya muy avanzada, su periódico 25 División, del que conocemos la existencia de al menos dos números. En su segundo número (enero de 1938), entre otros contenidos, publicó artículos en homenaje al dirigente anarquista Cipriano Mera, así como mensajes y consejos a las tropas destinadas al frente.
En este número incluyó un sorprendente artículo titulado «La vida sexual del soldado», acompañado de una ilustración en la que se veía a una mujer, que el texto relacionaba con la prostitución, paseando por una calle y junto a un portal. Refleja no solamente la misoginia existente sino los tabús y mitos aún persistentes en los tiempos de la República, incluso en los medios anarquistas. De este modo, el soldado que «es siempre un hombre» no debe tener fantasías sexuales y, menos aún, masturbarse: «Son prácticas odiosas de las que todos deberían avergonzarse y prevenirse la masturbación y el burdeleo», afirmaba, relacionando la actividad sexual con la fortaleza. «Los mozos fuertes y dignos pueden debilitarse o caer en las mayores degradaciones», añadía, recomendando la «higiene sexual» y, por supuesto, «frenar la imaginación».
El periódico Ahora, en un reportaje en la línea del frente republicano de agosto de 1938, señalaba que existían carteles y se distribuían folletos acerca de la masturbación: «Y, además, aquí se miran y atacan todos los problemas del frente, como, por ejemplo, en esta cuartilla, firmada por un sargento, en la que leo como titular: "Sobre la masturbación y los peligros que acarrea"», se lee. Y continúa diciendo: «Autoeducarse, tratar siempre de forjar al hombre nuevo, al hombre sano, al hombre que ha de regir los destinos de España y de sí mismo, he ahí la ocupación, tan sencilla como magnífica, de los combatientes sin excepción, en estas forzadas horas de ocio, en que callan las Artillerías y los pulsos están como en descanso...».
«La vida del soldado expuesta a multitud de problemas que este debe prevenir y resolver; la vida sexual no es de los menores. La fantasía es aquí el gran artífice que aumenta hasta lo infinito y convierte en abrumadoras necesidades que en su valor real no son más que relativas. Las conversaciones entre compañeros que no tratan precisamente temas académicos, la lectura de libritos que en poco aumentan la cultura, y la suciedad de los órganos genitales, que el descuido permite, son materias más que suficientes para producir una desazón y un deseo insanos que son constante tormento del que los padece.
Consecuencia de tales principios son prácticas odiosas de las que todos deberían avergonzarse y prevenirse: la masturbación y el burdeleo. Los mozos fuertes y dignos pueden debilitarse o caer en las mayores degradaciones y contraer enfermedades que se llevan la salud y dejan inútiles para toda la vida. Y el soldado que por negligencia pierde su eficacia o tiene que causar baja, por tal motivo, es igual que el desertor que traiciona a sus compañeros y a la causa que defiende.
Comprendemos la agobiada preocupación que para algunos representa este problema, y con esa misma comprensión les decimos que su voluntad ha de ser el freno del impulso y el que evite ciertas prácticas que gastan la energía de los más fornidos, y que a todo el que se tenga por hombre deben avergonzar.
El burdel, que es nido donde se cobijan las más terribles enfermedades y las pasiones más insanas y que, junto al engaño de un acto falso y del ambiente de la mayor degradación, esconde los peligros de las enfermedades más temibles. Debe ser enérgicamente rechazado por todo soldado que en nuestro Ejército lucha por una vida y una moral profundamente renovadas.
Una cuidadosa higiene de tus órganos genitales impedirá al soldado un sinfín de peligros y le librará de una fuente de molestias sin igual, con lo que su salud y bienestar aumentarán en su exclusivo beneficio. En las conversaciones o lecturas deberá evitar los tonos pornográficos, que solo le servirían para crearse el tormento de un hambre absurda que no podría satisfacer. Y, por último, debe vigilar la imaginación que de nada levanta un castillo; sujetándola y llevándola por rectos senderos, con lo cual evitará tener que resolver problemas inexistentes.
Con estas amigables recomendaciones y, sobre todo, con mucha higiene, se verá libre del agobio de ese problema y no tendrá que pasar por la vergüenza de verse débil o inútil para sus sagrados deberes. Un soldado es siempre un hombre, y cuando nos llegue la hora del triunfo, el pueblo y la historia colocará en los pináculos de la gloria a aquellos que entre el fragor del combate y la vorágine de las pasiones supieron ser dignos, sanos y conscientes, para contribuir más íntegramente a la victoria del pueblo español sobre el fascismo».