Santi Ochoa y Macu Vicente: cuatro décadas pintando murales políticos sin pedir permiso
/Santi Ochoa y Macu Vicente llevan casi cuatro décadas pintando murales políticos y haciendo pancartas para colectivos sociales como forma de militancia y de embellecer el entorno urbano. Un libro recién publicado recoge casi todos sus trabajos.
Desde principios de los años 80, Santi Ochoa y Macu Vicente han participado de diferentes proyectos vinculados con el activismo político, los movimientos sociales, las radios libres o la escena punk del momento.
Una de esas actividades es la realización de murales y pancartas por iniciativa propia. Suyos son murales de más de cincuenta metros contra la OTAN o la pancarta que durante años se utilizó para reclamar que se juzgase a los militares estadounidenses que asesinaron al periodista español José Couso.
Después de casi cuatro décadas haciendo murales y carteles, Santi y Macu decidieron recopilar todos esos trabajos en un pdf que colocaron en internet pero, aprovechando el tiempo muerto de la cuarentena de la Covid-19, pensaron que será buena idea hacer un libro en papel que también recopilase también los relatos que Macu escribía al acabar las jornadas de pintura y en los que recogía con detalle todo lo que había sucedido.
Con motivo de la aparición del libro, que también puede ser descargado en su versión digital pinchando aquí, en Agente Provocador hemos hablado con ellos para que nos cuenten cómo ha sido su experiencia como pintores de murales y pancartas durante todos estos años.
Agente Provocador: ¿Cuándo comenzasteis a hacer murales?
Santi y Macu: Santi llevaba años trabajando en la Asociación de Vecinos del barrio del Paseo de Extremadura, en el distrito de Latina, con los que ya había hecho una decena de murales en el barrio contra la OTAN y otros tema. En 1983, al año de conocernos, ya estábamos haciendo los primeros murales mano a mano. Eran años intensos y la atención política estaba entonces en Euskadi y las extradiciones, así que los dos primeros murales los hicimos sobre eso.
AP: ¿Formabais parte de algún colectivo o trabajabais por libre?
SyM: Siempre hemos sido autónomos aunque cercanos y colaboradores con los movimientos sociales, okupaciones, ecologistas y grupos punk. En ocasiones les ofrecíamos hacerles un mural pero siempre con la pared y la idea gráfica que decidíamos nosotros. Si no se aceptaba, o querían cambiar algo pues nada, la hacíamos solos, por nuestra cuenta.
«Nunca pedíamos permiso, lo hacíamos por pura intuición y ganas de hacerlo. Hacerlo así fomenta la creatividad y la iniciativa».
AP: ¿Cómo localizabais las paredes? ¿Tenían que tener alguna característica especial?
SyM: Recorríamos el Centro y Lavapiés localizando paredes que se vieran bien, como tapias y medianerías, pero que fueran lo menos conflictivas posibles. Mirábamos si tenían capa de carteles o escombros, si daba mucho sol o si hacía frío y, sobre todo, valorábamos el riesgo. Era muy diferente si era un edificio o casa de vecinos, que habría que responder ante ellos, o un solar que nadie defendería.
AP: ¿Cómo se elegían los temas a pintar?
SyM: La situación política o la lucha social de cada momento era lo que nos encendía el chip. Luego, aunque ninguno de los dos sabemos apenas dibujar, siempre encontrábamos alguna imagen oportuna en periódicos, revistas, fanzines o cómics.
AP: ¿Pedíais permiso o lo hacíais de forma furtiva?
SyM: Nunca pedíamos permiso, lo hacíamos por pura intuición y ganas de hacerlo. Ahora, 30 años después, hemos descubierto que nuestra idea se puede resumir en la frase del muralista Banksy «es más fácil pedir perdón que pedir permiso». Hacerlo así fomenta la creatividad y la iniciativa.
AP: ¿Cómo era el proceso de trabajo?
SyM: El plan era hacerlos siempre en domingo o fin de semana. Empezábamos muy temprano para terminarlos antes de comer, aunque solía alargarse hasta la tarde. Lo que nunca hacíamos era dejarlo a medias.
«Hicimos un mural antitaurino que decía «La tortura ni arte ni cultura». Cuando teníamos solo rotulado «la tortura» se bajaron dos maderos del coche a pedirnos la documentación. Cuando vieron que era contra los toros, la cosa cambió de golpe. Debieron de pensar “mientras hablen de la tortura en los animales, nosotros a vivir”».
AP: Para que eso funcionase, las tareas deberían estar muy bien distribuidas.
SyM: La mecánica de funcionamiento la tenemos controlada así que cada uno sabemos lo que nos corresponde. Una vez decidida la pared y el motivo, fotografiamos y medimos la pared con el máximo detalle, si hay cables, obstáculos, etcétera. Santi prepara un boceto con el mural terminado, hace las letras del texto en cartulina a su tamaño real, el plano cuadriculado, acotado y a escala superponiendo la imagen del boceto. Macu se encarga de la compra y preparación de los materiales (pinturas, brochas, cubos, escaleras, trapos…) y de la logística durante la realización.
Ya en la pared y una vez despejada, limpia y protegida, lo primero es trazar entre los dos la cuadricula en la pared. Mientras Santi va dibujando las figuras, yo voy preparando una mesita plegable con el tenderete: cubos, agua, ropa, etcétera. Luego empiezo silueteando las letras o rellenando con pintura lo trazado. Al final acabamos pintando los dos hasta terminarlo. Al llegar a casa escribía pequeños relatos de cómo se había desarrollado la pintada del mural.
AP: ¿Tuvisteis algún problema con la policía?
SyM: En esos años de plomo de la lucha contra ETA pintar en Madrid murales defendiendo el Derecho al Asilo Político o contra las Extradiciones era ponernos en el punto de mira. En uno que hicimos sobre este último tema en un muro de un colegio y que tenía 50 metros de largo, nada más empezar nos llamó la atención un profesor del colegio. Como no le hicimos caso, llamó a la Policía Nacional que, ante nuestra determinación, no consiguió que parásemos. Luego llegó la Policía Municipal y la situación fue más relajada. Eran un poco de andar por casa y acabaron casi pidiendo perdón por el incordio. Santi, que llevaba las conversaciones con los agentes mientras los doce que estábamos haciendo el mural no dejábamos de pintar, les decía que era de la junta directiva de la Asociación de Vecinos del barrio. El problema es que cuando le pidieron el DNI y vieron que el domicilio estaba en la cale Toledo se extrañaron. Entonces Santi les decía que si no sabían que el Lendakari era navarro y la reina griega. Al final recibió una multa de 25.000 pesetas. que ni recurrió ni pagó y hasta ahora.
«Un mural de OTAN NO tenía el escudo de Madrid con el oso dándole una patada a un misil. Parece que sentó muy mal que usáramos el escudo del Ayuntamiento y a los dos días apareció borrado por completo. Tuvimos que volver a pintarlo al día siguiente».
AP: Bueno, un solo encontronazo en 30 años no está mal.
SyM: No fue solo una, hubo más. Otra ocasión que fue bastante tensa fue cuando hicimos el mural antitaurino que decía «La tortura ni arte ni cultura». Cuando teníamos solo rotulado «la tortura» se bajaron dos maderos del coche a pedirnos la documentación. Cuando vieron el boceto y se dieron cuenta de que era contra los toros, la cosa cambió de golpe. Debieron de pensar «mientras hablen de la tortura en los animales, nosotros a vivir». De todas formas se llevaron los DNI al coche, estuvieron media hora hasta que comprobaron que no éramos terroristas, que era lo que pitaba entonces. Nos desearon hasta suerte, sólo les faltó el consabido «¡suerte maestro!».
AP: ¿Alguna más que recordéis?
SyM: El mural de OTAN NO en San Francisco tenía en el chaflán, en grande, el escudo de Madrid con el oso dándole una patada a un misil. Parece que sentó muy mal que usáramos el escudo del Ayuntamiento y a los dos días apareció borrado por completo. Tuvimos que volver a pintarlo al día siguiente.
AP: ¿Habéis notado que ha cambiado la actitud de la policía y las autoridades municipales desde que comenzasteis a pintar hasta ahora?
SyM: Los últimos murales que hemos pintados han sido sociales, a través de amigos y con paredes autorizadas por lo que desconocemos cómo sería pero, tal y como están las cosas, dudo que ahora se permitiera hacer o que hacíamos.
AP: ¿Y los vecinos? ¿Tuvisteis algún problema con ellos o apreciaban lo que hacíais porque no dejaba de ser una forma de embellecer el barrio?
SyM: Bueno, es que vecinos ha habido de muchas clases y situaciones. Como solíamos hacerlos los fines de semana, los primeros que aparecían eran los niños. Primero miraban y en seguida querían ayudar. Los enviábamos a buscar agua o les decíamos que pintasen masas de fondo sin complicación y con mucha vigilancia. Como sabíamos que eso solía ocurrir, llevábamos siempre ropa vieja para ponerles encima y que no se mancharan. Dudo que hoy los padres dejen a sus hijos sueltos durante horas. En el mural de Onda Verde, por ejemplo, puede verse a los diez o doce chavales que nos ayudaron. Lo que sí que me llama la atención ahora es que nunca hubo mujeres de apoyo.
En otra ocasión, cuando pintamos el mural de Reagan, en Cabestreros, nada más llegar el Presidente de la Comunidad de vecinos nos preguntó por el permiso. Salimos del paso como pudimos y solo nos pidió que, pasado un tiempo, se lo pintáramos de blanco. Cuando volvimos a los tres días los chavales habían picado el dibujo tirándole piedras y botellazos y a Reagan le pusieron un bigote a lo Hitler. Digamos que ese tipo de desperfecto le daba vida al mural y decidimos dejar que se ensañaran con él unos días, que ya volveríamos a arreglarlo.
«Un mural es una cosa viva, con una intensa relación con la gente, que soporta una presión constante y requiere un mantenimiento continuo, a veces durante años. Lo defendíamos como algo propio y ese interés termina dando más credibilidad al mural, además de ser un freno para otros ataques».
AP: Qué amables los vecinos de Madrid de esa época.
SyM: Solo tuvimos protestas, y airadas, de los vecinos del mural de OTAN NO en la Gran ía de San Francisco. La tapia llevaba ocho meses con una pintada en grande que ponía «CRISTO TE AMA/ ARREPIÉNTETE». Cuando empezamos a taparla, llegaron mujeres mayores a la salida de misa con un subidón de tensión dándonos el broncazo por borrarla. Hubo un momento que el griterío y las opiniones se cebaban sobre nuestras nucas. Pero pasó la ola violenta en media hora y todo acabó como la seda.
AP: Una cosa que comentabais antes y que me parece muy curiosa de vuestra forma de trabajar es que, cuando el mural era vandalizado, regresabais y lo restaurabais.
SyM: Un mural es desde el principio una cosa viva, con una intensa relación con la gente, que soporta una presión constante y requiere un mantenimiento continuo, a veces durante años. Lo defendíamos como algo propio y ese interés termina dando más credibilidad al mural, además de ser un freno para otros ataques.
En todo caso, siempre está la amenaza de los carteles pegados, grafitis, firmas, mensajes e incluso, en murales políticos, pintadas políticas contrarias, como pasó con el mural de «¡Nicaragua vencerá!» que apareció con pintadas de Alfa 66, una organización paramilitar anticastrista de EEUU y que por supuesto quitamos al día siguiente de verla. Por el contrario ha habido pintadas que mantuvimos, como la de «Muelle» en el antitaurino y la frase «cobro el paro en costo» en el de Nicaragua, que nos pareció gracioso.
Un caso notable fue con el mural de Nicaragua, en la pared del bar La Bobia, que entonces era el escaparate del Rastro. Uno de los camareros del bar estuvo durante los dos años que duró el mural despegando los carteles que ponían de conciertos de la movida, que entonces tenían mucho impacto, y avisándonos para que lo retocásemos nosotros si había alguna incidencia que él no podía resolver.
«Los 80 fueron unos años muy vitales en los que estaba todo por hacer, como las okupaciones, la lucha antimilitarista, el movimiento insumiso y la objeción de conciencia, los conciertos de apoyo, los fanzines y las Radios Libres».
AP: ¿Qué sentido tiene dedicar tanto tiempo y trabajo a una obra que, en el caso de los murales se va a vandalizar y en el caso de las pancartas van a durar solo un día?
SyM: Algunas pancartas eran para actos de un día, pero otras duraron lo suyo. La de Couso se usó durante años en concentraciones ante la sede del PP y la embajada de Estados Unidos. Las que hicimos para grupos como Sin Dios en realidad eran telones de fondo del escenario y las usaron en todos sus conciertos allá donde tocaban.
AP: ¿Habéis trabajado alguna vez por encargo?
SyM: Estuvimos una temporada ofreciéndoles pancartas para AEDENAT, hoy Ecologistas en Acción, que pagaban las telas. El Ayuntamiento de Tierno Galván nos encargó pancartas de la Semana de la Juventud y un fondo del escenario de la Plaza Mayor. Como éramos unos panolis, le cobramos diez veces menos de lo que se merecía. Era una tela de 8x4 metros pintada en casa a base de dobleces y que no pudimos ver entera hasta que fue colocada.
En otras ocasiones les pedíamos a amigos dibujantes como Mauro Entrialgo que nos hicieran un boceto para un encargo de la Asociación de Vecinos de Carabanchel, o bien eran ellos mismos los que nos pedían hacerlo en algún bar, como el que hicimos para ÁlvarOrtega, pagándonos algo, además de la pintura. Acostumbrados como estábamos a tener a la policía y los vecinos pisándonos los talones, los primeros murales que pintamos en esas condiciones nos parecían unas vacaciones.
AP: ¿Cuál es el mural o la pancarta que más os gusta de los que habéis hecho?
SyM: Lógicamente los que tuvieron difusión internacional, como el de Nicaragua, que abría un reportaje sobre Madrid en el número uno de la revista GEO en castellano, en la que aparecía el mural a doble página. También el mural antitaurino con foto y una columna en la revista TIME en 1986, en una época en que apenas publicaban noticias de España y que lo vieron millones de personas en medio mundo. Por otro lado hacer murales con los amigos más próximos era una fiesta. Proponían el lugar y la imagen a realizar y resultaba siempre sencillo y entrañable.
AP: Vosotros documentabais con fotografías y con los relatos todo el proceso de creación de los murales, por lo que tenéis un archivo de cómo ha sido la evolución de los movimientos políticos y sociales desde los 80 hasta la actualidad, pasando por el 15M. ¿Cómo ha cambiado España políticamente?
SyM: La década de los 80 fueron unos años muy vitales en los que estaba todo por hacer, como las okupaciones, la lucha antimilitarista, el movimiento insumiso y la objeción de conciencia, los conciertos de apoyo, los fanzines de todo tipo hechos con medios mínimos pero con el ansia de difundir lo que se hacía o te rodeaba y con las Radios Libres, que brotaban como hongos por todo el Estado. Nosotros todo eso lo aprovechamos haciendo entre 1985 y 1887 «Contra la pared», un programa semanal anti-represivo de punk, hardcore y ska en Radio Cero, la radio anti-OTAN de Madrid, que la llevaban los trotskistas y maoístas de entonces. Nuestro programa punk suponía una novedad y un desafío en la radio y tuvimos con ellos nuestros más y menos, pero ese último año llegó la Ley de Ordenación de la Telecomunicaciones y desapareció todo ese movimiento.
El estallido popular del 15M dio paso a reflejar de manera diferente el modo de decir las cosas, sustituyendo en cierto modo las paredes y sus mensajes por las camisetas que son escaparates andantes y hoy día proporcionan incluso identidad y reconocimiento a las reivindicaciones o movimientos sociales. Sobre camisetas también tenemos un libro llamado Diseño tipográfico sobre camisetas que se puede descargar desde aquí.