OZ, la revista satírica y psicodélica procesada por obscenidad y corrupción de menores
/Durante los años 60 y 70, la revista OZ se convirtió en un referente para los jóvenes y un quebradero de cabeza para las autoridades. Sus artículos sobre drogas, homosexualidad, abusos policiales y su sátira sobre la conservadora sociedad británica, provocaron que sus responsables fueran procesados y encarcelados en varias ocasiones.
Todo comenzó como una broma. El 1 de abril de 1963, fecha del April’s Fool, el equivalente del día de los inocentes en la cultura anglosajona, un grupo de amigos australianos lanzaron el primer número de Oz. Tenía 16 páginas, una portada en la que se caricaturizaba a la reina Isabel II y un interior repleto de textos satíricos, lenguaje obsceno, chistes inapropiados y artículos críticos con la sociedad australiana de la época.
La propuesta fue un éxito. Tan solo el primer día se vendieron más de seis mil ejemplares, la sociedad bienpensante se echó las manos a la cabeza escandalizada y las autoridades comenzaron a revisar los números de Oz con especial atención, para encontrar temas por los cuales cerrar la publicación. No les resultó demasiado difícil.
Ya en el primer número, Richard Neville, uno de los editores de la revista, relataba en primera persona el proceso que habían seguido él y su novia para abortar clandestinamente ya que, en la época, el aborto todavía estaba perseguido en Australia. En el número dos, había mofas contra la religión y críticas contra los periódicos amarillistas; en el número tres, mofas contra la Corona británica, críticas contra el Aparheid y el gobierno sudafricano y en el cuatro… Bueno, el número cuatro tuvo que retrasar su salida porque, poco después de la salida del tres, sus editores fueron detenidos y procesados por obscenidad.
Para evitar un proceso largo y costoso, los abogados de los editores de Oz les aconsejaron declararse culpables, pagar la multa determinada por el tribunal, que no iba a ser demasiado cuantiosa, y salir en libertad. Lo que no les explicaron los letrados es que, si tenían pensado seguir dedicándose a hacer sátira y crítica social, lo de tener antecedentes penales no era una buena idea.
De hecho eso fue lo que hicieron. En el número cinco criticaron la brutalidad policial y el encubrimiento por parte de las autoridades de los malos tratos y las torturas. En el seis, los tres editores aparecieron en la portada simulando orinar en una fuente pública de Sidney y en los siguientes, incluso publicaron una lista de los confidentes de la policía y luego otra de los mayores criminales de la ciudad. Como era de esperar, los editores volvieron a ser procesados.
Los antecedentes penales y la hostilidad del juez provocaron que fueran condenados entre tres y seis meses de prisión con trabajos forzados, aunque se les dio la posibilidad de salir en libertad provisional a cambio de una importante fianza. La cantidad fue conseguida con ayuda de los lectores de Oz, que organizaron un festival en el que participaron cómicos y grupos como The Missing Links. Aunque finalmente las condenas fueron anuladas por parcialidad y notoria hostilidad del juez, el daño ya estaba hecho.
Dos de los editores, Richard Neville y Martin Sharp decidieron exiliarse a Londres en 1966. El tercero, Richard Walsh, permaneció en Australia y retomó sus estudios. Aunque siguieron saliendo números de Oz hasta 1969, su mordacidad y beligerancia con las instituciones fue considerablemente menor. El mensaje se había entendido a la perfección.
El lisérgico mundo de Oz
La intención de Richard Neville y Martin Sharp al llegar a Londres era seguir dedicándose al mundo editorial aunque, en la medida de lo posible, con menos problemas de los que habían tenido en Australia. Para ello, mostraron a posibles socios lo que habían hecho en su país, pero pronto se dieron cuenta de que en Europa, las cosas eran diferentes. En lugar de una revista satírica, lo que buscaban los lectores londinenses eran publicaciones contraculturales que hablasen de drogas, de la guerra de Vietnam, de la libertad sexual y del movimiento gay.
Ese giro editorial respecto a la versión australiana no supuso problema alguno para Neville y Sharp que, además, aprovecharon para dejar atrás la sobriedad del original. Desde su primer número, la edición inglesa de Oz destacó por su estética psicodélica, su empleo de tintas fluorescentes e innovaciones como una portada hecha con pegatinas que podían ser despegadas y utilizadas por el lector.
Sin embargo, como había sucedido en Australia, tanta transgresión no gustó a las autoridades inglesas que, desde el desembarco de Oz en las islas, nunca perdieron la esperanza de detener a sus responsables. La oportunidad llegó en 1970 y las autoridades no se la dejaron escapar.
Una revista hecha por niños, pero no infantil
Tres años después de haber comenzado a publicar la edición inglesa, eran muchos los lectores que acusaban a Oz de haberse acomodado. La que fuera una revista rupturista e innovadora que había conectado con las necesidades e inquietudes de la juventud de la época, ya no tenía nada nuevo que aportar. Lejos de ignorar la crítica, los responsables de Oz decidieron atenderla y sorprender a sus lectores. Si la pega era que la revista se había alejado de la juventud, que fuera la juventud la que hiciera el siguiente número.
De ese modo, el número 28 de Oz estuvo compuesto en su mayor parte de materiales, chistes, textos y cómics realizados por una veintena de chicos y chicas ninguno de los cuales superaba los 18 años, en una época en la que la mayoría de edad eran los 21. En sus trabajos, esos jóvenes hablaban de drogas, sexo, música, criticaban el sistema educativo británico y, como es propio en esa edad, firmaban chistes más obscenos que los que hubieran nunca imaginar los creadores originales de Oz.
Prueba de ello era un pequeño cómic en el que el inocente osito Rupert aparecía en situaciones sexualmente explícitas, porque uno de los chicos había decidido customizar una historieta de Robert Crumb, colocando sobre la cabeza del personaje del dibujante estadounidense la cabeza del osito inglés.
El número se lanzó con el subtítulo School Kids Issue, en relación a que había sido realizado por chavales en edad escolar. Sin embargo, la policía interpretó la frase como que era un ejemplar destinado al público infantil y aprovechó para allanar las oficinas de Oz, hacerse con ejemplares de la revista y denunciar a los responsables, que tuvieron que comparecer ante el tribunal en 1971.
En el escrito de la fiscalía se afirmaba que los editores de Oz se habían asociado con otros jóvenes para crear un número que «contenía artículos, caricaturas y dibujos obscenos, lascivos, indecentes y pervertidos sexualmente con la intención de corromper y corromper la moral de los niños y otros jóvenes y despertar e implantar en sus mentes ideas lujuriosas y pervertidas». Entre esas ideas lujuriosas y pervertidas, la acusación citaba expresamente «homosexualidad, lesbianismo, sadismo, prácticas sexuales pervertidas y consumo de drogas».
El juicio fue todo un acontecimiento en Inglaterra. Personalidades como Marty Feldmand, Ronald Dworkin y John Peel testificaron a petición de la defensa y artistas como John Lennon y Yoko Ono apoyaron a los acusados, que no dudaron en aparecer ante el tribunal vestidos de colegiales para poner de manifiesto lo absurdo del proceso.
Finalmente, los tres fueron condenados a diferentes penas de privación de libertad. Una vez en la prisión, las autoridades les raparon el pelo, humillación que dio una nueva oportunidad a los editores de mofarse del tribunal apareciendo en la apelación con pelucas. Como había sucedido en el caso del proceso australiano, la defensa pudo probar manifiesta hostilidad del magistrado y maniobras para manipular al jurado, por lo que las penas fueron anuladas.
La edición inglesa de Oz continuó publicándose hasta noviembre de 1973, fecha de aparición de su número cuarenta y ocho y último. Actualmente y gracias a sus editores, la página web de la University of Wollongong es posible leer online y descargarse todos los ejemplares de Oz, tanto los de la edición original australiana como la versión psicodélica londinense. En total, ciento cuatro revistas que marcaron una época y fueron pioneras en la defensa de la libertad en cualquiera de sus facetas: desde la de expresión a la sexual.