Los Sin Dios: el arte satírico de la propaganda antirreligiosa soviética
/Desde las páginas del semanario soviético “El Ateísta” se persiguió y ridiculizó a la religión con ímpetu revolucionario. Sus portadas fueron el mascarón de proa de un movimiento socialista que practicó el escarnio y la purga para implantar el nuevo credo del proletariado. Un siglo más tarde, en la Rusia de Putin les hubieran encarcelado.
El "Juicio del Estado Soviético contra Dios" arrancó mucho antes, el 16 de enero de 1918, y finalizó muy rápido, al día siguiente: Dios fue condenado a muerte y se dispararon cinco ráfagas de ametralladora hacia el cielo. Los bolcheviques apenas llevaban tres meses al mando pero ya controlaban Moscú, San Petersburgo y la zona central de Rusia. No tomarían el control total del país hasta octubre de 1922, tras la caída de la lejana Vladivostok que puso fin a la la guerra civil. Fusilar a Dios fue un gesto simbólico pero, para Lenin, «toda idea religiosa, toda idea de Dios, es una abyección indescriptible de la especie más peligrosa, una epidemia de la especie más abominable. Hay millones de pecados, hechos asquerosos, actos de violencia y contagios físicos que son menos peligrosos que la sutil y espiritual idea de Dios».
El responsable de sentar a la Biblia en el banquillo de los acusados fue Anatoly Lunacharsky, futuro ministro de Educación. La fiscalía refutó los dogmas de e recurriendo al materialismo histórico. Quienes los profesaban, lo hacían por pura ignorancia, esgrimiéndose como atenuante que sufrían una «grave demencia y trastornos psicológicos». Y bastaría con propaganda para curarlos.
Luchar contra la religión era un imperativo de la lucha de clases. La colectivización de las tierras que demandaban los bolcheviques pasaba necesariamente por expropiar a la Iglesia y perseguir al clero.
Por las calles de todo el país se escenificaron pasacalles carnavalescos que se burlaban de los pasos de Semana Santa. Frente a las iglesia se representaron sainetes como Juicio contra Dios de Rezbushkin, donde un clérigo ortodoxo, un imán tártaro y un rabino judío eran ridiculizados en base a sus creencias y acentos. Pero el ejemplo más flagrante, sin duda, fue el de la publicación satírica, Bezbozhnik , o lo que es lo mismo, El Ateísta. Se publicó entre 1922 y 1941, a instancias de la Sociedad de los Sin Dios, también conocida como Unión de Ateístas Beligerantes o Liga de los Militantes Sin Dios, Liga de los Ateos Militantes y Unión de los Sin Dios. Una organización de miembros del Partido Comunista Soviético, las juventudes comunistas del Komsomol, sindicalistas y veteranos de guerra.
Luchar contra la religión era un imperativo de la lucha de clases. La colectivización de las tierras que demandaban los bolcheviques pasaba necesariamente por expropiar a la Iglesia y perseguir al clero. Pero en un país mayoritariamente agrario, la sátira religiosa obedecía a cuestiones políticas y la reconstrucción de la mentalidad del pueblo ruso en aras de la Nueva Política Económica pretendía implantarse desde arriba y sobre los de abajo. «La propaganda antirreligiosa ha de llevarse en forma de explicaciones divulgativas desde el punto de vista de las ciencias naturales y políticas que minen la fe en dios y desenmascaren, con los hechos concretos, la estafa y avaricia de los milagreros, sanadores, etcétera. –recomendó Lunacharsky– Es preciso evitar la agitación antirreligiosa masiva (disputas, escenificaciones, etc.) que insulten y hieran los sentimientos de la parte creyente de la población».
Al cargar las tintas en sus portadas, señalaron a la religión como el enemigo del trabajador y lacayo del capitalismo.
No deja de resultar irónico que "el hombre que fusiló a Dios" fuera precisamente el autor de Religión y socialismo, publicado en 1908, donde «el socialismo implica la libertad de religión (…) y une a los grupos ideológicos religiosos y seculares en la lucha por el proletariado; cualquier acción de mezclar el socialismo con fanatismo religioso o ateísmo militante son acciones que dividen al proletariado, un “divide y vencerás” en manos de la dictadura burguesa». En su discurso de apertura del Congreso de los Sin Dios, el 10 de junio de 1929, el escritor Maxim Gorki, que coincidía bastante con las ideas del primer Lunacharsky, cargó contra El Ateísta: «En vuestro trabajo se nota cierto toque frío, de funcionario. Se expresa de tal forma que no persuade, sino que irrita. En el proceso doloroso de eliminar de nuestra vida las supersticiones religiosas, no se puede actuar de forma grosera».
A pesar de las caricaturas étnicas, su fundador y redactor jefe, Yemelián Yaroslavski, y la mayoría de la plantilla eran judíos. Al cargar las tintas en sus portadas, señalaron a la religión como el enemigo del trabajador y lacayo del capitalismo. Muerto Lenin, los soviéticos peregrinaron durante décadas para honrar sus restos embalsamados. Hoy en día, siguen haciendo colas durante horas. Pero no para entrar al mausoleo del revolucionario, sino a la Catedral de Cristo Salvador, la iglesia que los comunistas destruyeron y que fue reconstruida desde cero después del colapso de la URSS. Allí reposan las costillas de San Nicolás, patrón de los niños, los marineros y de los prisioneros injustamente condenados.
En 2012, las integrantes del grupo Pussy Riot ingresaron en prisión por representar su famosa homilía punk "Madre de Dios, echa a Putin" junto a ese mismo altar, y crearon un peligroso precedente jurídico. Las autoridades aprobaron una ley para defender los sentimientos de los creyentes que condenó a tres años de cárcel a un joven que cazó "pokemones" en una iglesia de Yekaterimburgo. La judicatura es omnipotente. Y ha establecido que Dios existe.