Historia secreta del queer
/Antes del queer fue el «macaroni», al que tacharon de «sodomita». Bajo la amenaza de la horca, la cultura queer resistió en la ultraconservadora Inglaterra
A finales del siglo XVIII, mientras Inglaterra vivía un auge de sociedades secretas y de imaginarios hasta entonces prohibidos que tenían que ver con la identidad sexual y la prohibición, surgió un tipo de literatura que satirizaba las inclinaciones sexualmente ambiguas de algunos hombres. El secretismo de las sociedades secretas en las que, muy posiblemente, y en muchas de ellas, se llevaban a cabo prácticas gays que quedaban celosamente guardadas entre los participantes y miembros del grupo, empezaron a circular rumores entre los ingleses de que muchos de aquellos hombres, algunos de ellos respetadísimos miembros en la comunidad, en secreto llevaban una doble vida.
«Algo parecido sucedía con las mujeres, que eran llamadas “safistas” en lugar de “lesbianas”, una palabra que entonces no existía»
Un siglo antes de que el juicio contra Oscar Wilde sacudiera Inglaterra y Europa, planteando a un público masivo el debate sobre la homosexualidad, apareció la figura del «macaroni», un personaje habitual en viñetas de la prensa que era mostrado con lecturas denigrantes. No se usaba aún la palabra «homosexual», pero el público comenzó a acostumbrarse a las reconstrucciones del macaroni realizadas por dibujantes y escritores: grandes y estrambóticas pelucas empolvadas, fascinación por la moda, uso excesivo de maquillaje... todo esto según la prensa de la época definía al macaroni alrededor de 1770 y que podía moverse libremente solo en fiestas de máscaras y bailes de disfraces. Y mucho más: macaroni se equiparó a sodomita, quizás alimentado por las fantasías del público ante el hermetismo de los grupos secretos. Algo parecido sucedía con las mujeres, que eran llamadas «safistas» en lugar de «lesbianas», una palabra que entonces no existía.
«Horace Walpole, en una carta fechada en 1764 habla de este club, describiéndolo como un lugar en el que se reúnen los jóvenes que han viajado, luciendo todos ellos “largos peinados rizados y usan prismáticos”»
Incluso se aseguró la existencia de un Club Macaroni, al que acusaban de sodomía, algo que recordaba mucho al célebre y legendario Club del Fuego Infernal. Horace Walpole, en una carta fechada en 1764 habla de este club, describiéndolo como un lugar en el que se reúnen los jóvenes que han viajado, luciendo todos ellos «largos peinados rizados y usan prismáticos». El Macaroni Club estaría formado por ingleses y no ingleses relacionados con el Grand Tour, el viaje que todo adolescente de una familia pudiente debía realizar antes de completar su «instrucción», viajando por toda Europa, sobre todo Francia e Italia, donde aprendía todo lo relevante sobre música, literatura o cualquier otra disciplina artística, admirando personalmente las obras de los pintores y artistas clásicos. Se decía que regresaban propagando toda clase de vicios importados de países como Italia o Francia. El macaroni (que provenía de «maccherone», equivalente a una persona de escasa honestidad y dada a las extravagancias) era el reflejo de la hostilidad hacia el dandismo, la cultura francesa e italiana que sentían una parte de los ultraconservadores ingleses.
De este modo, poco a poco el londinense estaba siendo condicionado hacia la criminalización del gay, lo que dio lugar a que en las mismas fechas en que proliferó la imagen del macaroni se desató una caza de brujas antisodomita que, en realidad, escondía homofobia. En julio de 1772, el capitán Robert Jones (al que la prensa llamó «militar macaroni») fue juzgado por sodomía y encarcelado en el Old Bailey. Se le acusó de sodomizar a un niño de trece años, por lo que fue condenado a la horca. En octubre, un nuevo testimonio del chico, que confesó que había declarado hechos falsos, lo puso en libertad. Aunque se libró de la muerte, los juicios contra gays continuaron. Un siglo más tarde, Oscar Wilde y Alfred Douglas serían las siguientes grandes víctimas.