Magia efímera: una recopilación de viejos trucos de ilusionistas
/Entre finales del siglo XIX y principios del XX, los ilusionistas recurrieron al espiritismo como reclamo publicitario. Semejante matrimonio de conveniencia permitió que Harry Kellar, Howard Thurston y Harry Houdini alcanzaran fama internacional.
En el gremio, Harry Kellar era conocido como «el decano de los magos estadounidenses» por patentar un truco que acabó creando escuela, la "Levitación de la princesa Karnack", en el que su asistente, ataviada como una princesa hindú y aparentemente hipnotizada, levitaba sobre un sofá mientras Kellar pasaba un aro de un lado a otro de su cuerpo para demostrar que no estaba suspendida por ningún tipo de apoyo material. Pasaría años perfeccionándolo hasta crear la ilusión de autodecapitarse para que fuera su propia cabeza la que flotara sobre el escenario. Con el paso del tiempo, acabaría descartando la imaginería macabra y las fantasmagorías para volcarse, en cuerpo y alma, en su faceta de ilusionista. Su espectáculo causó sensación en medio mundo, le llevó a actuar para el presidente Theodore Roosevelt y su familia y a ser proclamado por Harry Houdini como «el mago más grande de Estados Unidos».
Al poner fin a sus cuarenta años de carrera sobre los escenarios, Kellar vendió su gabinete espiritual y varias rutinas teatrales a Howard Thurston, conocido como el «Rey de las cartas», quien se encargaría de mantener vivo su legado. Otro aspirante, Charles Joseph Carter, popularizó el número de «cortar a una mujer por la mitad» y asombró a la platea burlando a la muerte en la horca. En realidad, se trataba de un elaborado efecto óptico que simulaba que su cuerpo se esfumaba en el aire, segundos antes de que un verdugo accionará la trampilla del patíbulo.
Como el resto de sus compañeros de profesión, Houdini buscaba inspiración constantemente para actualizar su repertorio, y a lo largo de su vida atesoró numerosos álbumes de recortes repletos de anuncios, artículos y reseñas sobre magia y espiritismo. Cuatro de aquellos volúmenes seguían las trayectorias de sus artistas más admirados: el profesor Harry Helms, Herr Jansen (también conocido como “Dante”), SS Baldwin (“El Mahatma Blanco”) y Professeur Em. De Verli. El quinto lo había heredado de un prestidigitador apodado Dr. Merlín, hacia 1922. Junto a numerosas anotaciones atribuidas a su puño y letra, encontramos titulares tan llamativos como: «Encantadores de serpientes y otros prestidigitadores» o «Ilusiones mágicas: Espectros n.º 1», además de hermosas estampas y reproducciones de cartelería de la época.
Tal vez el truco de magia más decisivo fuera la innovación litográfica que permitió que los carteles pudieran imprimirse a todo color, en grandes tiradas y a muy bajo coste. He aquí una muestra de hasta qué punto su poder de sugestión sigue intacto...