Los Diez Mandamientos de Saffiyah Khan


Una fotografía dio la vuelta al mundo. Una joven, luciendo una gran sonrisa y vistiendo una camiseta de The Specials, le plantaba cara a un furioso neonazi. Ahora esa chica, Saffiyah Khan, marcha de gira junto a The Specials y reinterpreta un clásico de ska en clave feminista

Muy recientemente estuve pinchando discos en un club de música negra que tiene lugar en una ciudad castellana. En uno de los pases, puse el Ten Commandments de Prince Buster, un tema favorito de ska.

Me encanta el disco, pero, como a muchos otros de sus fans, a la vez me resulta incómodo. Estamos hablando de una canción que, envueltas en un ritmo y una melodía irresistibles, contiene unas letras violentamente machistas. Personalmente estoy bastante en contra del revisionismo histórico, y creo que hay que tener siempre en cuenta el contexto cultural y temporal en el que se publica una obra antes de condenarla desde la perspectiva del siglo XXI; y aquí estamos hablando de los slums de Jamaica en 1965, un lugar y un momento nada propensos a la delicadeza. Pero aún teniéndolo en cuenta, afirmaciones como las que recoge Prince Buster son de poquita broma, y cuando pongo el disco siempre siento un picorcillo bastante molesto que supongo será el mismo que sentirán los que ponen el primero de Skrewdriver. Es decir, todos conocemos la cantilena, entonces no eran nazis, Ian Stuart de aquella aún no se había convertido en la estampita más buscada, el Santo Patrón de los boneheads... pero aún así, siempre piensa uno ¿no estaré glorificando una movida absolutamente inadecuada y bastante repugnante? El tema de Prince Buster era tan hiriente que en su momento tuvo una respuesta con el Ten Commandments (From Woman To Man) de Princess Buster, insuficiente y en la misma clave de "comedia" gruesa del original. Estamos hablando de una composición que propone castigar el adulterio con el asesinato. Así, de jijijí jajajá.

LA CHICA QUE DIO LA CARA ARMADA CON UNA SONRISA

«Saffiyah saltó en defensa de Zaira; armada únicamente con una sonrisa entre divertida y desdeñosa, achantó al líder de los supuestamente patriotas, que se retiró a su búnker en las redes sociales»

El caso es que, como acostumbro después de poner dicho disco, y no optando ya al sacramento de la penitencia, busqué la automortificación acudiendo a Youtube a leer las letras y los comentarios a favor y en contra del tema. Y me topé con este tema:

Si alguien no reconoce a Saffiyah Khan, es la chica cuyas fotos durante una manifestación de la ultraderechista Liga de Defensa Inglesa (EDL) se viralizaron hace dos años. Algunos miembros de la EDL estaban acosando a Zaira Zafar, una joven musulmana que llevaba su hijab, a quien acusaban de no haber respetado un minuto de silencio por las víctimas de recientes atentados islamistas. Ante la pasividad de la policía, Saffiyah saltó en defensa de Zaira; armada únicamente con una sonrisa entre divertida y desdeñosa, achantó al líder de los supuestamente patriotas, que se retiró a su búnker en las redes sociales. Desde allí, a la manera de la zorra de la fábula de Esopo, se relamió sus heridas con los habituales comentarios ingeniosos tipo esa guarra tiene suerte de conservar todos los dientes etcétera etcétera. La cosa clamaba tanto al cielo que hasta el ex líder de la EDL, Tommy Robinson, admitió que Saffiyah simplemente estaba defendiendo a una mujer de un ataque sin justificación posible: «La verdad es la verdad, y la fotografía da vergüenza».

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Dos instantes del famoso momento. Saffiyah Kahn discute con Ian Crossland, líder de la ultraderechista English Defense League. Fotografías: Joe Giddens

Dos instantes del famoso momento. Saffiyah Kahn discute con Ian Crossland, líder de la ultraderechista English Defense League. Fotografías: Joe Giddens

En otra de las fotos en las que aparece Saffiyah abandonando el lugar de los hechos «escoltada» por la policía, se ve que lleva puesta una sudadera de The Specials (1). Los primeros en alegrarse de este hecho aparentemente insignificante fueron los miembros del grupo, que reaccionaron invitándola a uno de sus conciertos al mes siguiente del incidente. Se conocieron y hablaron de lo típico de hacer algo juntos y blablablá. Y ahí habría quedado la cosa, en un pequeño destello de esperanza iluminando levemente unos tiempos oscuros.

Pero no, ahí es donde empieza la magia.

Para sacarle todo el jugo a la película tenemos que viajar atrás en el tiempo. Estamos en los oscuros finales de los 70. En la eclosión del neoliberalismo que a día de hoy sigue jodiéndonos. Entre las políticas de Thatcher, Reagan y la amenaza factible del holocausto nuclear vía euro misil, la clase trabajadora europea está siendo vapuleada. En el Reino Unido, los inmigrantes llegados quince o veinte años antes desde los extremos de un Imperio Británico agonizante, y sus hijos nacidos ya al amparo de la Madre Patria, luchan contra los nativos blancos por el pedazo de pan que les tiran desde arriba. Un caldo de cultivo para que el desinformado proletariado local se organice contra sus compañeros de clase en partidos como el Frente Nacional, que capitalizan las doctrinas fascistas y xenófobas de pioneros Oswald Mosley o de Enoch Powell, quien poco antes vaticinaba unos «ríos de sangre» que los seguidores más cerriles del NF (y sus futuros herederos stormtroopers del BNP y de la ya citada EDL), estaban dispuestísimos a hacer fluir.

Khan y Fred Perrys

Khan y Fred Perrys


En el mismo meollo de todo este asunto, Coventry, en el cinturón industrial inglés. La ciudad está en una profunda crisis económica provocada por los primeros efectos de la globalización. El desempleo es atroz entre jamaicanos, anglosajones y paquistaníes, despedidos de las fábricas de una industria del automóvil que cierra o se traslada al extranjero. El crimen se dispara. En medio de este desolador panorama, unos jóvenes sin futuro se juntan para entretenerse haciendo música. Se hacen llamar The Automatics, más tarde The Coventry Automatics, finalmente The Specials. Como tantos otros de su generación, beben tanto del punk como del reggae y los anteriores ritmos jamaicanos que escuchan en los bailes locales y en singles de mercadillo. Su particularidad es que integran blancos y negros, lo que sin duda es la causa de que desde el primer momento aporten una visión muy diferente de la de anarquía situacionista defendida desde Londres por los primeros grupos punks, liderados por ex-hippies intelectuales, y que acabó derivando hacia la siempre atractiva destrucción sin sentido.

Por el contrario, The Specials se fijan más en su entorno inmediato y cotidiano. Su primer single Gangsters (una relectura del clásico ska «Al Capone» del mencionado Prince Buster), denuncia las prácticas mafiosas (en algunos casos, literalmente) que se encuentran en la industria musical, y que les llevan a fundar su propio sello, el seminal 2 Tone Records, del que sale prácticamente toda la cosecha del ska británico del 79: The Selecter, The Beat, The Bodysnatchers, Madness... Contra todo pronóstico, la contraposición de música de baile y letras de pensar arrasa en las listas de ventas. A lo largo de tres años, The Specials encadenan éxito con mensaje tras éxito con mensaje: a "Gangsters" le siguen su versión de «A Message To You, Rudy» de Dandy Livingstone (un consejo para que los jóvenes pandilleros encarrilen sus vidas), «Too Much Too Young» (un alegato a favor del control de la natalidad), «Rat Race» (las falsas promesas de la sociedad de consumo), «Ghost Town» (una visión desoladora de los efectos de la deslocalización en una ciudad obrera). 

LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE SAFFIYAH KHAN

«Tras darles largas durante meses, el día antes de la grabación redacta los Diez Mandamientos de Saffiyah Khan. El primero: “No escucharás a Prince Buster / ni a ningún otro hombre que ofrezca consejos amables / sobre asuntos referidos a mi propia conducta”».

Pero tensiones personales y creativas acaban con la banda demasiado pronto. En el 82, una parte del grupo forma Fun Boy Three y la otra, con su ideólogo y fundador Jerry Dammers, continúa como The Special AKA. Probablemente es esta faceta la más activa tanto política como socialmente. Entran a formar parte de Red Wedge, la corriente musical laborista encabezada por Billy Bragg, Paul Weller y Jimmy Somerville, y graban «Racist Friend» (¿Tienes un amigo racista? Corta con él y punto), «Free Nelson Mandela» (sobran las palabras) y, sobre todo, ya en 1985, el imprescindible «The Boiler», una terrorífica narración sobre una violación contada en primera persona por Rhoda Dakar, ex-vocalista de las Bodysnatchers integrada en The Special AKA. La terrible crudeza del tema hace que la BBC deje de radiarlo tras dos emisiones, con lo que su efecto prácticamente se pierde. Una tragedia, ya que su emisión masiva podría haber conseguido unos efectos que ríete tú del Método Ludovico, y quizás estaríamos hablando de (al menos entre los angloparlantes) una generación condicionada al rechazo de la violencia sexual en todo su espectro, en vez de haber dejado ese trabajo a la educación formal, con el éxito de sobra conocido.

Khan con The Specials

Khan con The Specials

«No escucharás a Prince Buster / ni a ningún otro hombre que ofrezca consejos amables / sobre asuntos referidos a mi propia conducta»

Y es justo en este momento cuando termina el flashback, volvemos a 2019 y todo encaja como un guante. Dos años después del encuentro de Saffiyah Khan con The Specials, estos publican un nuevo álbum, el primero con su nombre en casi cuatro décadas. Sin Dammers, pero con los fundadores Terry Hall, Lynval Golding y Horace Panter, dan vida a una serie de canciones que siguen denunciando exactamente la misma problemática de finales de los 70 en la que seguimos sumergidos. Y entre ellas destaca como un diamante la colaboración con Saffiyah. Ella ha dicho que les siguió la corriente porque no tenía nada mejor que hacer: después de lo que se considera un fracaso escolar, intenta ganarse la vida como fotógrafa. El grupo le propone grabar una actualización del tema que da pie a estas líneas, ese incorrectísimo Ten Commandments de Prince Buster. Tras darles largas durante meses, el día antes de la grabación redacta los Diez Mandamientos de Saffiyah Khan. El primero: «No escucharás a Prince Buster / ni a ningún otro hombre que ofrezca consejos amables / sobre asuntos referidos a mi propia conducta». A partir de ahí deja caer bombas que entroncan con «The Boiler»: «No le dirás a una mujer que se lo merecía / porque su falda era demasiado corta». Bombas tan básicas y tan supuestamente superadas como ésta, pero que por desgracia están a una distancia vertiginosa de ser asumidas por la sociedad actual. 

Quiero creer que este tema, a diferencia del dificilísimo de escuchar «The Boiler», tiene la posibilidad de llegar a sus oídos y cambiar un poco las cosas. Saffiyah Khan debería ir directa al estrellato. Está girando con The Specials y es embajadora de firmas de moda ética como Bethany Williams y de otras como Fred Perry (que en el Reino Unido significa algo diferente a lo que aquí significa para Santiago Abascal). Los fachas la odian. Alguien menos cínico que yo pensaría que el karma la está recompensando por haber hecho una mañana algo que todos deberíamos hacer. Si de mí dependiera, terminaría siendo primera ministra de un Reino Unido sin Brexit, o presidenta de unas Naciones Unidas Eficaces. De momento ya lleva la Corona (2). Y a mí en particular me ha facilitado la vida con un disco que puedo sacar a pinchar con el de Prince Buster y, llegado el momento, elegir que Diez Mandamientos voy a seguir. Porque sin libertad de elección se puede hacer poquito.

Y, además (hay que decirlo), el disco es BUENÍSIMO.

(1) Otro día hablamos del parche de Black Flag a su espalda...
(2) Una Triple Corona compartida con Pauline Black de The Selecter y Rhoda Dakar.