Los titanes del ring que luchaban contra la dictadura argentina
/Titanes en el ring fue el programa estrella de la lucha libre en Argentina desde principios de los años 60 a finales de los 80. En esa época, se sucedieron varios procesos dictatoriales en el país, ante los cuales, algunos de esos titanes no se mantuvieron al margen.
En marzo de 1962, el Canal 9 de la televisión argentina estrenó Titanes en el Ring, un espacio de lucha libre destinado principalmente al público infantil y juvenil. Estaba dirigido y protagonizado por el armenio Martín Karadagián, un luchador profesional de larga trayectoria y prestigio, que se había enfrentado a campeones como Ivan Zelezniak en el estadio Luna Park, a Primo Carnera o al boxeador «Mono» Gatica en el estadio de Boca Juniors.
Karadagián, que había comenzado en la competición a finales de los años 30, encaraba la década de 1962 como un luchador veterano y más escorado al mundo del espectáculo que al del deporte. En 1957 ya había protagonizado una película, Reencuentro con la gloria, y en 1961, se enfrentó al actor Alberto Olmedo, caracterizado de su popular personaje el Capitán Piluso. Dos experiencias que le convencieron que había un futuro más interesante y lucrativo para la lucha libre en el mundo del cine y la televisión.
Con esa idea en mente, Karadagian reclutó a una serie de carismáticos luchadores y les convenció para que se sumasen a Titanes en el ring. Deportistas como Ivan Zelezniak, conocido como «El Hombre Montaña», Katchik Yeladian, también llamado «Ararat El Armenio», Elías Revoredo Aguilar, que interpretaba al Indio Comanche o Germán Bermúdez Arancibia, «Mister Chile». Posteriormente se sumarían José Luis López, llamado «El Campeón Español», Pedro Bocos («Ulises el Griego») y uno de los que más populares se harían: Domingo Lucciarini, como «Pepino el Payaso.
El éxito del programa hizo que Karadagián se explorase planteamientos más imaginativos a la hora de organizar los combates. A los luchadores habituales se sumaron otros que encarnaban personajes mitológicos o fantásticos, como El Vikingo, Don Quijote y Sancho Panza, D’Artagnan «El Mosquetero», El Cavernario o La momia. No obstante, en esta exploración por el mundo fantástico, destacó el combate que en 1967 enfrentó a Karadagián con, nada más y nada menos que, el Hombre invisible. Durante el evento, el luchador estaba solo en el ring, combatiendo contra un enemigo invisible que no paraba de golpearle, empujarle y hacerle caer. Solo Rodolfo Di Sarli, el comentarista del encuentro, era capaz de ver al contrincante gracias a unas gafas especiales. En definitiva, un combate que pasó a la historia de la lucha o de la performance surrealista.
Sin embargo, los años 70 en Argentina no se caracterizaron precisamente por la diversión o los combates de lucha más o menos creativos, sino por las sucesivas dictaduras que gobernaron el país, la represión sobre buena parte de la población y la aparición de guerrillas urbanas de corte peronista, como Montoneros y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), o guevaristas, como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Además de acciones armadas, Montoneros y ERP protagonizaron varias acciones de secuestros de camiones de leche y alimentos, que era posteriormente repartidos por las villas miserias del país. Una de las zonas en las que solían hacer ese tipo de operativos era una villa de la ciudad de La Plata donde residían algunos de los luchadores de Titanes en el ring.
Según el escritor y director de orquesta Gustavo Plis-Sterenberg, exguerrillero y autor del libro Monte Chingolo: La mayor batalla de la guerrilla argentina, los miembros del ERP estaban en contacto con algunos de los Titanes, que aunque nunca mostraron públicamente su apoyo a los guerrilleros sí que les habrían comentado en privado «Estamos con ustedes. Aunque no vamos a salir con las armas, en todo lo que podamos vamos a colaborar».
De ese modo, cuando el ERP iba a hacer un operativo de reparto de comida, se ponía en contacto con los Titanes, especialmente el Superpibe y el payaso «Pepino», que organizaban a la gente de la villa para que los repartos fueran rápidos, eficaces y equitativos. Además, los luchadores proporcionaban información sobre las rutinas de la policía de la zona y vigilaban por si un aumento de los efectivos en el lugar obligaba a cambiar o anular los planes.
A pesar de la complicada situación política, Titanes en el Ring siguió siendo un éxito durante los 70 y principios de los 80. Además del programa de televisión, se rodó una película en 1973 titulada sencillamente Titanes en el ring, y otra una década más tarde: Titanes en el ring contraataca, apropiándose un poco del éxito de la segunda película de la saga de Star Wars. También se editó un LP con canciones dedicadas a los luchadores más populares, los chocolates Jack lanzaron muñecos de esos mismos personajes, se publicaron tebeos, se crearon colecciones de cromos e incluso hicieron dos giras por Latinoamérica.
El programa finalizó en 1988, aunque más bien se puede decir que en realidad mutó en un nuevo espacio, Lucha fuerte, en el que también participaron antiguos luchadores de Titanes en el ring. Hacia 1990, Lucha fuerte pasó a llamarse Lucha Mundial y, posteriormente, Lucha total. A pesar de los cambios de nombre, el formato era el mismo que el creado por Karadagián, razón que llevo a su hija a pensar que podría relanzarse la franquicia original. De este modo, Paulina Karadagián puso en marcha en 2019 una nueva etapa de Titanes en el ring que, además de incluir nuevos personajes, tenía la novedad de incorporar luchadoras mujeres por primera vez en la historia del programa .
A continuación: la película Titanes en el ring completa.