Psicoanálisis para amas de casa
/Entre las secciones habituales de las revistas del corazón suele estar el horóscopo, las recetas de cocina y los test de personalidad. En 1948, la revista argentina Idilio incluyó un apartado inusual para esas publicaciones: un consultorio de psicoanálisis para amas de casa.
En las primeras décadas del siglo XX las teorías y escritos de Freud comenzaron a llegar la Argentina. Si bien en un primer momento su acogida fue fría, a partir de los años 30 el psicoanálisis comenzó a ser popular, entre otras cosas, por ser una disciplina que puede ser aplicada al análisis de otros muchos campos de la vida como la pintura, la literatura, la política o el cine. A partir de ese momento y con la llegada al país de emigrantes europeos muchos de los cuales eran discípulos de Freud o Jung, el psicoanálisis adquirió un gran peso en la cultura y la sociedad argentina.
La influencia de esa disciplina en el país era tal que, según el historiador Mariano Plotkin «cualquier persona que se atreviera a cuestionar la existencia del inconsciente o del complejo de Edipo en una reunión social en alguna ciudad importante […] se sentiría del mismo modo que alguien que estuviera negando la virginidad de la Virgen María frente a un sínodo de obispos católicos». De ese modo, a finales de los años 40, con una Argentina en mejor situación económica que las potencias europeas –aún sumidas en la postguerra– y con el primer peronismo aplicando planes de justicia social, la revista Idilio decidió incorporar el psicoanálisis como sección fija para explicar a sus lectoras qué significado tenían sus sueños.
La idea había surgido de César Civita, responsable de la Editorial Abril, que consideró que el psicoanálisis podía ser una buena palanca de venta entre las lectoras. Para responder a las cartas del consultorio, Civita recurrió a Gino Germani –fundador de la Sociología moderna en la Argentina– y a Enrique Butelman –editor de la prestigiosa editorial Paidós y alumno de Carl Gustav Jung en Suiza–, los cuales aceptaron la propuesta e intentaron desarrollar un consultorio que, si bien era muy elemental, tuviera cierto rigor.
La sección El psicoanálisis le ayudará de la revista Idilio procuró que las amas de casa argentinas se conocieran a sí mismas, vencieran sus complejos y se superasen como personas.
La sección se tituló El psicoanálisis le ayudará y, según su encabezamiento, su objetivo era «ayudarla a conocerse a sí misma, a fortalecer su alma, a resolver sus problemas, a responder sus dudas, a vencer sus complejos y a superarse». Para ello, las lectoras debían escribir una carta a la redacción de Idilio, con total espontaneidad y sin preocuparse de la calidad literaria. Una vez recibidas las consultas, el Doctor Richard Rest, que no era otro que el pseudónimo empleado por Gino Germani y Enrique Butelman, respondería a través de la publicación.
Para facilitar la labor del Doctor Rest (guiño-guiño-codazo-codazo), las lectoras debían adjuntar a su consulta un breve cuestionario en el que debían especificar «sus más antiguos recuerdos infantiles». Por ejemplo «¿Tuvo usted una infancia feliz? ¿Cómo eran sus padres para con usted y usted para con ellos? ¿Y con sus hermanos? ¿Cuáles eran sus más ardientes deseos cuando niña? ¿Qué aspiraba a ser cuando grande? ¿De qué se ocupa actualmente? ¿Está satisfecha de su trabajo? ¿Cuáles son sus diversiones? ¿Tiene muchas amistades?».
Resuelta la parte de la redacción del consultorio, Civita decidió contratar a Grete Stern para ilustrar esas respuestas. Nacida en Wuppertal, Alemania, esta fotógrafa de origen judío había llegado a la Argentina después de huir de Europa a consecuencia de las leyes raciales del Tercer Reich. Casada con Horacio Coppola, a quien había conocido cuando ambos estudiaban en la Bauhaus y del que se había divorciado en 1943, Stern fue capaz de recrear con magníficos resultados las imágenes oníricas que describían las lectoras en sus cartas.
El proceso de creación de las ilustraciones se realizaba en colaboración con Germani y Butelman que, tras recibir las cartas, se las pasaban a Stern indicándole qué cosas debía destacar del relato y cuáles añadir en caso de que no estuvieran incluidas en el mismo, pero fueran importante para su análisis. Asimismo, le sugerían qué tipo de atmósfera debía tener la imagen, si opresiva, agradable, agresiva, simpática o de otro tipo. Siguiendo esas pautas, Stern desarrollaba los fotomontajes, que no collages. ¿Que cuál es la diferencia? Mejor que lo explique la propia Stern:
«¿Qué es un fotomontaje? Una definición aproximada: la unión de diferentes fotografías ya existentes, o a tomarse con ese fin, para crear con ellas una nueva composición fotográfica. De esta manera surgen numerosas posibilidades para la composición, entre ellas la de juntar elementos inverosímiles. Por ejemplo: una mujer en traje de baño, en una sala de fiesta, guiando a un elefante. Además se pueden distorsionar las proporciones de los elementos que se utilizan en el montaje. De ese modo, no es nada difícil que un niño aparezca sentado sobre una mosca que representa un avión, volando sobre un bosque de repollos. Se puede también distorsionar la perspectiva: un hombre fotografiado desde arriba observa unas torres o árboles fotografiados desde abajo. La perspectiva distorsionada siempre dará el efecto de lo inseguro, de lo inverosímil. Conviene agregar que, en contraste, una perspectiva correcta es imprescindible para otros casos, como el del niño montado en la mosca, pues aquí la perspectiva exacta aumenta gráficamente la veracidad».
Además de las cuestiones técnicas, Stern era muy cuidadosa con las cuestiones éticas. Según ella misma explicaba, «cuando el fotomontaje se destina a una publicación debemos tomar la precaución de no utilizar caras o figuras de personas sin su autorización». Según relataba, para uno de los fotomontajes de la Editorial Abril, tenía que mostrar la cara de una chica que se observaba la mano en la que cada dedo era remplazado por la figura de un hombre diferente. «Para este trabajo utilicé figuras de modelos de mi archivo cuya conformidad tenía asegurada. Pero me faltaba la figura de un hombre para el pulgar: debía ser bajo, gordo y sin sombrero. Me acordé de una fotografía de un grupo de obreros que había tomado años atrás. Allí estaba e que cubría las características buscadas. Pegué su fotografía sobre el pulgar y entregué el trabajo».
Unos días después de publicada la revista, una mujer muy ofendida se presentó en la redacción de Idilio. Era la viuda del hombre cuya imagen había sido utilizada para el dedo gordo, que preguntaba dónde se había obtenido esa fotografía y quién había autorizado su reproducción. Stein explicó la situación a los editores, se hizo responsable del hecho y les pidió que, por favor, le hicieran llegar a la viuda su teléfono para hablar con ella y resolver el problema. La mujer, sin embargo, nunca se puso en contacto con ella.
El psicoanálisis le ayudará se publicó en la revista Idilio entre los años 1948 y 1951. En ese tempo, Greta Stern realizó un total de 140 fotomontajes de los cuales solo conservó en sus archivos 46. A pesar del interés de los lectores por la sección, Stern tenía otros objetivos profesionales como, por ejemplo, documentar las pocas comunidades indígenas que quedaban en la Argentina o dedicarse a la docencia. Tal vez por esa razón tampoco reclamó a la Editorial Abril que le devolviese los negativos que le faltaban. En todo caso, con el tiempo se han podido recuperar otros 89 fotomontajes, aunque a día de hoy siguen faltando cinco, que permanecen desaparecidos porque ni siquiera se conservan en las hemerotecas los ejemplares de Idilio en que fueron publicados.