«Nuestro Diario», el periódico de los vecinos de Lagasca 48 durante la Guerra Civil
/Durante la Guerra Civil, los vecinos de un edificio de Madrid imprimieron su propio periódico. Una especie de fanzine ciclostilado en el que contaban chistes e informaban de nacimientos, cumpleaños y la suerte que corrían sus allegados en el frente.
A principios de 1937, algunos vecinos del número 48 de la madrileña calle Lagasca decidieron publicar un periódico con el que mantenerse ocupados durante el asedio de Madrid por parte de las tropas fascistas. La redacción estaba formada por Félix Morales Parra, Eugenio Sanz Morales, Alfonso Sanz Morales, Joaquín Val, Manuel Val y Angelito Ruiz, que se encargaban de todas las labores que requería el diario.
Compuesto por una sola página, escrito a máquina, impreso en ciclostil y coloreado a mano, Nuestro Diario, que así se llamaba la publicación, lanzó su primer número el 1 de febrero de 1937 y el último, el 31 de diciembre de ese año. Aunque en el ejemplar correspondiente al 28 de diciembre se informaba de que el de fin de año iba a ser un número especial que pusiera fin a la primera época del periódico, lo cierto es que nunca hubo una segunda.
Como explicaban en el editorial del 31 de diciembre, sus responsables habían comenzado a hacer el periódico con la idea de que durase todo lo que durase la guerra. No obstante, diez meses después y en contra de lo que todos habían imaginado, la guerra continuaba y, además, ya casi no tenían papel en el que poder imprimirlo. Ante semejante escenario, prefirieron cerrar con dignidad y esperar a retomar el proyecto por todo lo alto en el futuro. Tras la derrota republicana, esa soñada vuelta triunfal nunca se produjo.
En total fueron 268 números de Nuestro Diario –porque no se publicaba los lunes, como sucedía con la prensa profesional– con los que los vecinos de Lagasca intentaron sobrellevar la guerra de la mejor forma posible, manteniéndose ocupados y mostrándose todo lo optimistas que les era posible. De este modo, en Nuestro Diario se incluyeron chistes, proverbios chinos, cuentos, viñetas humorísticas, se dio noticia de los nacimientos de los bebés de los vecinos, se felicitaron los cumpleaños de los habitantes del edificio y se informó de la situación de los familiares y amigos que estaban en el frente.
Una de esas tristes noticias procedentes del campo de batalla se incluyó en el número 44, correspondiente al 23 de marzo de 1937, en el que se refería: «Peor que mala es la noticia que hemos recibido. Una noticia que nos inunda el alma de tristeza y que desgarra nuestros corazones: ¡han herido a Leopoldo Sanz! Efectivamente, así ha sido, le han herido en el frente donde hace tres meses lucha bravamente defendiendo la República. Afortunadamente la herida no es de gravedad, de lo cual nos alegramos, así como lamentamos el percance ocurrido».
Si bien Lagasca 48 está situado en pleno barrio de Salamanca, una de las zonas señoriales de la ciudad y que sufrió menos bombardeos porque la aviación franquista era consciente de que allí vivían muchos ciudadanos afines su causa y buena parte de la quinta columna, los contenidos de Nuestro Diario solían ser afines a la República. La explicación tal vez se encuentre en que parte de los habitantes del bloque, cuyos nombres se detallaron en el último número de la publicación, eran personas evacuadas de sus casas a consecuencia de los bombardeos y no residentes habituales en el barrio.
El tema de los bombardeos se trató, por ejemplo, en el número 72 correspondiente al sábado 24 de abril. En él se podía leer: «¡OBUSES! Estos días están cayendo con alguna más intensidad que otras veces las granadas que la artillería facciosa lanza sobre Madrid. Muchas veces, los efectos son fatales para las personas, otras para los carruajes o edificios. El peligro es, desde luego, grande, pues el ir por las calles céntricas que es donde parece buscan la desmoralización, resulta en extremo peligroso, y para lo cual las autoridades han dictado unas instrucciones para que los transeúntes eviten en lo posible el peligro que suponen las explosiones de los proyectiles».
En esa misma línea de apoyo a la República, en el número 81 se ensalzaba el valor de los madrileños y su fortaleza a la hora de aguantar el asedio con estas palabras: «Madrid, que es la ciudad que más castigo ha sufrido durante esta guerra, es al mismo tiempo la ciudad confiada, alegre e indiferente: efectivamente, estos días en que el castigo de la artillería enemiga ha sido grande, Madrid de buena o de mala gana ha aguantado, y ahora, cuando por unas horas parece que no caen obuses, el pueblo de Madrid sale a la calle, los niños juegan al sol y la alegría de siempre vuelve a los rostros, ya delgados de los madrileños. Y así es Madrid, así es como responde Madrid a la guerra: con una sonrisa».
En todo caso, y a pesar de esta afinidad con el gobierno legítimo o este retrato heroico del Madrid asediado, los vecinos de Lagasca 48 también mostraban de vez en cuando su descontento con la situación que se vivía en a capital y las decisiones de las autoridades. Por ejemplo, en lo referido al desabastecimiento de alimentos y la implantación de las cartillas de racionamiento que, en un primer momento, fueron recibidas como una solución para mejorar la obtención de alimentos, pero finalmente se revelaron como una «pérdida de tiempo» porque el verdadero problema era que las tiendas carecían hasta de los productos básicos necesarios.
Guerra a la guerra
Aunque desde su primer número Nuestro Diario anunció que no iba a ser un noticiario de guerra porque «no disponemos de redactores adecuados para ellos» y porque «sería absurdo suponer que un periódico que no persigue más fin que servir de distracción a sus lectores, se ponga a hablar de esas cosas. No queremos ponernos demasiado serios», lo cierto es que la guerra está presente en todos sus números desde el momento en que fue la contienda lo que dio pie al proyecto.
Ni siquiera las viñetas de humor podían obviar el conflicto. En una de ellas, por ejemplo, se hacía referencia al hambre que pasaba Madrid y a la escasez de gatos que esa falta de alimentos provocaba y, en un breve publicado en el número 52, al mismo tiempo que la redacción se alegraba por haber superado las «bodas de plata», se afirmaba con cierta esperanza mezclada de amargura que «hacemos patente nuestro deseo de que no lleguemos al número setenta, lo cual sería una señal evidente de que se habría acabado la guerra que actualmente nos preocupa y que cada uno de nosotros estamos ya en nuestra casa respectiva».
Lamentablemente, no solo llegaron a publicar ese temido número setenta, sino que hicieron casi doscientos números más. Cuando Nuestro Diario dejó de publicarse ese 31 de diciembre de 1937, a Madrid y a los habitantes de Lagasca 48 aún les quedaba por sufrir más de un año de guerra.