Niños VIP: La apología del pijo madrileño realizada por ABC
/En 1988 el suplemento Blanco y Negro de ABC publicaba un artículo sobre los «niños VIP» con tanto énfasis y alabanzas, que caía en la mofa involuntaria.
En el mes de marzo de 1988, Blanco y Negro, el suplemento dominical del diario ABC, dedicó un extenso reportaje a aquellos que denominaba «niños VIP» o, en otras palabras, esos «herederos de los “niños de Serrano”» que, según la publicación, «han impuesto dentro de un importante porcentaje de nuestra juventud su forma de vestir, de hablar y de comportarse».
Habida cuenta de que se publicaba en el diario conservador por excelencia, los redactores de ABC eran conscientes de que el artículo iba a ser leído por los abuelos, abuelas, padres y madres de esos jóvenes, que nunca hubieran permitido que su diario de cabecera hablase mal de sus retoños. En consecuencia, el texto era una exaltación del pijo y sus costumbres tan exagerada que, en ocasiones, podía parecer que estaba escrito en tono de mofa.
Desde la entradilla, Blanco y Negro presentaba a los «niños VIP» con un lenguaje épico que no parecía encajar con la existencia de esos jóvenes cuya vida se reducía a estudiar y pasarlo bien: «Madrid amanece, para ellos, a primeras horas de la tarde del viernes. En casa han dejado libros, apuntes, rutina y desaliño. Comienza el fin de semana y las calles –especialmente algunas– son suyas», decía Blanco y Negro que, a continuación informaba, de que la hora de salida era en torno a las 6:30 de la tarde, que el lugar de reunión era la puerta del VIP’S de Velázquez y Ortega y Gassett, en plena milla de oro madrileña y que el medio de transporte que utilizaban para llegar allí era el Vespino.
Para la publicación, los «niños VIPS» eran la «vanguardia de la juventud» que imponía sus gustos al resto de los jóvenes en campos como la música, el deporte, los lugares por los que salir y, por supuesto, la moda. «Tienen sus tiendas fijas» decía el artículo, que mencionaba Benneton, Don Algodón, Globe, Cassandra, Acosta, Piu, J. Cánovas o Mármara y, a continuación, explicaba que «sus gustos varían con tal rapidez que es muy fácil llegar tarde en estas cuestiones y quedarse anticuado. Un peligro, porque entonces se cae en la “horterez” o, lo que es peor, la “macarrada”».
El artículo también explicaba que los «niños VIP» casi no iban al cine. «Alguna vez vamos a la sesión de las cuatro pero muy poco. Preferimos ir a bailar. Además, como ya está el vídeo…». Los locales favoritos, a los que «no entra nadie que lleve calcetines blancos» eran Pachá, Jácara, But, El Callejón y Graf. Allí, disfrutaban de la música de grupos como U2, The Housemartins, Pet Shop Boys, Communards, The Cure y Level 42, aunque , según se expllclaba, tenían especial inclinación por la música española y, muy especialmente, por Hombres G, La Unión, Radio Futura, Nacha Pop y un «grupo donostiarra que se ha abierto paso de forma arrolladora dentro de sus gustos»: Duncan Dhu.
El habla pija.
El artículo se completaba con dos despieces en los que se abordaba el habla de los «Niños VIPS» y una lista de lo que estaba In y Out entre los cachorros de la oligarquía madrileña. En el primero, titulado «Por sus dichos los conoceréis», se afirmaba que «El habla –tanto por la forma personal e intransferible, como por el contenido– es uno de los elementos más definitorios de estos jóvenes. Algunas expresiones son originales; otras las han hecho suyas. Lo cierto es que ya forman parte imprescindible de su vida».
Más adelante se incluía una suerte de diccionario pijo-castellano en el que se incluían los siguientes términos que, tal y como se advertía, debían ser pronunciados «con la boca hueca y las eses marcadísimas»:
«Qué alucine: intraducible.
Súper: Palabra comodín que se emplea para todo.
Es un punto, Está de chuli-putis, Es apelotante: expresiones que vienen a significar algo así como «es muy bueno».
Los jefes: Ha sustituido al clásico «viejos» para designar a los padres.
Un Forfi: Apelativo cariñoso que se utiliza para referirse a un Frod Fiesta.
Me pone del hígado: Me pone nervioso/nerviosa.
Lo pasamos atómico: Nos divertimos mucho.
Hacía un frío de cortar: Hacía mucho frío.
Es un dolor: Resulta insoportable.
Es una ful: Vocablo bastante ambiguo que tiene distintas acepciones según el acento que se le aplique».
Después de este diccionario se pasaba a describir lo que estaba de moda y lo que estaba pasado entre esta juventud VIP, unas listas que daban ciertas pistas sobre cómo eran estos chicos y chicas.
LO IN
-Pasearse por Lista con los esquís al hombro antes de coger un taxi e ir a casa a cambiarse para comenzar la «movida nocturna».
-Los rombos –más de dos–, en jerseys y calcetines, principalmente.
-Saberse de memoria la alineación de dos o tres equipos de baloncesto. Muchos mejor si son de la NBA y se pronuncian sus nombres en perfecto inglés.
-Pasar de bebidas tradicionales y decantarse por lo exótico, tipo «vodka con kiwi», por poner un ejemplo.
-No «cortarse» un pelo si se ve a otra niña con el mismo jersey que lleva una, y conservar la naturalidad para preguntarle dónde se lo ha comprado.
-Conseguir que todos los relaciones públicas del circuito te inviten a la primera copa.
LO OUT
-Los náuticos y «privarse» [en referencia a Privata] con determinada marca de ropa. No se lleva absolutamente nada.
-La barba de dos o tres días, Ellas los prefieren afeitaditos y oliendo a colonia.
-Llevar gafas de sol en locales cerrados y a altas horas de la noche. Dan mucho el cante.
-Los calcetines blancos. Es el delito mayor. No solo producen repulsión en las chicas, sino que pueden incluso privar al que los lleve de entrar en determinados locales.
-La «litrona». Una bebida excesivamente chabacana.
-Las botas de tacón. Además de peligrosas para el equilibrio, denotan una alarmante falta de buen gusto.
Aunque el objetivo del artículo era presentar a los «niños VIPS» como la élite y el futuro del país, después de estos dos despieces los dejaba como verdaderos cretinos. De hecho, no se sabe si por echar más sal a la herida o para intentar paliar esa sensación, el redactor decía:
«Afuera, se les sigue tildando de idiotas. De niños bien, de egoístas, de tener tan solo cosas triviales como preocupaciones; de ser clasistas en exceso. Pero lo cierto es que marcan el ritmo de buena parte de la juventud, que se mimetiza para ponerse a su altura aunque no lo reconozca. Aunque a ellos eso no les importa. Llevan la frente bien alta y se apiñan unos junto a otros para seguir firmes en su forma de ser y de comportarse.
Por si no fuera suficiente, el texto concluía con una frase que, la verdad, sonaba un poco a befa y mofa: «Se lo juro por Snoopy y que se caiga el VIP’S si miento» .